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Los 7 atentados más sangrantes al patrimonio de Almería

Los 7 atentados más sangrantes al patrimonio de Almería

El Mesón Gitano, el 'taladrazo' o el acero corten en las murallas de Jayrán son algunas de las desdichas más grandes que han tenido que lamentar los ciudadanos de Almería

Sergio González Hueso

Miércoles, 31 de mayo 2017, 16:05

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El patrimonio almeriense ha sido en demasiadas ocasiones maltratado por las administraciones y aquellos ciudadanos más incívicos. El abandono y la dejadez son la tónica general de una historia, la de Almería, trufada de decepciones. IDEAL hace un breve recorrido por los episodios más sangrantes que han afectado al conjunto monumental de la provincia, aún a riesgo de dejarse por el camino otros muchos ejemplos tristes para la vida y obra de una provincia cuyo camino continúa avanzando por medio de pasos titubeantes. Pese a estos episodios desgraciados, el acto más censurable de todos es la falta de inversión por parte de unas administraciones públicas que están fallando en su misión de engrandecer, más si cabe, el a pesar de todo maravilloso legado histórico-artístico y cultural de Almería.

1 El impacto del Mesón Gitano

Lo del Mesón Gitano no tiene arreglo. Y es por eso que ocupa lo más alto de este escalafón de desdichadas actuaciones contra el patrimonio. Este fue el proyecto estrella de la empresa municipal Almería Urban, que surgió al albur de la línea de ayudas europeas concedida a la ciudad para que revitalizase el Casco Histórico. Con la sana intención de rehabilitar todo el entorno de la Alcazaba y más concretamente las cuevas del Mesón Gitano, se encargó un proyecto de regeneración de todo el entorno (un proceso trufado de irregularidades que han acabado en el juzgado) que iba a estar capitaneado por un gran edificio, un contenedor multiusos que prometía muchas alegrías para el barrio y los amantes del patrimonio. Nada más lejos de la realidad. Una vez se comenzó a levantar la estructura del nuevo inmueble, ubicado en el entorno BIC de La Alcazaba, lo que alumbraba la realidad no parecía cumplir ninguna de las expectativas. Todo lo contrario, el edificio era tan grande que competía con la mismísima Alcazaba en un cerro que tenía un nuevo inquilino demasiado omnipresente. La cosa fue tal que el asunto arribó a la Real Academia de Bellas Artes de Granada, que censuró la construcción por su impacto llegando incluso a recomendar su demolición. No fue así y desde el ojo del huracán, el Ayuntamiento tranquilizó a las asociaciones protectoras del patrimonio asegurando que quedaba una fase de trabajos y que la cosa sería camuflada con vegetación y pintura. Además, estaba en juego una subvención europea de que podía perderse si el proyecto estrella tenía que rehacerse. La Junta, quien había dado todos sus parabienes para la ejecución de la obra, instó al Consistorio a modificar parte del proyecto de un armatoste de hormigón que algunos hoy siguen comparando con El Algarrobico. La cosa está actualmente en 'stand by', pendientes de musealizar unos hallazgos arqueológicos que es lo único bueno de toda esta historia.

2 Un vertedero llamado San Cristóbal

A pocos se le escapa que la situación del cerro de San Cristóbal dista mucho de ser la ideal. Ahora bien, nunca nadie habría pensado que la dejadez sería tal que hasta habían permitido que fuese convertido por los más incívicos en el vertedero con mejores vistas de la capital, para vergüenza de propios, extraños y la imagen en mármol blanco del Sagrado Corazón. IDEAL se hizo eco hace un par de años de esta lamentable historia, donde parte del lienzo de la muralla de Jayran competía en protagonismo con grandes montículos de escombros y basura que trufaban sin remedio la mejor atalaya desde donde se divisa la Almería actual, con su bahía, La Alcazaba y sus kilómetros de playa. Algunos, aprovechando la situación de abandono de todo este contexto mágico, subían con sus camiones o furgonetas para tirar allí sus desechos, casi siempre extraídos de pequeñas obras de reforma en viviendas del entorno. La denuncia de este diario tuvo su derivada en forma de limpieza municipal de todo el cerro. Nada se hizo sin embargo por parte de la Junta para limpiar y rehabilitar una muralla que remataba el conjunto con su pésimo estado de conservación, pintadas incluidas. Desgraciadamente tras la adecuación y limpieza del cerro, este ha vuelto a su estado natural. Es decir: sigue dejado de la mano de Dios, quedando de nuevo a merced de varios mal llamados ciudadanos que vuelven a tenerlo hoy hecho unos zorros.

3 El 'taladrazo' al Patio de Armas

El llamado taladrazo no fue apenas nada y al mismo tiempo lo fue todo. La cosa fue así: en el transcurso de la instalación de un escenario para la celebración de la pasada edición de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, uno de los operarios taladró los muros del siglo XV del Patio de Armas del Conjunto Monumental de la Alcazaba, donde se iba a celebrar por primera vez. Fueron hasta 20 los agujeros que se realizaron en la preciada piedra sin que nadie de la empresa instaladora ni de la dirección del conjunto se diese cuenta. Fueron los propios trabajadores del monumento quienes alertaron del lamentable episodio, que acabó copando los titulares más importantes de la prensa tanto almeriense como fuera de ella. Rápidamente a la Junta y a sus gestores se les echó la sociedad encima: ¿cómo habían permitido que se perforase hasta en una veintena de ocasiones uno de los lugares más privilegiados de Almería delante de sus ojos?, se preguntaba la gente. Se armó una buena, tanto que el asunto acabó en la Fiscalía. El revuelo no fue tanto por el atentado patrimonial, que al fin y al cabo su reparación no era ni costosa ni complicada, sino más bien por la actitud de unos gestores autonómicos que fallaron a la hora de apagar el incendio, al que avivaron con gasolina quitándole hierro al asunto y mintiendo respecto al coste de una reparación cuya baja cuantía se usó con el fin de minimizar la asunción de responsabilidades. No funcionó pues la asociación de Amigos de la Alcazaba demostró que la reparación, bien hecha, costaba mucho más, tanto como para ser considerado un delito al patrimonio. En este contexto se solicitó los ceses del delegado de Cultura, Alfredo Valdivia, y de la directora del Conjunto, María Luisa García Ortega, quien fue finalmente la que acabó pagando el pato de la crisis. Fue cesada por la Consejería tiempo después. Como antes se refería, el taladrazo en sí no fue grave en cuanto al daño patrimonial, pero sí muy doloso como sonora confirmación de la apatía y abulia de la Administración respecto a la salvaguarda del patrimonio histórico-cultural.

4 Las planchas de acero corten

Fue en 2011 cuando la Asociación de Amigos de la Alcazaba de Almería tachó de "agresión" al patrimonio la rehabilitación realizada en varios de los torreones de la Muralla de Jayrán, que une el Conjunto Monumental con el Cerro de San Cristóbal cruzando toda La Hoya. Informaban entonces del «lamentable» uso del acero corten en una intervención de la Junta que se encuentra hoy en el imaginario colectivo de la sociedad almeriense, que repele este material que tan de moda se puso. Aquello fue considerado un dislate por parte de las entidades conservacionistas, que acusaron a la Consejería de haber realizado una restauración sin "ningún criterio científico, acuerdo internacional sobre restauración o amparado por alguna ley", contaban las crónicas de una época que ha legado para nuestros días una visión completamente distorsionada del lienzo de murallas, cuyas piedras milenarias contrastan hoy con el color óxido de un material hoy maldito en la provincia. A pesar de la polvadera levantada (hasta el Centro Unesco denunció la restauración) pronto se calmó el paisaje, que sigue inamovible desde entonces. En la Junta se excudaron a que todo era provisional. Hoy han pasado más de seis años y ahí siguen, en el sitio donde no tendrían que haber estado nunca, las planchas de acero corten.

5 La restauración del mausoleo romano de Abla

Si se mencionan restauraciones fallidas en esta relación debe incluirse la del mausoleo romano del municipio de Abla. Su aspecto hoy rechina dejando a las claras la mal convivencia entre lo 'antiguo' y lo 'nuevo', que vino en una intervención que se puso en marcha ante el mal estado de conservación de un bien de singulares características en la provincia. El mausoleo, abierto y con dos niveles, se encargó restaurar por la Consejería de Cultura con una inversión total que ascendió a más 700.000 euros, cantidad que costó una intervención faseada que sirvió para que no se viniese abajo pero también para que la foto del resultado corriese como la pólvora entre los entendidos y los ciudadanos más sensibles con la historia. De muestra un botón, cosido en IDEAL en el año 2009 por el prestigioso investigador Antonio Gil Albarracín: "A lo largo de ellas (las fases de restauración) se han ocultado buena parte de los elementos que permitieron conocer su carácter y su complicada historia, se han picado burdamente los muros originales para aplicarle un revestimiento impropio y absurdo, que posteriormente se ha retirado, excepto algunos testigos del mismo, volviendo a dejar el muro original, pero irremediablemente deteriorado, desgraciado resultado de haber destruido su capa superficial; se le han añadido elementos extraños como gárgolas desproporcionadas, portada sorprendente, ferralla impropia y otras sorpresas que seguramente nos irán deparando sucesivas arbitrariedades. (...) El resultado, a falta de las sorpresas que aún nos puedan deparar, ya es un auténtico disparate y merece una censura pública de los responsables de semejante expolio, que erosiona gravemente nuestro patrimonio cultural, con evidente desprecio de la máxima figura legal de protección que lo amparaba, precisamente por parte de aquellos que por mandato popular son los garantes de su cumplimiento mediante la adecuada conservación del monumento". Así exponía de forma resumida el historiador la por entonces inacabada obra, que terminó también puesta en cuestión por el Centro Unesco. Hoy sólo es necesario ver una foto para darse cuenta que Albarracín tenía algo más que razón.

6 Un poste eléctrico con más de mil años

A los torreones de La Chanca sólo les queda que sean objeto de un concurso de cazurros para ver quien es capaz de derribarlos a cabezazos. Su historia, como remedo de un barrio irrespetado tradicionalmante, es la del abandono sistemático. Fruto de él es su mal estado de conservación y algún que otro atropello inconcebible. Quizás el más sangrante fue el que sucedió hace poco más de tres años. Una de las torres, que se ubican en la parte alta de la avenida del Mar, fue usada como poste de la luz. Así, como leen. Este periódico lo denunció en uno de sus artículos tras la alerta de un grupo de vecinos que cayeron en la cuenta en una de las visitas guiadas que realizan por su barrio la asociación socio-cultural La Chanca-Pescadería A Mucha Honra. "No te lo vas a creer, han anclado el cableado de la luz a una de las torres del siglo XI", se oía al otro lado del teléfono. La noticia salió publicada al día siguiente, causando una mezcla de indignación y sorpresa. En el curso de las demoliciones de unos bloques de edificios junto al monumento, a algún lumbreras se le ocurrió la maravillosa idea de utilizar la torre como parte del tendido eléctrico en un traslado de servicios perforando la piedra sin rubor. Tras el anclaje, la sorpresa, la indignación y... la tradicional pelea entre administraciones para ver cuál se hacía cargo del desaguisado. Finalmente se procedió por parte de Endesa a retirar el cableado a requerimiento de la Junta. Hoy el torreón ya no es parte de la instalación eléctrica de Almería, ahora bien, continua sin rehabilitar y lleno de pintadas que harían avergonzarse a cualquiera con un mínimo de sensibilidad.

7 El castillo y la cala de San Pedro

Entre las lacerantes heridas abiertas al patrimonio inmaterial de la provincia tienen un lugar destacado la situación de abandono de las fortificaciones defensivas del Parque Natural de Cabo de Gata. Quizás, como ejemplo más vigoroso, se encuentra el estado lamentable del castillo de San Pedro, ubicado en una paradisiaca cala que se ha convertido con los años en una suerte de ciudad sin ley, con maltrato al patrimonio incluido. Sin lugar a dudas este bien, como así el resto, están completamente fuera de los planes de la Administración para su puesta en valor. O al menos, así ha sido durante demasiados años. Hoy, cuando llegan cantos de sirena en los que se prometen actuaciones de conservación por parte del Gobierno, es necesario recordar la desidia de unos bienes que deberían ser el orgullo de un parque que es sin duda la estrella de la corona turística de la provincia. En la cala San Pedro su castillo ha perdido la torre, el interior y la pared oeste. El resto del inmueble está en condiciones de ruina absoluta amenazando la integridad de los usuarios de una franja litoral "abandonada, deteriorada, llena de suciedad y peligro, tanto para la salud pública como para la integridad de las personas", tal y como señaló en una denuncia pública el parlamentario popular, Amós García. Este monumento de siglo XVI y paraje reconocido por su valor histórico, paisajístico y natural a nivel internacional mantiene hoy una imagen indigna. Y así será hasta que alguien se responsabilice.

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