Cajamar plantea en un estudio una hoja de ruta para el futuro del sector citrícola
La publicación analiza todos los eslabones de la cadena, oportunidades que ofrece la tecnología, la sostenibilidad y el mercado internacional
J. e. R.
Miércoles, 29 de julio 2020, 00:51
Cajamar ha presentado la publicación 'Una hoja de ruta para la citricultura española', coordinada por José María García, catedrático de Economía Aplicada y profesor de ... Economía y Política Agrarias en la Universitat Politècnica de València, y Enrique Moltó García, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA). Cuenta con la aportación de 41 expertos que han compartido sus puntos de vista para conformar un exhaustivo análisis de la situación y retos de futuro del sector citrícola.
En la presentación participó Roberto García Torrente, director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar; los coordinadores de la obra; Rosa Gallardo, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, así como Francisco Borrás, consultor agroalimentario y asesor de Anecoop, y Alberto Urbaneja, especialista en control biológico e integrado de plagas del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA.
El director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar «el papel fundamental que en el último siglo ha desempeñado la citricultura en la modernización de la agricultura española, configurándose como un referente a la hora de introducir innovaciones tecnológicas, organizativas y de mercado».
Sin embargo, en los últimos años «se ha llegado a un punto de inflexión, acentuado en la campaña de 2018, como consecuencia de un exceso de producción y la contención de la demanda, lo que ha dado lugar a que se produzcan una serie de cambios».
Entre ellos, Roberto García Torrente mencionó la creciente globalización de los mercados, que incrementó la competencia al principio y al final de cada campaña con los productos procedentes del hemisferio sur, y advirtió sobre el desplazamiento de la producción desde la Comunitat Valenciana hacia otras zonas que gozan de buenas condiciones climatológicas y de agua, en las que, además, las fincas, de mayor extensión, permiten una explotación más racional y económica; así como del interés de los comercializadores tradicionales por controlar todo el proceso, desde el cultivo hasta el consumidor final, invirtiendo en fincas de distintas regiones. También refirió la continua apuesta por la innovación, visible en la mecanización de los trabajos; las nuevas técnicas de cultivo integrado y ecológico, y la introducción de nuevas tecnologías; la necesaria reinvención de las cooperativas citrícolas para rentabilizar su actividad, y la continua amenaza de las enfermedades que ponen en riesgo la viabilidad de las explotaciones.
Los coordinadores de la obra señalaron por ello que esta publicación explora los escenarios futuros y recoge recomendaciones concretas alrededor de cuatro ejes principales: una cadena de valor competitiva; las nuevas perspectivas para la sostenibilidad económica que abren las tecnologías; el reto de la sostenibilidad ambiental de la producción, especialmente, ante el cambio climático; y el impacto de la globalización y de las políticas europeas.
José María García y Enrique Moltó suscribieron la necesidad de reforzar el liderazgo del sector citrícola español, preparar un plan estratégico, mejorar la coordinación vertical y horizontal, así como diferenciar el producto y estimular la integración de la oferta. A su juicio, «la citricultura española debe aprovechar el potencial de regulación de la Unión Europea, no exclusivamente basado en la PAC, para fortalecer la posición de los citricultores dentro de un modelo europeo que defiende unos estándares ambientales y sociales más estrictos que en otros países».
Francisco Borrás se centró en la situación actual y el futuro de la comercialización de los cítricos españoles, destacando la importancia de casar el calendario de comercialización en fresco con el consumo doméstico, ya que representa el 22 % del total de la cosecha, que sumado al 21 % destinado a industria y el 56 % para la exportación, componen el total del uso de la producción en las últimas campañas. También resaltó el peso de la Unión Europea como destino de las ventas, con el 90 % del total.
Rosa Gallardo, por su parte, ofreció la visión de la citricultura en Andalucía, explicando algunas de las peculiaridades que diferencian al sector en esta comunidad autónoma respecto a otras regiones. Una de ellas, apuntó, es el tamaño, pues las explotaciones superiores a cinco hectáreas son más representativas en Andalucía que en el resto de zonas productoras. «En la Comunitat Valenciana y en Murcia destacan las explotaciones de menos de una hectárea, mientras que en Andalucía, las de este tamaño suponen menos de un 27 %». Una característica que supone un mejor rendimiento en la producción para las fincas andaluzas.
Alberto Urbaneja, en su intervención, desgranó los mecanismos para la gestión de plagas y la importancia de avanzar en la incorporación de nuevas herramientas biológicas y tecnológicas.
Reflexiones y conclusiones en esta obra editada por Cajamar con el propósito de contribuir a fortalecer la actividad del sector citrícola, que en 2019 afrontó un ejercicio de luces y sombras, situándose en 2.500 millones de euros el valor de la producción de cítricos en origen, el 5 % del total nacional, al tiempo que el valor de las exportaciones alcanzaron los 3.200 millones de euros, lo que representa el 6 % de las ventas al exterior del sector agroalimentario español.
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