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José Manuel Bretones
Periodista
Sábado, 15 de marzo 2025, 23:42
Esta primavera se cumplirán 30 años de la muerte de Lola Flores. Tercera década sin 'La Lola de España' o 'La Faraona', como era conocida María Dolores Flores Ruiz. La jerezana, que nació el 2 de febrero de 1923, revolucionó los tablaos con su forma peculiar de actuar y de cantar, pero, sobre todo, porque era única e irrepetible. Para todo; fuese bueno o malo. Sus fans la tenían, poco menos, como una divinidad y ella actuaba en consecuencia.
Una vez, el 22 de febrero de 1977, interrumpió la grabación del programa de TVE 'Esta noche fiesta' de José María Íñigo gritando «se me ha caído un pendiente de oro» y todo el mundo tuvo que ponerse a buscar la presunta joya. Fue, cómo no, protagonista en la boda de su hija Lolita con Guillermo Furiase el 25 de agosto de 1983, con la mítica frase dirigida a la multitud que llenaba la iglesia: «Si me queréis, ¡irse!»
Y por muy diva que fuera, en marzo de 1987 el ministerio de Hacienda la cazó con irregularidades fiscales, cuyo delito sumaba 52.299.970 pesestas. Para esos casos, la pena ascendía a seis años de cárcel, aunque finalmente fue librada de ir entre rejas. Ella, en su deidad flamenca, afirmó que «yo no soy una delincuente; no sabía que tenía que declarar» y concluyó «no es que no quisiera pagar, es que el Estado tenía que subvencionarme porque he paseado el nombre de España «muy alto». Así, no dudó en pedirle un duro (cinco pesetas) a cada español para pagar su deuda, al mismo tiempo que sentenciaba en un alarde de egocentrismo: «Los políticos que me han hecho daño serán sustituidos; yo no tengo sustituta, me moriré siendo Lola Flores».
Sin duda, fue un personaje público peculiar y carismático. Cada vez que hablaba sentenciaba sus argumentos con frases para la historia. «Yo tengo más fuerza que Chernóbil»; «¡Los espectáculos no deben faltar nunca, que no sea solamente el bingo!»; «Si tengo que pagar a Hacienda doscientos millones me tomo un bote de pastillas»; «Estoy guapa porque el brillo de los ojos no se opera»…
A Lola Flores la vimos semidesnuda en 1983 en la revista Interviú; sus fotos en 'top less' las contemplaron centenares de miles de españoles que compraron la revista. Entones el ejemplar costaba 150 pesetas. El director de la publicación, Eduardo Álvarez Puga (1930-2021), contó años después que pagaron a la artista 8,5 millones de pesetas billete sobre billete y que antes de la sesión fotográfica pactada, Lola le enseñó una teta: «para que vea usted el material antes de comprarlo», dijo.
Estoy seguro de que las nuevas generaciones de almerienses habrán oído habar de Lola Flores. Su clan ya se encarga en mencionarla cada vez que tiene oportunidad, como una referencia indudable de la saga; como si el arte si heredara.
El caso es que Lola Flores protagonizó un doble y feo desaire con los almerienses. Fue hace más de medio siglo. La bailaora y cantaora la contrataron para que actuara el 29 de julio de 1972 como artista invitada del final de fiesta en el III Festival Internacional de la Canción de la Ciudad Luminosa de la Costa del Sol. Estaba previsto que 'La Farona', con su marido Antonio González Batista 'El Pescaílla' (1925-1999), y su grupo flamenco habitual, ofrecieran un show, presentado por José María Íñigo (1942-2018). En la misma noche también estaban incluidos los humoristas Tip y Coll y la cantante Mari Trini (1947-2009).
Un día antes de la actuación, Lola Flores envió un telegrama al Ayuntamiento de Almería cancelando su compromiso con el argumento de que había enfermado y estaba bastante 'malica' de la garganta. Afónica, o algo así. La organización del festival cubrió el hueco con la actriz, vedette y cantante Marujita Díaz (1932-2015), pero algunos espectadores almerienses no se tomaron muy bien la 'espantá' de la diva.
Pasó un año y la organización del IV Festival Internacional de la Canción debió creerse a pie juntillas lo de la enfermedad de la Flores. Para la edición de 1973 volvió a ponerle encima de la mesa el cuarto de millón de pesetas de su caché y la contrató para el 28 de julio como final de fiestas. El Ayuntamiento encargó carteles, programas y octavillas con la foto de la flamenca y anunció en las radios locales, a bombo y platillo, su actuación. Pero…
Solo unas horas antes de que subiera a las tablas de los jardines del Colegio La Salle se conoció que, ese año, tampoco vendría a cantar. Y esta vez no fue por una dolencia ni por indisposición física, simplemente porque no le dió la gana; se negó a venir. A la misma hora de ese día ofrecía su espectáculo de cante y baile en una sala de fiestas de Puerto Banús, en Málaga; un 'show' anunciado con antelación en el diario 'Sol de España'. La Lola tenía cerradas, al menos, once galas entre el 21 y el 31 de julio y mandó a Almería a tomar viento.
Para sustituir a la caprichosa e incumplidora hubo que contratar, deprisa y corriendo, a Massiel (1947) que viajó en avión desde Madrid hasta Málaga y luego cuatro horas de coche hasta la capital almeriense. Ésta llegó minutos antes de la actuación y, con el humorista Fernando Esteso (1945), cerraron a gran nivel y con éxito la fiesta final del festival.
Cuando Rosa María Mateos (1942) y Miguel de los Santos (1936), como presentadores del IV Festival Internacional de la Canción, anunciaron el desplante de Lola Flores al público que había pagado su entrada hubo pitos, quejas, algún que otro insulto y sobre todo caras de asombro y sorpresa. Aquello no se olvidó durante décadas y la imagen social de la 'Lola de España' resultó muy muy dañada en la provincia.
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María Díaz y Álex Sánchez
Alicia Negre y Lidia Carvajal
Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
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