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Francisco Sánchez-Waisen
Almería
Lunes, 29 de enero 2018, 01:06
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Después de un ascenso rápido a gran altura se han encontrado aumentos significativos en el espesor de la capa de fibras nerviosas de la retina (RNFL) que pueden conducir a otros cambios patológicos según un estudio realizado en China y publicado en la revista Eye.
El ascenso a una gran altitud puede inducir una variedad de síntomas, incluyendo el conocido mal de altura, pero pocos estudios han descrito los cambios oculares agudos que ocurren a gran altitud y su pronóstico a largo plazo.
Se investigaron las retinas de 91 personas sanas (82 hombres) antes y después de su traslado al Tíbet a 4.600 metros sobre el nivel del mar.
Después del ascenso, hubo aumentos significativos en el espesor de la RNFL en los cuadrantes superiores e inferiores de la mácula y en los cuadrantes nasales y temporales del disco óptico. El espesor de la RNFL disminuyó significativamente el cuadrante inferior del disco óptico.
Al regresar a la altitud basal, estos espesores volvieron a sus niveles previos, con la excepción de la RNFL del cuadrante inferior de la mácula, que se quedo significativamente más gruesa de forma permanente.
Se documentaron cambios patológicos en los ojos de nueve participantes al regresar a la altitud basal, incluyendo una neuropatía óptica isquémica, dos cegueras corticales y seis que desarrollaron signos de miopía permanente.
El entorno de gran altitud puede tener un impacto negativo en la salud visual y puede contribuir a la incidencia de varias enfermedades oculares que se englobarían dentro de la oftalmopatía de altura.
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