El aire levantino de Rosario del Mar enraiza en el Jueves Santo

El Jueves Santo tiene sabor a Hermandad de Casco Antiguo, a imágenes que pasan cerca de la Alcazaba, a itinerarios que nos muestran las estrechas y sinuosas calles de la Almería antigua. El Jueves Santo sabe a Penas y a Rosario del Mar, y también a Luis Álvarez Duarte. La Hermandad Dominicana y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Penas en el Abandono de sus Discípulos, María Santísima del Rosario del Mar en sus Misterios Dolorosos, Santa María Magdalena y Santo Domingo de Guzmán abrió las puertas del Santuario para salir a la plaza de la Virgen del Mar a las 20.15 horas. Debido a su ubicación, en ese mismo instante comenzó su Carrera Oficial, encaminándose hacia la Catedral, para luego adentrarse por las calles del casco histórico, dejando estampas bellísimas.

Aunque, el día comenzó para los hermanos de esta corporación con el emotivo acto matutino de la entronización en el paso de Nuestro Padre Jesús de las Penas de la reliquia de Santo Domingo de Guzmán, un gran privilegio que tiene esta hermandad dominicana y que hace de su cortejo una estación penitencial singular. Este mismo relicario ha sido restaurado y plateado este año, realzando aún más la importancia de la reliquia de Santo Domingo para la Hermandad.

El paso de Nuestro Padre Jesús de las Penas en el Abandono de sus Discípulos, obra íntegra de Luis Álvarez Duarte, que disfrutamos desde el año pasado, es uno de los misterios más bellos y distintos de nuestra Semana Santa. El asesor artístico de la Hermandad y vestidor, Álvaro Abril, le ha dotado de una singularidad en nuestra ciudad, con vestiduras de aires levantinos. Vemos a los apóstoles con túnicas profusamente bordadas y en colores poco usados en nuestra ciudad, como rosa, azul y burdeos, y los mantolines, colocados con numerosos pliegues, ceñidos a la cintura con lazos. Una forma distinta en nuestra Almería, pero única de la Hermandad, que la llena de esa originalidad bien entendida, tan necesaria en nuestra Semana Grande.

Comenzó un cortejo de nazarenos con túnica y capirote negros, guantes negros, cíngulo y capa blanca, y en el pecho el escudo de la Hermandad con las palabras «Veritas, Rosario y Penas», un hábito hecho con buen gusto, elegante y sobrio a partes iguales. Y, tras los nazarenos, las señoras vestidas de mantilla acompañan a la Madre de Dios sufriente, a la Reina del Rosario, una imagen especialmente bella tallada por Luis Álvarez Duarte, que en esta noche de Jueves Santo luce aún más hermosa. Álvaro Abril sabe cómo vestirla, cómo darle ese toque clásico y único a la belleza natural de la imagen. En este Jueves Santo, le ha despejado el rostro y el cuello, con un corazón dorado atravesado por un puñal de piedras en su pecho, y una saya burdeos bordada en oro. Elegancia sublime en la titular mariana de la Hermandad.

Una Hermandad que trabaja mucho, que sigue soñando con los pies en la tierra, que ha forjado proyectos grandes y ha dado pasos importantes, engrandeciéndose a sí misma y a la Semana Santa en general, con sello distintivo, elegante y clásica. Una auténtica delicia verla cada Jueves Santo.

La atmósfera que rodea a esta Hermandad es de una solemnidad que invita a la reflexión, donde cada detalle, desde el repicar de las campanas hasta el aroma del incienso se entrelazan para crear una experiencia sensorial única.

La música que acompaña al cortejo, cuidadosamente seleccionada, añade una dimensión emocional profunda, resonando en los corazones de quienes presencian el paso de la procesión. Cada paso, cada mirada, cada gesto, es un testimonio de fe y devoción, un legado transmitido a través de generaciones que se manifiesta con especial intensidad en las calles de Almería durante el Jueves Santo.