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«Vayan a un restaurante, pidan un kilo de gamba roja y atráquense»

«Vayan a un restaurante, pidan un kilo de gamba roja y atráquense»

Andalucía Gourmet ·

El chef del restaurante El Bohío y jurado de Masterchef, Pepe Rodríguez, visitó Almería con motivo de un programa que se emitió el pasado martes. Cuenta a IDEAL la experiencia

Sergio González Hueso

Viernes, 3 de mayo 2019, 13:30

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Quizás no exista en toda España un personaje público que cause tanta simpatía como Pepe Rodríguez, jefe de cocina y propietario de ElBohío (Illescas, 1* Michelin), conocido popularmente por ser el 'poli bueno' del jurado de Masterchef, ese programa televisivo que esta semana ha servido en horario de máxima audiencia a Almería con motivo de haber sido designada en 2019 capital española de la gastronomía. Aunque de crío quería ser cantante de rock, un congreso de cocina le cambió la vida. Lo siguiente es historia. Alguna que otra década después, es precisamente él con su programa quien le está poniendo la vida patas arriba a mucha gente, a personas que también sueñan hoy con ser estrellas, pero ya no del rock sino de los fogones.

-De pequeño soñaba con ser cantante pero al final ha acabado de cocinero estrella de la 'tele'. ¿Lo habría firmado entonces?

-Seguro (se ríe). No estaba en mi meta ser cocinero y me había criado en una cocina familiar donde he visto cocinar a mi abuela y a mi madre, pero de pequeño no se estilaba ser un chef. No era apetitoso, sí en cambio un cantante de rock o ser futbolista, que era lo que deseábamos todos los niños. Pero ni sabía pegarle [a la pelota] con las piernas ni dios me dio voz. Pero ahora veo dónde he llegado a través de la cocina y me hace estar feliz y contento.

-¿Cuántos años lleva cocinando?

-Llevo casi 30 años ya, que son muchos.

- Sin embargo, en su wikipedia dice así: «es un cocinero español, chef del restaurante El Bohío (Illescas), con una estrella Michelin. Pero es más conocido por ser parte del jurado de la edición española de MasterChef». ¿Le molesta que después de tantos años en la cocina le conozcan más por salir en la TV?

-No, no en absoluto. Es que la vida es así de ingrata o de bonita. Depende cómo lo quieras ver. Si yo salía antes por Illescas a dar una vuelta la gente siempre me decía 'Pepe, el del Bohío'. Pero hoy nadie dice 'Pepe el del Bohío' sino Pepe 'el de Mastercherf'. Porque llegas al gran público y lógicamente la potencia que tiene un programa de televisión no la tiene un restaurante. Pero no me molesta en absoluto porque hago un programa en el que me lo paso bien, me divierto y creo que es un honor poder hacerlo.

-El martes salió precisamente en Masterchef los paisajes y alimentos de esta tierra, menudo lujo...

-Masterchef es un gran programa que sirve de escaparate para ver qué lugares hay en España. Te enseña cuatro imágenes de lo más bonito que puede tener, por ejemplo en este caso, Almería. Y luego cocinamos con sus productos, que a veces es verdad que los denigramos porque en ocasiones los concursantes no lo hacen bien, pero eso no quiere decir que en Almería no se coma genial o no tenga un productazo. Pero por lo menos sale Almería y lo bonito es descubrirle los lugares a los que vamos a gente que no los ha pisado. Esa plaza de la Catedral, las playas que tenéis con esos pescados; ese homenaje al tomate que le hacemos o al aceite oliva virgen extra. La gente siempre puede decir 'joder, tenemos que ir a Almería', como por ejemplo mi mujer, que siempre que hacemos un programa me dice que a ver cuando le llevo. Y yo me pregunto, como tengamos que ir los dos a todos los sitios que visito me tengo que pedir un año sabático.

- Los concursantes cocinaron tomate almeriense y gamba roja. ¿Qué le evocan ambos productos?

-Lo primero que quiero decir es que los concursantes trataron los productos bastante bien, en parte, porque Jordi y yo fuimos los capitanes de los equipos, algo que no suele ocurrir nunca. A mí me tocó una sopa de Almería con pescado maravillosa que va ligada con una mahonesa (bullabesa) coronada con una gambita. Me gustó como quedó. Estaba para tomarse un litro.

Y respondiéndote ya, ambos productos me evocan gula. Yo no soy un purista, le digo sí a la gamba roja de Almería, pero también la de Palamós y a la de Denia. Todo el Mediterráneo tiene unos productos fantásticos. Es verdad que hay diferencias entre una gamba más del Sur y otra más del Norte por lo que come, pero estamos hablando de matices que al espectador le tiene que dar igual. Así que yo le diría, 'mire usted, vaya al restaurante y pida un kilo de gamba roja y atráquese porque está rica de cualquier manera'.

-¿Y qué me dice del tomate?

-El de Almería es una joya. De hecho estoy comprando para El Bohío de un proveedor que conocí allí ese día de una variedad entre el kumato y el raf (Adora), de aspecto arrugado y verdoso y lo gasto aquí desde ese día. Es un tomate ma-ra-vi-llo-so. ¡Qué rico!

-Aquí somos gente hospitalaria, por lo que supongo que lo llevarían a comer por ahí. ¿Recuerda algún sitio o receta en concreto? Creo que lo vieron en Casa Puga.

-Sí, estuvimos en Casa Puga y en otro local cercano y comimos maravillosamente bien. Se portaron... imagínate. Estuve en otro por la noche más alejado del centro, Casa Joaquín. El dueño es un tipo peculiar que tiene una bodega de vinos que estaba muy bien. Tiene un género de primera y probé un calamar confitado en aceite. ¡Qué rico tapear y comer en este tipo de sitios!

-Almería es capital española de la gastronomía, entiendo que después de venir aquí y haber probado el calamar de Casa Joaquín cree que es un titulo merecido, claro.

-Por supuesto. Ser capital es importante, porque la gente lo oye. Servirá para que muchas personas vayan, alternen, conozcan, vean o se enamoren de esa tierra, ¿pero se puede comparar Almería con San Sebastián?

-No sé, dígamelo usted.

-No, nunca. Ni tiene por qué gracias a Dios. Cada uno tiene su particularidad. Y hay sitios interesantísimos con productos maravillosos y la gente tiene que acudir a conocerlos. Me parece bien que la clase política se esfuerce para conseguir este tipo de reconocimientos. Me parece un recordatorio importante para que la gente salga, alterne y beba.

-Aparte de con el programa, ha tenido alguna otra relación con esta provincia. Le recuerdo cocinando con Bisbal mano a mano el año pasado. ¿Cómo le vio en los fogones? ¿lo ficharía de stagier?

-(Ríe) Este chico es mejor que cante, del mismo modo que yo me tengo que dedicar a cocinar. Cada uno a lo suyo. No lo ficharía para mi cocina como ni él tampoco me llevaría a mí de telonero.

-Entiendo entonces que no le entregó el currículum pese a sus ensoñaciones infantiles

-Que va, para nada. Nos dijimos, 'a ver, no nos hagamos daño, cada uno a lo suyo: tú cantando y yo cocinando'. Bromas aparte, es un tío extraordinario. Tuve la suerte de hacer un 'showcooking' con él en Salones de Gourmets para el stand de Almería y es una estrella de Hollywood total. En Almería lo queréis... y él quiere a su tierra. Había una simbiosis que se notaba con todo el mundo. Es un fenómeno y me alegro de que presuma de Almería y de que Almería presuma de él.

-Uno de sus mentores, Ferran Adrià suele calcular en unas diez las comidas que le cambiaron la vida. No sé si a usted le pasa igual.

-No tengo una sino varias. Pero sobre todo recuerdo algo que me cambió la vida. Un día llegó a mis manos un tríptico con un congreso que se hacía en Vitoria y que ponía: 'alta cocina de autor' y donde salían un montón de cocineros en su gran mayoría franceses como Michel Trama, Michel Brass, Pierre Gagnaire...,

-¡Los pioneros!

-Claro, eran los pioneros de la gran cocina francesa en un tiempo en el que en España se intuía que podía haber algo pero que no se sabía nada todavía. Y aparecía por ahí un jovenzuelo Martín Berasategui, con Hilario Arbelaitz (Zuberoa), Juanmari [Arzak], otro jovencito llamando Ferran Adrià, un catalán que parecía que estaba haciendo cosas interesantes y tal. Y yo llegar a aquella primera comida y ver esas cosas. No se me olvidará en la vida. '¿Joder, y esto se puede hacer en la cocina?', me dije. Imagina, yo de un pueblo, de Illescas, que cocinaba nada más que lo de mi madre o alguna cosa que había visto en algún que otro restaurante. Aquello fue lo que me marcó para decirme a mí mismo que me quería dedicar a esto.

-Las dos últimas son difíciles pero no escurra el bulto porque son hechas por dos fans que tiene por aquí muy importantes: mis padres.

Mi madre me ha pedido que le pregunte que por qué hay mas hombres cocineros famosos que mujeres cuando siempre han hecho ellas las comidas en las casas.

-Es así, lleva toda la razón tu madre. Profesionalmente es por la dificultad que ha tenido siempre la mujer con los horarios que hay en la cocina. Es muy difícil compatibilizar bien la familia... etc. Yo he tenido chicas maravillosas conmigo que han trabajado muy bien y siempre ha llegado un momento en el que se quieren casar, ser madres, y ahí es cuando pierden ya un vínculo con la cocina que luego es muy difícil recuperar. Por lo que la única diferencia es que parece que el hombre es más proclive a estos horarios porque la capacidad ya te digo yo que es la misma o igual. Por eso no tiene ningún sentido que estemos sobre todo los hombres en la cocina.

-Mi padre ha leído que lleva tres legislaturas sin ir a votar. La pregunta es obvia: ¿Votará este año?

-(Ríe) No es una cosa que me vuelva loco hacer. La gente me dice: 'no, no, es que hay que votar y tal, vota en blanco si quieres'. Pues mira para votar en blanco no sé si es mejor no hacerlo. A mí me gustan todos [los partidos]. Ojalá se juntasen y gobernasen juntos. Esto sería lo bonito. Sería un gran país, entonces. Pero cuando veo estos debates que ha habido en la televisión y a los periodistas políticos preguntando que quién ha ganado como si esto fuera un partido de fútbol, no lo entiendo. Es evidente que no ha ganado nadie, que quien tiene que ganar es el país. ¿No podría haber un consenso entre todos? ¿y entre todos hacer un gran país? Esto es lo que me hastía de la política. Pero vamos dile a tu padre que me puedo pegar otros cuatro años sin votar sin problemas y seguir siendo igual de feliz. Pago mis impuestos religiosamente con lo cual yo también tengo derecho a quejarme aunque no vaya a votar.

-¿Después de estas preguntas capciosas cree usted que se merecen que me los lleve un día a El Bohío?

-Olvídate de las preguntas, lo que yo no sé es cómo no los has traído ya y me hubieras preguntado aquí. Está claro que eres un sinvergüenza y un mal hijo. Díselo a tus padres de mí parte.

-Se lo diré, descuide.

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