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Miles de almerienses acompañan al Santo Cristo de la Escucha por el centro de Almería.

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Miles de almerienses acompañan al Santo Cristo de la Escucha por el centro de Almería. Baltasar Gálvez

Escucha: Fe y oración en la madrugá almeriense

Un nuevo Viernes Santo, miles de almerienses se echaron a la calle para rezarle al Crucificado que tallara Jesús de Perceval en 1941 y que durante todo el año podemos ver en la Catedral

Aroa García

Almería

Viernes, 18 de abril 2025, 18:47

Un nuevo Viernes Santo, miles de almerienses se echaron a la calle para rezarle al Crucificado histórico de Almería, ese medieval que tuviera que volver a tallar Jesús de Perceval en 1941 tras su desaparición en los sucesos de los años 30 y que durante todo el año podemos contemplar en la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral. Un Cristo oscuro, de tez morena y tallado en madera de nogal, con una policromía en tonos sombríos. Las cinco de la mañana, Viernes Santo, y la Plaza de la Catedral se convierte en el escenario. Un megáfono guía el rezo de las Estaciones del Vía Crucis. Esta es la madrugá almeriense, esto es lo que nos hace únicos, esto es tradición e idiosincrasia propia.

La Plaza de la Catedral vuelve a ser el epicentro de la Semana Santa almeriense, pero ahora no como Carrera Oficial, ni con sillas dispuestas para ver el discurrir de las Hermandades. Ahora es la espera a que se abran las puertas para que salga Él, el Cristo con más devoción de Almería, el Cristo de la Escucha. A las cinco de la mañana, las puertas de la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación se abrieron, y la Hermandad del Santísimo Cristo de la Escucha comenzó su Vía Crucis. Impresionante la cantidad de gente que se agolpa para vivir la madrugá almeriense, pero sobre todo, para rezar, para dar gracias y para acompañarlo en su discurrir por el centro de la ciudad. <

Una devoción que sigue creciendo año tras año, incansable y atemporal, porque la madrugada del Viernes Santo no solo se veía personas mayores, que sí, que había muchas acompañándolo, sino también jóvenes que se acercan al Señor para rezarle y pedirle, para darle gracias o simplemente para estar a su lado en esta víspera de su muerte. Una noche de tradición, en la que varias generaciones oran juntas, en la que el arraigo y el recogimiento se funden en la procesión con más devoción espontánea de la ciudad, porque el cortejo no está formado, simplemente se trata de ir acompañando al Señor, y el silencio es espectacular, solo roto por los rezos de los fieles, las letanías y la lectura de las estaciones del Vía Crucis, recordándonos la Pasión y Muerte de Jesús.

Un Cristo oscuro, que llevamos viendo toda la Semana en la puerta de la Catedral para recibir a las Hermandades, un Señor adornado con palmas de olivo, aquellas con las que lo vitorearon hace pocos días, y con rosas rojas y paniculata a sus pies. Sencillo, sobrio, no necesita más; su belleza y su devoción son lo único que necesita el Cristo de la Escucha.

Hay leyendas e historias que explican su nombre, pero en esta noche está claro que lo que el Señor ha hecho en las calles de Almería ha sido escuchar a todo el que se le acercó, el que pidió, el que rezó, los miles de almerienses que han hecho perfecta nuestra madrugá almeriense. Un recorrido sin Carrera Oficial, sin formalismos, sin horarios, solo las estaciones del Vía Crucis y el rezo de los devotos; el Vía Crucis de la Escucha no necesita más. Igual que no necesita hábitos ni túnicas, los fieles, los devotos, Almería entera a sus pies, lo único que necesita es acompañarlo, es estar con él, es esperarlo, como hace la Hermandad de la Soledad en su sede canónica de Santiago, que a su paso está allí, esperando para rezarle al Señor.

Y ya de día regresó a la Catedral, después de haber bendecido a la ciudad a través de quienes fueron a rezarle, quienes volvieron a llevarlo a la Plaza de la Catedral tras haberlo «cuidado» durante todo el recorrido con sus súplicas y oraciones. La Escucha, el Cristo de la Catedral, el Crucificado venerado por la fe sencilla y sentida, al que se le reza cada Viernes Santo mientras la ciudad duerme y lo único importante es acompañarlo a Él.

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