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Los túneles de Bayyana y Aguadulce necesitan obras para adaptarse a la normativa

Los túneles de Bayyana y Aguadulce necesitan obras para adaptarse a la normativa

La práctica totalidad de los túneles de la A-7 entre Almería y Málaga presentan deficiencias de seguridad según los nuevos protocolos

M. C. / C. M. / R. M.

ALMERÍA

Jueves, 13 de diciembre 2018, 00:30

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La normativa europea de túneles de carreteras aprobada en 2004 en una directiva comunitaria representa un incremento de las medidas de seguridad a aplicar en las infraestructuras viarias de España. Las alarmas saltaron entre 1999 y 2001, cuando tres colisiones, cigarrillos mal apagados y otros accidentes desencadenaron en túneles de Francia, Italia y Suiza siniestros que dejaron 62 víctimas mortales. Bruselas decidió intervenir, elaborando una directiva que obligaba a los países a revisar todos sus túneles y aplicar en ellos las mejoras de seguridad que la técnica ya permitía. La normativa se aprobó en abril de 2004 y era tan exigente como clara. En las infraestructuras que no dispusieran de todas las mejoras requeridas «la remodelación se llevará a cabo de acuerdo con un calendario y deberá haber concluido a más tardar el 30 de abril de 2014». Solo a los países que tuvieran que hacer más arreglos que los demás se les permitía alargar ese ultimátum cinco años. Hasta 2019.

Sin embargo, e incluso en infraestructuras construidas después de que la normativa europea estuviera en vigor, Fomento ha detectado incumplimientos ante los que tendrá que adecuar los túneles para que pasen el corte mínimo de seguridad requerido por Bruselas. En Almería, estos problemas se han observado en los túneles de Bayyana Norte y Aguadulce. Pero en todo el país son 113 los túneles que tendrán que sufrir algún tipo de remodelación.

El problema está en que el tope máximo para adecuar las infraestructuras culmina en abril de 2019. Y no da tiempo a ejecutar una enorme y cara tarea: Fomento estima que necesita más de mil millones de euros para poder cumplir a rajatabla con todo lo que exige la normativa aprobada en la UE. España se tomó el asunto con entusiasmo en lo tocante a planificar. En apenas dos años tenía traspuesta la directiva en un Real Decreto que establecía parámetros todavía más exigentes que los reclamados por Bruselas. Luego se puso a hacer los primeros proyectos y a calcular lo que costaba mejorar la iluminación, ventilación, señalización y poner todas las galerías de evacuación autoimpuestas. Tras comprender la magnitud de la reforma, los distintos equipos ministeriales fueron dejando el asunto para el siguiente.

Cinco ministros

Magdalena Álvarez, José Blanco, Ana Pastor, Rafael Catalá e Íñigo de la Serna se han ido sucediendo como ministros, pero todo indica que va a ser al equipo de José Luis Ábalos al que le toque dar explicaciones a la Unión Europea. La envergadura de las obras a ejecutar permitió a Fomento acogerse a la prórroga que permitía la propia directiva. Pero quedan cinco meses y el ministerio asume que en ese tiempo no podrá resolver lo que no arregló en los doce años que lleva vigente la norma.

Sus intenciones y la magnitud del problema quedaron apuntados en el vigente Presupuesto General del Estado. Como en las cuentas de años anteriores, esta vez tampoco consignó partida alguna para iniciar esta gran reforma de los túneles del país, pero, por primera vez, anunciaba que ese sería uno de sus objetivos, y que la factura sería de aúpa. El presupuesto contempla invertir a partir del año 2019 alrededor de 1.053 millones para cumplir el Real Decreto.

El volumen de la factura explica por qué los anteriores equipos ministeriales fueron empujando la pelota. El dinero que requiere arreglar todos los túneles del país excede a todo el presupuesto que este año tiene la Dirección General de Carreteras para inversiones. Es decir, la empresa va a lastrar la capacidad del departamento para atender su cartera de proyectos. Vienen por tanto años en los que el ministerio podrá iniciar menos tramos de autovía, para poder así consagrarse a dar seguridad a la red ya existente.

Lo más sorprendente es que ni siquiera los tramos de autovía inaugurados de forma más reciente -los últimos tramos de la A-7 entre Almería y Málaga se abrieron en 2015- están adaptados. Prácticamente todos los existentes entre la capital almeriense y la de la Costa del Sol están sin adecuar. Una tarea ingente -hay una veintena- a la que sumar las decenas que hay por todo el país.

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