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Belén López es propietaria del gastrobar Globe, ubicado en el céntrico barrio de Oliveros en Almería capital. Tras varias horas de apagón energético, narraba el lunes a IDEAL cómo se estaba desarrollando la jornada en un establecimiento que ofrece a diario cientos de servicios tanto en desayuno y aperitivo como en almuerzo, merienda y cena.
Un día que mantuvo paralizado a todo el país, aunque en su establecimiento la actividad no cesó durante las horas de este suceso de repercusión nacional. La mayor dificultad, como en el resto de negocios, el pago con tarjeta de crédito a través de TPV.
«Está mal, está yendo todo mal, no puede ser de otra manera», comentaba no obstante a IDEAL, si bien trataba de salvar los muebles para atender a los clientes que, desorientados, se acercaban a tomar un café o incluso comer lo que hubiese o pudiera prepararse sin energía eléctrica.
«La luz se cortó a las 12 y media de la mañana y los congeladores están funcionando, pero en cualquier momento dejarán de hacerlo, llenos de mercancías con las consecuentes pérdidas. A la mitad de la clientela no se le ha podido dar un servicio en condiciones», lamentaba en este periódico.
En efecto, el café de máquina se convirtió ayer en un café de sobre que no a todos los clientes convencía por su diferencia de sabor con el producto que elaboran las cafeteras. En cuanto a la leche, la calentaban en un hornillo de gas en la cocina. Y, las tostadas, obviamente, con pan pero sin tostar. «Es decir, lo que viene siendo un bocadillo», ironizaba el camarero.
Tampoco se podía cobrar si no era en efectivo, ni se podía utilizar la freidora para servir fritos o usar el lavavajillas. «No tenemos armas suficientes para poder defendernos de este apagón después de cinco horas y media, porque seguimos en la misma situación que esta mañana, a la espera de que nos den información», comentaba a media tarde, aunque reconocía que faltaba información porque «tampoco se sabe nada en realidad de lo sucedido o lo que vaya a pasar».
Confíaba, eso sí, en que lleguen pronto las correspondientes indemnizaciones que sufraguen los daños del material perdido. «Espero que nos indemnicen como es debido por el congelador lleno de helados y otros llenos de comida. No sé qué voy a encontrarme cuando se desconecten los congeladores», comentaba con pesadumbre.
«No recuerdo una situación parecida; no, durante tanto tiempo», concluía.
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