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Los cinco interinos han participado en una de las concentraciones que están teniendo lugar en toda Andalucía. S. B.
Los docentes interinos de la provincia alzan la voz

Los docentes interinos de la provincia alzan la voz

Cinco maestros visibilizan lo que supone para más de 3.000 almerienses y unos 20.000 andaluces que las oposiciones convocadas por la Junta salgan adelante

Sara Bárcena / R. I.

Sábado, 26 de abril 2025, 23:54

Los docentes en calidad de interinos de Almería y toda Andalucía llevan semanas pronunciándose en contra de las oposiciones convocadas por el Gobierno andaluz el próximo mes de junio. En la provincia, hay más de 3.000 interinos, el 26,48% de los 11.339 docentes que imparten clase en los centros educativos almerienses, según han informado a IDEAL desde la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF).

En toda la comunidad, pueden ser en torno a 20.000, que insisten en «lo justo» de que haya una convocatoria pactada entre todas las comunidades autónomas, que en los últimos años han coincidido en la alternancia de ofertas de Primaria y Secundaria, para así evitar el «efecto llamada».

El temor generalizado es que, al ser el territorio andaluz el único en lanzar plazas –junto con Castilla y León y Ceuta–, docentes de todo el país se den cita aquí y, por lo tanto, la posibilidad de conseguir plaza o vacante se reduzca para ellos al no tenerse en cuenta el tiempo de servicio y eso dificulte la conciliación familiar, entre otras cuestiones. Por ello, distintos sindicatos y movimientos, como IIDEA, Ustea o Marea Verde, han impulsado huelgas los miércoles y jueves de forma indefinida, concentraciones en Sevilla y en cada capital de provincia.

La Junta de Andalucía aúna en esta convocatoria las correspondientes a los años 2022, 2023 y 2024, así como la OPE de 2025. En total, se ofertan 7.808 plazas de 33 especialidades distintas, 4.401 correspondientes al cuerpo de maestros, y 3.276 al de profesores de Enseñanza Secundaria.

La Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional ha recibido, una vez concluido el plazo de inscripción, un total de 48.455 solicitudes para participar en las oposiciones de este año, de las que el 92% corresponde a aspirantes de Andalucía y, el resto, a solicitantes de otras comunidades.

A los interinos de tres a cinco años se les exige un concurso-oposición, mientras que a los de cinco o más les basta con un concurso de méritos. Se escuda en la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que establece la obligación de las comunidades autónomas de reducir la interinidad un 8% y niega el 'efecto llamada', ya que «los andaluces logran el 89% de las plazas y solo un 11% son de otras comunidades».

En este contexto, cinco docentes interinos han alzado la voz y han explicado a IDEAL lo que se juegan si las oposiciones de junio salen adelante.

Patricia Lara: «Trabajo a 130 kilómetros de aquí y tengo un niño con discapacidad que no puedo mover»

El primer concurso oposición de Patricia Lara fue en 2004. No aprobó hasta 2008. Aun así, no logró plaza. Volvió en 2010. Mismo desenlace. Se quedó la número 15 de 14. Pero entró en bolsa y en 2012 la llamaron para trabajar como profesora de Lengua Castellana y Literatura. Hasta entonces, estuvo promoviendo la escuela inclusiva y materiales DUA. Nació su hijo, al que diagnosticaron trastorno del espectro autista. Luego, tuvo una niña. Y en 2014, se presentó de nuevo al proceso de selección. Con el último proceso de estabilización, sacaron «poquísimas» plazas. «Nunca entendía a quién habían estabilizado porque mi bolsa apenas se movió», comenta.

Desde que empezó, esta mujer ha pasado por dieciocho centros diferentes. Estuvo dos años impartiendo clase a 160 kilómetros de su casa, y a día de hoy lo hace en El Ejido. «Trabajo a 130 kilómetros y tengo un niño con discapacidad que no puedo mover», cuenta. Su situación es «absolutamente ingobernable». Ha pedido reducción de jornada para poder atenderlo. Si en la convocatoria de junio no consigue una vacante, «es muy probable que tenga que cobrar el paro».

La mayoría de docentes interinos es mujer mayor de 45 años con cargas familiares «muy grandes». El punto es que la gente «juzga mucho». «Nadie es interino por gusto ni permanece en una situación de inestabilidad porque sí. Se nos exige una formación continua. Estamos hiperpreparados para trabajar. Y no se nos está teniendo en cuenta», defiende.

Dani Molinero: «Soy afortunado por trabajar en mi provincia, pero hago mil kilómetros cada semana»

A sus 36 años, Dani Molinero lleva ocho trabajando, siete de ellos de forma continua. Es maestro de Primaria. Desde que se graduó en la universidad, ha pasado por «incontables» procesos de selección. «Te chocas siempre con el mismo problema, que es el acceso a un trabajo digno. He pasado por tres provincias, Sevilla, Málaga y Granada, y ojo, que yo he sido un afortunado. Además, hoy día estoy trabajando dentro de mi provincia», dice. Aun así, cada día tiene que conducir una hora y media para dar clase y otro tanto para volver a casa. «Me hago mil kilómetros cada semana, de lunes a viernes», lamenta.

Aunque prefiere eso a tener que desplazarse cientos de kilómetros más, fuera de la provincia. Podría pasar si las oposiciones de junio salen adelante. «No cuentan con los sentimientos de las personas. Somos personas. Yo tengo mi pareja, mi hogar, y dudo que pueda conseguir algo. Veo peligrar mi futuro laboral», admite. También está en juego la «estabilidad» del alumnado, advierte. «Cada año nos cambian de centro. Cada año son maestros nuevos que tienen que conocer a los niños y estos se tienen que adaptar a ese nuevo docente y eso perjudica la calidad de la enseñanza», concluye.

Paula Martínez: «He pasado por nueve centros de tres provincias diferentes en siete años»

Los orientadores pertenecen a Secundaria pero pueden trabajar tanto en colegios como en institutos. En estos últimos, hay uno por centro, mientras que, en Primaria, uno solo lleva tres o cuatro a la vez. La Junta no ha convocado esta especialidad en junio y a Paula Martínez le viene «muy bien». «Yo me veré en esas el año que viene. Ahora tengo mi vacante en Motril y si me hubieran convocado tendría problemas para la conciliación familiar», comparte esta docente de 36 años.

Martínez lleva en activo desde 2018. Ha pasado por nueve centros de Málaga, Almería y Granada y, en tres años, ha ocupado vacantes en Granada, en Motril y en Iznalloz. Se ha presentado a cuatro procesos de selección y los ha aprobado todos, pero «no hay manera» de conseguir una plaza fija. Madre de una niña de año y medio, trabaja por las mañanas y la cuida por las tardes. Es el modelo familiar que quiere para ella. «Y es muy difícil someterse a esa tensión y presión de estar estudiando los mismos sesenta temas una y otra vez mientras trabajas y, además, intentas ser madre».

Pedro Lopera: «Llevo todo el curso con una vacante. Si se convoca, media España va a venir aquí»

Pedro Lopera tiene 42 años y es profesor de Educación Física en Primaria. Acumula once años de servicio a sus espaldas, aunque trabajando lleva uno o dos más. «Al principio, te dan contratos de meses y cuesta completar el primer año. En agosto, cumplo siete ininterrumpidos trabajando para la Junta y he pasado por dieciséis colegios. He tenido una suerte inmensa porque solo he estado en la provincia, pero a costa de hacer 120.000 kilómetros en cinco años y medio y con la pandemia en medio», subraya.

De su especialidad, puede haber cien tribunales; en cada uno, noventa personas, aproximadamente, y entre dos y cuatro plazas, más o menos, según la especialidad. Este docente se ha presentado a nueve procesos de selección y ha aprobado cuatro, pero no ha conseguido plaza fija. «Llevo todo el curso con una vacante, una sustitución. Si se convoca, al solo darse en Andalucía, media España va a venir aquí. Estoy divorciado y tengo una hija y familiares que necesitan atención. Mi madre está jubilada y mi abuelo, que tiene 94, se apoya en mí en muchos sentidos. Con el tiempo que llevo trabajando, y ahora no se tiene en cuenta», sentencia, y añade que, este curso, el 20% del profesorado andaluz no tiene una plaza fija.

Virginia González: «Cuando el tiempo de servicio contaba, no tenía experiencia, y ahora que la tengo, ya no cuenta»

La pescadilla que se muerde la cola. Eso es, según Virginia González, el paradigma al que desde hace años se enfrentan los docentes interinos en Andalucía. «He sido víctima de las maldades de este sistema. En 2010, aprobé, pero no me dieron plaza. Me llevé la gran decepción de mi vida. Me fui a la universidad y con la crisis me redujeron la carga lectiva. Tuve que irme. Estuve cuatro años en Kuala Lumpur y luego en Singapur y en Grecia, buscándome la vida», rememora. Después, volvió y se presentó a dos de las tres oposiciones que ha habido. En la última, quedó cuarta y había tres plazas.

En medio, fue madre soltera. Su hijo tiene hoy cuatro años. En los últimos seis, ha pasado por quince centros diferentes, la mayoría con vacante. Cada día sale a las siete de la mañana y llega a las ocho. A las tres, cuando termina, da media vuelta. Tiene que pedir ayuda a su familia. De cara al año que viene, no cree que consiga tener vacante. Ni siquiera cree que pueda tener trabajo.

«Cuando el tiempo de servicio contaba, no tenía experiencia, y ahora que la tengo, ya no cuenta. Cuenta el tiempo de servicio en concertados y los méritos», explica. Además, de conseguir un puesto, seguramente «tendría que cambiar a mi hijo de colegio y llevármelo quince días a Huelva, a Almería o a donde toque. Cuando decidí ser madre fue porque pensé que ya estaba estabilizada».

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