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Almería, incomunicada y a oscuras

Almería, incomunicada y a oscuras

La provincia vive una jornada histórica de colapso y caos trasun apagón que continuaba al cierre de la edición

David Roth, Nerea Escámez, MC Callejón, Miguel Cárceles y Juanjo Aguilera

Martes, 29 de abril 2025, 08:24

Al cierre de la edición, los relojes de Almería aún marcaban las 12.33. Son los dígitos que quedaron congelados en los postes de la ciudad para subrayar el instante en que la luz se apagó, por primera vez en la historia, en toda España. Los semáforos se fundieron a negro, los cajeros dejaron de repartir efectivo, los jueces de impartir justicia y los grupos electrógenos de los hospitales arrancaron para asegurar la actividad médica. Quienes conservaron algo de cobertura en los primeros minutos pudieron preguntar a su entorno si el apagón era generalizado o no. Y los que lograron respuesta empezaron a tener problemas de comunicación en cuestión de minutos.

El 28 de abril será recordado de aquí en adelante como una de aquellas fechas marcadas en la memoria histórica de la sociedad moderna. Un hito que de aquí a unos años podría provocar los habituales comentarios de:«¿Recuerdas qué estabas haciendo cuando ocurrió?».

El repentino apagón generalizado a nivel nacional se ha cebado con toda su crudeza con la provincia de Almería, que no solo veía alterada su rutina de lunes anodino, de arranque tibio y triste de semana cualquiera con ojeras y más voluntad que obra. Lo hizo afectada de todas las maneras posibles y volvió de un empujón a los analógicos años ochenta con el añadido de que no se podía ni tan siquiera prender la luz de los focos.

Hospitales, aeropuerto, puerto y estaciones de ferrocarril y autobús, comercios, centros de salud, institutos, administraciones públicas... incluso el Campus de la Universidad de Almería han tenido que activar el plan de suministro alternativo con fuentes de emergencia.

El resto de establecimientos y servicios públicos se ha visto obligado a trabajar como cuando la luz no era un recurso tan sumamente común y preciado. Pequeños y grandes comercios se han visto obligados a cobrar en metálico e incluso, en lagunos casos, a dejar de funcionar, bajar la persiana y cruzar los dedos a la espera de que todo el contenido de los frigoríficos y los congeladores no acabe camino de los cubos de la basura.

Ascensores bloqueados, aparcamientos sin apertura de puertas, y cualquier dispositivo electrónico que requiera de corriente eléctrica, inoperativos, salvo que se dispusiera de fuentes alternativas. Y las líneas de móvil, saturadas ante la avalancha de mensajes y llamadas de sorprendidos ante la ausencia de luz.

El apagón sorprendía a la gente en sus quehaceres rutinarios tres minutos después de las 12.30 horas. Endesa, la principal suministradora en el mercado almeriense, aseguraba a los pocos minutos de que se produjera el fundido a negros que no le constaba la más mínima avería en su red de distribución en baja. Ya entonces, al borde de la una, lo vinculaba todo a un fallo de la Red Eléctrica Española. El alud del apagón comenzaba a mostrar visos de monstruo conforme se conocía la confirmación de que la incidencia también se daba en Madrid, Barcelona, Málaga, Granada, Sevilla, Murcia, Badajoz, Lisboa, Bilbao o Almeria, entre otras.

Con los semáforos en negros, la reunión de crisis en el Ayuntamiento de Almería fue casi automática. Al equipo de Gobierno municipal se le sumó la dirección operativa de los servicios de Policía Local, Protección Civil y Bomberos de la capital, que activaban un plan para asegurar al máximo la normalidad en la ciudad. Algo parecido se daba, como réplicas, en Roquetas de Mar, El Ejido, Vícar, Níjar o Adra, entre otros grandes municipios de la provincia de Almería.

Entre las contramedidas impulsadas en la capital, los operativos de la Policía Local se lanzaron a los principales centros de distribución de tráfico de la capital para controlar los flujos y asegurar que la circulación no colabsaba con los semáforos en negro. El sonido de los silbatos de los agentes de tráfico, tan comunes en los 70 y 80 en el centro de Almería volvían al paisaje sonoro de la ciudad a media mañana sin que, el caos provocado por el gran apagón, acabara por trasladarse a las calles y avenidas de la ciudad.

La Policía Local de Almería atendió una treintena de demandas de asistencia, principalmente relacionadas con personas mayores que no podían llegar a su domicilio, a residencias de ancianos o que necesitaban gasolina u otro tipo de combustible para sus generadores. También algunas demandas de ambulancia para transporte a hospitales, para la generación de oxígeno o la petición extraordinaria de grupos electrógenos demandados por residencias para las personas mayores.

Mientras tanto, los Bomberos de la capital han prestado más de 40 servicios relacionados fundamentalmente con el desbloqueo de personas que habían acabado encerrada en ascensores en el momento en el que el apagón paralizó por completo la actividad en Almería. También por un accidente de tráfico a la salida de la autovía en dirección a Málaga a la altura del enlace con la Rambla de Belén. El apagón también oscurecía los aularios y las bibliotecas en la Universidad de Almería. Lo hacía durante apenas diez segundos, los que ha necesitado su sistema de autogestión para activar los generadores propios y permitir la continuidad de las labores docentes en sus centros. Horas después, la actividad docente quedaba pospuesta ante la falta de fluido eléctrico, como ha ocurrido finalmente en toda Andalucía, y la carencia de internet.

Entre otros sectores de vital importancia para la ciudadanía, Cajamar detallaba a este periódico que se evaluaba, durante toda la jornada, la afección del apagón a la red territorial de oficinas de todo el país porque tanto en banca electrónica como en servicios centrales, cuyos trabajos se centran en instalaciones ubicadas en el Parque Científico y Tecnológico de Almería (PITA) con fuente energética solares y con equipos de emergencia para el suministro en casos caída de la red, todo funcionó con absoluta normalidad durante toda la jornada. Los servicios minimos se mantenían, en las oficinas que quedaron abiertas por disposición de fluido eléctrico, con generadores. Según trasladaban fuentes de la entidad, en las direcciones territoriales están pertrechados de grupos electrógenos que permitieron un trabajo absolutamente normalizado.

El Puerto y el Aeropuerto de Almería, con grupos electrógenos propios, funcionaron también con normalidad gracias a la existencia de dotaciones de generación eléctrica autónoma. La operativa de ferris y la de despegues y aterrizajes funcionó con absoluta normalidad. No así la de trenes. Los viajes ferroviarios se cancelaron, no así los de autobús –ni siquiera los urbanos, que funcionaron con normalidad–.

De los mayores afectados, los comercios de comestibles. Los grandes supermercados de cadena tuvieron que bajar la persiana porque su tecnificada operativa era imposible de mantener sin fluido eléctrico. Grandes comercios como El Corte Inglés o Mercadona pudieron seguir abiertos –con una operativa similar a la de la época de la covid–. Y los pequeños colmados y tiendas de ultramarinos vaciaron su stock de agua y pan como lo hicieran en época de pandemia con el papel higiénico.

Los supermercados temían por su género congelado y refrigerado. Cada hora hasta el restablecimiento de la normalidad corría en su contra. Las organizaciones empresariales auguran que el apagón supondrá un gran golpe económico por valorar.

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