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«He perdido todo», ha apuntado, Youssef J., presunto autor del asesinato por degollamiento a su mujer, Zhour B., antes de concluir la tercera sesión de la vista oral de su juicio en la Audiencia Provincial de Almería a modo de defensa sobre los hechos del crimen, en presencia de sus tres hijos, en el domicilio familiar de la calle Galera de Pescadería el pasado 7 de agosto de 2023. «Una persona que no está enferma nunca haría eso para perder la vida de su mujer así como su vida, lo hemos perdido todo», ha justificado en su testimonio frente a la magistrada-presidenta, Alejandra Dodero.
El lunes tendrá lugar el veredicto final y esta mañana las acusaciones han mantenido sus peticiones por un delito de asesinato, por el que la Fiscalía reclama una pena de 25 años de prisión y la defensa argumenta los hechos como un delito de homicidio.
La fiscal Déborah Díaz-Jiménez rechaza «toda credibilidad» a esta versión arrojando en su conclusión que pese a que no pudo probar que «no la dejara salir de casa ni fuera sometida a control», sí apunta a que el marido «es el autor de estos hechos tan atroces», por lo que solicita al jurado popular, mediante las pruebas, que construyan «un veredicto de culpabilidad y hagan justicia por Zhour, que fue brutalmente asesinada» por el acusado.
Por esta circunstancia, la fiscal afirma en su intervención que hubo «un plan preconcebido» para acabar con su vida «cuando ella estaba desprevenida en la cocina con su bebé en brazos, asegurándose de que no pudiera huir y escogiendo un arma blanca eficaz». Seguidamente insiste en que Zhour B., «no pudo defenderse, empujarlo o golpearle» porque la abordó por la espalda, «agarrándola del pelo que tenía recogido con un coletero de pelo artificial para así quitarle su capacidad de movimiento, ella solo intentó quitárselo de encima sin responder a lo que le estaba sucediendo».
Díaz-Jiménez analiza que fue a partir de que la mujer del acusado, Youssef J., llegó a España acompañada de sus hijos en 2021 cuando comenzó «la obsesión» del marido con el hecho de que «le era infiel, iba a denunciarle para quedarse con la casa y lo iba a meter a prisión». Esta situación empeoró su convivencia, «ella tenía prohibido abrir las ventanas», un acto que respalda con la versión que la hermana de la víctima ratificó sobre «la mala relación» que estaban atravesando en el seno de la familia pese a que su hermana, «solo quería estar con él y estar juntos porque lo amaba».
La representante del Ministerio Público da cuenta del «ensañamiento» del acusado hacia la víctima que también declararon los forenses en su intervención y resalta que «no tuvo capacidad de defensa» por lo que Zhour inició «su sufrimiento» cuando, cargando a su bebé en brazos, fue «agarrada del pelo e inmovilizada por la espalda». En esta línea, la fiscal insiste en que el presunto autor del crimen le asestó las cuchilladas que le provocó «sufrimiento» a la víctima que «no pudo hacer nada y supo que había llegado su final, frente a sus hijos».
El plan del acusado, según arroja la fiscal, se hizo «con ánimo de posesión y dominación sobre ella para acabar con su vida» y, evitar así, «que ella le denunciara o hiciera lo que quisiera», algo que cumplió al llamarla por teléfono esa mañana pidiéndole «que no le abriera la puerta a nadie, cuando llegó al domicilio la mató, cogió al bebé y se quedó mirándola —según la declaración ofrecida en la vista— y, calmado y sereno salió al balcón tal a por su hijo, que pedía ayuda a su vecina Josefa».
Tras la autopsia del cuerpo de la víctima se comprobó que presentaba «algunos cortes» en los dedos de una mano, y la fiscal descarta que estas «heridas de defensa» ocurrieran fruto de un «forcejeo» sino por «una reacción natural en su intento por evitarlas». Por su parte, el letrado Carlos Valverde, defensa del acusado, insiste en que esas «heridas de defensa» son «determinantes» porque la víctima «intentó defenderse», negando así «el ataque de forma sorpresiva» y considerando que «no está probado» que Zhour se hallara en la cocina alimentando a su bebé lactante ya que, «de haber llegado, el bebé habría caído y le habría producido una contusión grave».
Esta exposición de la fiscal sobre cómo ocurrieron los hechos, tras varios días donde han comparecido los propios familiares, vecinos del barrio, agentes del Cuerpo Nacional de Policía así como un equipo de médicos forenses, sostiene que la víctima sufrió «heridas profundas, con cortes que le afectaron a la tráquea, vértebra y esófago, causándole un dolor hasta llegar a la vena carótida que le produjo la muerte casi instantánea por la pérdida de sangre».
«Sin género de duda» considera que se hizo empleo de la «alevosía» en el crimen acontecido en el domicilio conyugal de la calle Galera ya que «Youssef J. la agredió de manera desproporcionada y él no tuvo ninguna lesión tras su actuación como argumentó en su declaración». Tampoco cree que el presunto autor del crimen merezca «una rebaja en su pena» por la atenuante de confesión porque «no confesó judicialmente en ninguna ocasión», solo en la primera sesión de la vista oral que «no recordaba nada, haciendo uso de memoria selectiva de que sí trataba bien a su mujer». Insiste la representante del Ministerio Fiscal que «no está acreditado» que el varón acusado tenía problemas de salud mental. Algo que los médicos han ratificado al no hallar un historial clínico del presunto autor «por salud mental» en los siete años previos al día del crimen motivo que prueba que cometió los hechos «en plenas facultades» porque realizó, incluso, «gestos a los agentes de cortarles el cuello».
Argumenta, en este apartado que, ni siquiera, su marido dio aviso al 112 o a los agentes policiales, sino que fueron los propios hijos de 8 y 9 años los que salieron a pedir auxilio por lo que había ocurrido en el interior de la vivienda al grito de «mi papá ha matado a mi madre» mientras que el acusado se quedó «inmóvil» en la vivienda sosteniendo a su bebé de apenas tres meses de vida hasta la llegada de la Policía Nacional.
Déborah Díaz-Jiménez pide una defensa hacia la víctima «ya que no va a poder ayudar a sus hijos, a ella se le arrebató la vida con frialdad, calma y arrepentimiento». En esta línea, se ha preguntado «qué ejemplo le ha dado a sus hijos» porque «no ha dicho que lo siente ni tampoco ha pedido perdón a su familia».
La representante del Ministerio Público reitera que «no está preparado ni debe vivir en sociedad, no quisiera encontrármelo en mi casa cuando le preparo la comida a mis hijos, sola y sin nadie que pueda ayudarme, por ello, debe ser condenado por asesinato, sin rebajas y con aplicación de sus agravantes» y ha pedido «defender la memoria de la víctima por esos tres niños que serán su vivo reflejo aunque jamás vuelvan a verla».
Al discurso de la fiscal se ha adherido la letrada de la Junta de Andalucía quién ha considerado que «hubo ensañamiento» en su muerte toda vez que pide «una responsabilidad civil» para los hijos por el daño moral que «nunca» van a borrar de su memoria. Entonces, espera que en el veredicto «se dé dignidad a la muerte de Zhour».
Lo mismo ha ocurrido con la acusación particular, ejercida por la letrada María Isabel Vals, que ha pedido «justicia» en representación de la familia de la mujer asesinada, así como recuerda que los padres de Zhour, ya jubilados, han tenido que transformar su vida por lo acontecido y trasladarse a España para quedarse con la custodia de sus nietos. «Ellos vivían tranquilamente en Marruecos y ahora residen aquí con sus nietos, piden justicia por y para su hija».
Antes de concluir la sesión, Valverde, como defensa del acusado, previo al veredicto, que tendrá lugar el próximo lunes, 28 de abril, y solicita «una pena justa» teniendo en cuenta «la confesión de los hechos» de Youssef J. y, también ha insistido, respecto a que la vivienda del matrimonio era la única que tenía una reja y una puerta de seguridad en el bloque, que se hizo como «medida de protección» para la familia «debido a la zona en la que residían».
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