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M. C. C. M.
Pequeñas Historias Almerienses

Del pub Barón al bar Átomo

La historia hostelera y de ocio de la calle Gerona es extensa, con míticos restaurantes, bares y pubs que marcaron tendencia

José Manuel Bretones

Almería

Sábado, 14 de junio 2025, 23:30

La calle Gerona de la capital almeriense siempre ha tenido mucha vinculación con la gastronomía y la diversión: bares, pubs, restaurantes y centros de ocio han poblado sus locales. La proximidad al Paseo, al Puerto y al Parque motivaron la predilección de restauradores y hosteleros por la zona, aunque a principios del siglo XXI el declive de este tipo de negocios fue evidente.

Sin duda, el Restaurante «La Reja», fundado por Luis Sierra y que abrió en 1966 como mesón, fue durante muchos años la referencia del buen comer de la calle. Innumerables festejos de bautizos, bodas, comidas de empresa o cenas de gala tuvieron lugar en sus salones de la esquina de Gerona con Arapiles. Gabriel Sierra, hijo del fundador, se hizo cargo del negocio años después. Por «La Reja» pasaron profesionales muy cualificados de la hostelería, como Justo Ruiz Rodríguez, que permaneció en la casa un cuarto de siglo. Éste, también, fue novillero en sus años de juventud.

Durante una época, el «Restaurante La Reja» fue lugar habitual para celebraciones de homenajes, como la del juez Francisco Sillero Fernández de Cañete, en 1976; la del director de la biblioteca nacional Hipólito Escolar Sobrino (1919); la del celador de la «Bola Azul» Juan Hernández Expósito, en 2000; la del director de los colegios «Mar Mediterráneo» y «San José» e impulsor del baloncesto, Rafael López Lafuente (1919-2007) en 1984; la del periodista de Garrucha José María Martínez de Haro (1943), en 1982; la de los funcionarios Inés Soret García-Galán, Ana Madrid Rubira, Francisco Soler Pérez y Ramón Segovia Cayuela o la del acuarelista Julio Visconti Merino (1921). La «Tertulia Indaliana» usó sus dependencias como sede durante varios años.

Especialmente curiosa fue la publicidad que hizo en 2003, cuando ofrecía menús y fiestas por divorcios y separaciones, algo así como «una despedida de casado». Años después, en febrero de 2009, abrió allí la sala de fiestas «Mandala» que se definía como «disco, restaurant y lounge». En 2011, el local se redefinió como «Ristorante italiano La Bruja de Portobello» y el «Bar de Copas Blanco Código 90102. Después, ya en 2018, abrió una pizzería «Il Ponte de Vecchio».

También estuvo en la calle «Burguer Coco 2», en la esquina con Arapiles; se transformó después en bar y cafetería y se promocionó con los nombres de «Bulería» y «Gerona 12».

Vinculado al negocio hostelero, Philippe Galindo (1965) solicitó al Ayuntamiento licencia de apertura para un restaurante en los bajos del número 29. Fue en 1997 y al año siguiente ya funcionaba con el nombre de «Balzac». Pese a sus precios altos, pronto adquirió buena fama e incluso fue seleccionado por la guía gastronómica editada por la revista «Restauradores». El local estaba decorado como un castillo medieval, con escudos en las paredes y unos arcos evocadores del siglo XI. Los productos que Philippe Galindo ofrecía a los comensales eran autóctonos y de primera calidad y la carta se variaba de forma constante.

Allí se celebraron grandes ágapes, como las jubilaciones de Mateo Solera Salas y de Francisco Bermúdez Aguilar en la Comisaría de Aguas o de Miguel Callejón Fernández en «Piensos La Foca». La Asociación de Amigos de la Buena Mesa organizó varios encuentros para degustar platos muy elaborados. Pero poco duró el experimento empresarial porque en abril de 2000, Philippe Galindo decidió cerrar el negocio.

Un local de diversión y de ocio destacó en la calle Gerona en los setenta por su clase y elegancia. Se trataba del «Pub La Colombine», nombre elegido en honor a la periodista almeriense Carmen de Burgos y Seguí, que fue la primera corresponsal de guerra y tía-abuela del dueño. Ubicada en el número 11 de la calle, la sala de estilo inglés se inauguró el 9 de marzo de 1976; su propietario, Fernando Fernández de Burgos (1941-2002), preparó un cóctel de bienvenida, al que asistieron autoridades y personajes famosos de la ciudad.

La especialidad del pub eran los cócteles. Cada día ofrecía uno especial y distinto al anterior. Muchos almerienses aprendieron los nombres de esas bebidas gracias a la carta del Colombine: «Daikiri», «Canarias», «Champagne» y uno propio con el nombre del local. Fue, también, uno de los primeros espacios públicos en instalar televisor en color; su gancho publicitario era que los aficionados al fútbol podrían ver allí los partidos de la selección española clasificatorios para el Mundial de Argentina. Desde el 4 de diciembre de 1978, el pub cambió de dueño al ser traspasado a un empresario hostelero llamado Ignacio. Durante varios años siguió funcionando, incluso con actuaciones en directo del grupo «Los Salteños». Tristemente, desapareció.

Durante los años setenta, el bar «Átomo» era uno de los lugares de encuentro habituales de vecinos y trabajadores de la calle Gerona. Estaba en el número 15, junto a la farmacia y el ambulatorio y su fundador fue el empresario Agustín Velilla García. Era pequeño, de ahí su nombre, y apenas tenía cinco mesas de formica y veinte sillas de «skay» para los clientes.

A mediados de los ochenta se puso muy de moda un pub situado a mitad de la calle, en el número 23: el «Barón». Abierto el 31 de octubre de 1985 por el empresario Blas Nieto, se promocionaba como el lugar donde «saborear lo selecto» con cócteles y música.

En el haber de este pub habría que resaltar que promocionó el deporte almeriense y en concreto el motociclismo. Patrocinó al piloto Ignacio Navarro, que participó con su Yamaha RD 350 en pruebas del Campeonato de España. También era lugar de algunas ruedas de prensa del presidente del equipo de fútbol Polideportivo Almería, el empresario José Guijarro Martínez. El encargado de la gestión del local era Ramón Elorrieta, ex miembro del grupo musical bilbaíno «Los Mitos». El magistrado Baltasar Garzón era cliente del «Barón», sobre todo los días en los que después de jugar al fútbol con un equipo compuesto por juristas, guardias civiles, policías y funcionarios, cenaba de tapeo y terminaba de copas en la calle Gerona con el resto de amigos, entre ellos los abogados Federico Soria Fortes o Juan Marfil Castellano.

El 15 de mayo de 2003 abrió sus puertas, en el mismo lugar del «Barón», el café-pub «Orland», de las empresarias María José y Cristina Campillo Orland. En 2014, el local se denominó «Club Sound Marché» y después «Byblos»; en su escenario actuó en noviembre de 2019 Leticia Sabater. «Byblos», del empresario Miguel Ángel Moya, dio un giro en sus espectáculos y se convirtió en santuario de los shows de transformismo. Allí actuaron «La Prohibida», «Nacha la Macha» o «Pupi Poison» y, por su puesto, artistas locales como «Montana».

La calle Gerona recibió la influencia de tener, en las vías próximas, a numerosos negocios de diversión, bares y pubs. Por allí, en determinados momentos de las décadas de los ochenta y noventa abrieron «Pérgola», «Regata», «La Calle», «Araña», «Wagon», «Bianco», «Odeón» o el «Athos» propiedad de Ignacio Góngora Chillida. El trasiego de clientes caminando y de vehículos buscando aparcamientos era constante, además de los ruidos cuando, casi al alba, cerraban esos lugares de marcha. Por eso, el Ayuntamiento se planteó en 1993 declarar a la calle Gerona como «zona saturada».

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