Lo que nos dejó el apagón
«El apagón ha servido como un crudo recordatorio de la fragilidad de nuestros sistemas y de la imperiosa necesidad de construir redes robustas y diversificadas»
Casi dos semanas después de que Almería se quedara a oscuras, los ciudadanos seguimos sin conocer los orígenes de lo sucedido. La vicepresidenta Sara Aagesen ... atinaba en su última comparecencia en el Congreso a situar los eventos desencadentantes, una supuesta caída en bloque de la generación en tres puntos del sur de España: Granada, Sevilla y Badajoz. Algún día se sabrá lo que ocurrió. Y si no, se culpará directamente de lo ocurrido a quien no ofrezca las explicaciones. Eso es la responsabilidad política.
Pero más allá del hecho general, del impacto global del suceso para la red ibérica, el apagón que afectó a Almería ha servido como un crudo recordatorio de la fragilidad de nuestros sistemas y de la imperiosa necesidad de construir redes robustas y diversificadas para el futuro. En un mundo cada vez más interconectado, la extensión y el fortalecimiento de las redes de transporte, comunicaciones, energía y vivienda no son solo deseables, sino esenciales para garantizar la resiliencia, el desarrollo y el bienestar de la provincia. Solo hace falta echar un vistazo a la telaraña de distribución eléctrica para ver cómo en el sureste peninsular hay un agujero negro. Este incidente subraya la urgencia de aprender de las vulnerabilidades expuestas y de invertir para que esto no vuelva a repetirse en el futuro.
A los pocos días del apagón, el caos de los trenes ha remarcado la necesidad de extender las redes de transporte, de mejorar la vigilancia de los sistemas de alimentación y seguridad de la red y de implementar protocolos que eviten lo ocurrido tras el robo de cobre en la línea de AVE hacia Andalucía Occidental en la provincia de Toledo. En esta ocasión no solo podemos culpar de la situación a una red con claros puntos negros, sino que también responde a un diseño del sistema ferroviario español centrípeto. Todo nace desde Madrid, todo desemboca en Madrid. Y si falla algo en torno a Madrid, el caos es singularmente hiperdimensionado. El corredor mediterráneo, ahora en construcción, es la única excepción ante lo que debiera ser una red de transporte mallada y con múltiples opciones que asegurara la continuidad de la actividad económica y social, evitando el aislamiento. No solo en referencia de comarcas enteras de lo que conocemos como la España vaciada, sino también en las periferias, obligadas a viajar por las líneas de AVE –las afectadas por la problemática del robo de cable de cobre– frente a la evidente desinversión en la red convencional, la que soporta los cercanías en las grandes ciudades y los trenes de Talgo, la única alternativa de Almería.
En el ámbito de las comunicaciones, el apagón evidenció la dependencia de una infraestructura que, aunque avanzada, puede ser susceptible a fallos a gran escala. Extender y diversificar las redes de comunicación, tanto físicas como inalámbricas, es vital. Esto no solo implica invertir en fibra óptica de alta velocidad que llegue a todos los rincones de la provincia, sino en fortalecer las redes de telefonía móvil y explorar alternativas de comunicación satelital para situaciones de emergencia. Curiosamente la única red de internet que funcionó sin problemas durante el apagón fue la que se oferta por satélite para las zonas más aisladas del territorio.
La red de vivienda también requiere una visión a largo plazo que tenga en cuenta la eficiencia energética y la sostenibilidad. Fomentar la construcción de viviendas con criterios de eficiencia energética, así como la rehabilitación del parque existente para reducir la dependencia de la red eléctrica, es fundamental. Además, la planificación urbana debe considerar la creación de comunidades más autosuficientes en términos de recursos básicos. La extensión de estas redes no es solo una cuestión de infraestructura física o digital, sino también de conexión social y colaboración.
El apagón debe servir como catalizador para una reflexión profunda sobre la necesidad de construir un futuro más conectado y resiliente para Almería. Extender y fortalecer las redes de transporte, comunicaciones, energía o vivienda, aprendiendo de las vulnerabilidades expuestas y apostando por la diversificación y la sostenibilidad, es una inversión imprescindible para garantizar el bienestar y el progreso de la provincia en el siglo XXI. Hay que tupir la telaraña.
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