«Creo que las mujeres deberíamos ser más decididas y dar un paso al frente»
María del Mar Amat fue peluquera durante más de 20 años, pero un día decidió darle un giro a su vida y siendo hija de agricultores tuvo claro que era el momento de entrar en el sector agro
Inmaculada Acién
Almería
Martes, 28 de marzo 2023, 22:59
La vida gira, pero hay momentos en los que si no gira lo suficiente viene bien darle un empujón mayor. Eso es lo que hizo ... María del Mar Amat Dueñas en 2017. Después de 21 años ejerciendo su profesión de peluquera decidió parar, respirar y darle un giro a su vida. Un giro que le devolvió a sus raíces. «Empecé en el campo buscando un poco más de calidad de vida y de tiempo, y la verdad es que el cambio para mí ha sido bueno, porque llevo mejor vida gracias a mi marido que me ayuda», confiesa esta ejidense.
Su formación, la ha conseguido de manera autodidacta, con la ayuda de amigos, familiares, viendo fincas, las nuevas tecnologías y los técnicos de campo.
Y es que en esas más de dos décadas, la agricultura ha cambiado mucho. Desde aquellos años en que iba al invernadero de sus padres a echar una mano a meterse en la gestión de su propia explotación el cambio es del 100%, tanto en riego, como gestión de cultivo, tratamiento de plagas y también tareas administrativas, que restan mucho tiempo al agricultor. «No puedes engancharte a trabajar cuando quieres o necesitas porque tienes que estar pendiente de la documentación y trámites que te piden almacenes, cooperativas...», critica María del Mar Amat.
En esta línea y al igual que se muestra satisfecha del cambio de profesión realizado, también reconoce complicado el futuro de la agricultura por varios motivos. Uno esa pesada y excesiva burocracia, pero otra es el tema de los precios y costes de producción. «No pones tú el precio, te lo ponen los demás», afirma al tiempo que reconoce que si bien se gana más dinero que antes, los gastos son también mucho mayores que años atrás «y no se está regulando esto de manera que nos quede. Las grandes empresas que tienen grandes extensiones todavía pueden hacer frente, pero los pequeños empresarios como nosotros, yo lo veo difícil».
María del Mar Amat tiene dos hectáreas, donde este año ha plantado pepino, calabacín y, ahora, sandía. «Intentamos especializarnos, pero también tienes que mirar la epidemia que hay en ese momento, lo que tiene tu entorno y cómo lo tiene... A mí el que me gusta más es el pepino, porque es una planta que va cambiando día a día, como si fuese un hijo, tiene trayectoria corta, el calabacín es más sacrificado», reconoce.
Relevo generacional
Hija de agricultores, el relevo generacional no solo continúa con ella, sino que ya hay una nueva generación también en el campo, su hijo. «No sé si decir que por suerte o por desgracia, pero sí, mi hijo ha dejado de estudiar y lo tengo contratado conmigo, enseñándolo», señala. Y es que como confiesa, «son sentimientos encontrados porque la agricultura es muy difícil y es muy sufrida: si hace viento no duermes, si llueve no duermes, si ahora te toca meter la colmena no sabes si va a cuajar o no. Estamos siempre en vilo. Lo que te da alegría por un lado, te da malos momentos por otro».
Esa incertidumbre, los márgenes de beneficio que genera y la dedicación que requiere se convierten en los principales retos del relevo generacional. «La cosa está bastante mal en todo, porque todo sube, pero a nosotros nos siguen poniendo el precio que quieren y nos tiran el producto la gran mayoría de las veces por suelo. Entonces te vienes abajo, te decepciones y es normal que una persona joven desista, porque en ocasiones no sacas el rendimiento».
Mirando atrás, Amat recuerda que «antiguamente había otra mentalidad y otra forma de luchar, y si había que trabajar 48 horas al día, aunque no las existieran, las trabajábamos. La juventud hoy en día no lo hace y no está dispuesta a sufrir, así que por ese lado veo difícil el relevo generacional».
Otro de los aspectos que han cambiado en la agricultura almeriense en las últimas décadas es el trato con los trabajadores. «Antiguamente nos ayudábamos entre la familia y los amigos». Un cambio que además ha generado una dificultad añadida para las mujeres al frente de una explotación para María del Mar Amat.Y es que como confiesa, se ha encontrado con dificultades para que la respeten como mujer empresaria, «que les digas lo que necesitas que hagan y que te tomen en serio. Es algo que no lo llevan bien». La fuerza física, reconoce que es una limitación en algunos trabajos, que también se tiene que suplir con mano de obra. «Yo no tengo la fuerza física que por ejemplo tiene mi marido para hacer ciertos trabajos. Hay mujeres que se suben al invernadero a echar un plástico, pero yo no soy capaz. Y es difícil pedir ayuda, pero tenemos algunas dificultades que tenemos que solventar».
En este sentido, Amat apunta a que si bien la mujer puede desarrollar el mismo papel que un hombre en la agricultura si quiere, «la realidad es que en un 70%-80% de los casos, aún no es así. Pero tiene que ser igual, saber y poder encargarse de todo igual que un hombre».
Un ejemplo que ella vivió en su casa. «Mi madre tomaba las decisiones sobre las tareas que había que hacer y cuándo, igual que las tomaba mi padre. Y yo desde el momento en que me casé, en mi caso también es así, decidimos los dos lo que hacemos o dejamos de hacer».
Desde su posición, reivindica un paso al frente de las mujeres en la vida agrícola y ella está dispuesta a darlo. «Yo me he ofrecido en las próximas elecciones a presentarme para entrar en la Junta Rectora de Murgiverde, porque me gusta mucho aprender y creo que rodeada de gente que sabe voy a aprender más. Creo que las mujeres deberíamos ser más decididas y tener ganas de complicarnos la vida un poco y decir que aquí estamos nosotras y vamos a demostrar que de verdad estamos y no solo pidiendo, es lo que falta».
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