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Sánchez se dirige al medio millar de militantes que secundó su llamada en el Teatro Cervantes de la capital almeriense.
Sánchez se aferra a su «no es no» para persuadir al militante más izquierdista

Sánchez se aferra a su «no es no» para persuadir al militante más izquierdista

Ningún alto cargo de la ejecutiva provincial asiste al acto, en el que sí tomaron parte históricos como Nono Amate, Consuelo Rumí o Fernando Martínez

Miguel Cárceles

Sábado, 6 de mayo 2017, 01:44

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Aún quedaban diez minutos para las siete y media hora de convocatoria del mitin según los carteles cuando el guardia de seguridad de la puerta del Cervantes comenzaba a negar con la cabeza. «Tengo que cerrar, ya no hay más sitio». Efectivamente, el aforo del Cervantes estaba completo. Los 521 asientos de la platea y de los palcos de la primera y segunda plantas el graderío del Paraíso está cerrado estaban ya con posaderas encima, un público animado a escuchar la ópera sanchista en un solo acto: una actuación de final más que previsible.

Pese al spoiler (Sánchez lleva un año repitiéndolo como un mantra:«no es no», «si decimos no, hacemos no») la militancia más aguerrida, la de quienes han vivido en su juventud los estertores del franquismo, estaba aferrada a su asiento para la actuación estelar. La media de edad, elevada, duplicaba la de quienes hace poco menos de un año también llenaron el Cervantes para escuchar las palabras de Pablo Iglesias (el otro, el de la coleta). Y entre ellos estaban algunos de los antiguos guerristas como Nono Amate o como Fernando Martínez. Socialistas de carné a los que ya la guerra del atril les queda como agua pasada. Pero también algunos la mayoría, concejales de la capital, como Adriana Valverde o Consuelo Rumí que apoyan con vehemencia la alternativa a Susana Díaz y el socialismo de su cuerda.

Sin embargo, lo más remarcable en este capítulo fueron ausencias. Ni un sólo alto cargo socialista de la Junta de Andalucía que gobierna Susana Díaz, adversaria de Sánchez en las primarias. Apenas dos de los miembros de la Ejecutiva provincial del partido de segunda línea. Y ni siquiera el presidente de la formación, Antonio Bonilla, cuyo cargo supone el equilibrio y la estabilidad del partido pese a los cambios orgánicos.

El papel de cicerone, de receptor de huéspedes, se lo arrogó por ello Fernando Martínez, secretario general del PSOE en la capital. Fue el encargado de recibir al público con mensajes de un socialismo de trinchera. Y junto a Carmen Calvo, exconsejera y exministra en ambos casos de Cultura, fueron los encargados de arengar un proyecto de PSOE «ilusionante» e inmezclable con la derecha. Como lo son el agua y aceite.

«Seguiré ofreciéndole a Patxi López que se incorpore hasta el próximo 21 de mayo»

  • Como lleva haciendo desde que anunciara su precandidatura a la Secretaría General del partido, Sánchez redujo ayer a dos las posibles alternativas internas la del aparato, que representaría a su juicio Susana Díaz; y la de la militancia, de la que se autonominó como único candidato. Por ello, horas después de ofrecerle a Patxi López, tercero en discordia, la integración en su candidatura y de que éste la rechazara de plano Sánchez reiteró su intención de agrupar a los partidarios «del no a Rajoy» en un único equipo.

  • «Se habla de unidad pero la unidad no es solo hablar sino también practicarla», argumentó el ya candidato a liderar la formación socialdemócrata sobre las tablas del Teatro Cervantes. Por ello, insistió, reiterará hasta el próximo 21 de mayo» la invitación «respetuosa y humilde» para que el exsecretario general del Partido Socialista de Euskadi y exlehendakari vasco se integre en su candidatura.

  • «Entiendo que está defendiendo que el PSOE sea de la militancia, el no es no que tenía que haber sido y, por eso, aunque me diga que no, se lo voy a seguir diciendo hasta el 21 de mayo», dijo ante una efusiva militancia antes de reiterar que resulta ahora más que nunca «clave» el «unir al PSOE» y ser «creíble y coherente». Por ello, insistió en que los adversarios no están dentro del PSOE sino fuera, «en el PP y en la derecha económica que lo sustenta». Razón por la cual se ofreció a mantener «lealtad» frente al próximo secretario general, la misma que reclamó para sí si consigue vencer. «Yo mejor que nadie sé lo que es cuestionar todos los días a un secretario general y no quiero dar alas al PP. Hay que cambiar muchas cosas».

Y sólo entonces, con el camino llano para Sánchez, llegó el éxtasis:«Ole tus coj...», gritaba uno de los asistentes al mitin tras escuchar el relato de un candidato que se mostraba como la víctima de una treta interna y que ahora esperaba volver a lo más alto de mano de los socialistas de carné. «El nuevo PSOE lo va a decidir la militancia y no cuatro en un despacho», refería. El candidato Sánchez reclamó el voto a los militantes para una corriente, la suya, que pretende «reorientar la organización», reclamar el pronunciamiento de la militancia estatutariamente antes de cualquier pacto de gobierno y dejar atrás un PSOE que «cuestione todos los días al secretario general». «Yo no quiero dar alas al PP», asestó Sánchez.

O yo o Susana Díaz

En la pugna interna, Sánchez refirió dos campos opuestos. Y pese a que insistió en que sus adversarios están fuera de la organización, en el PP, en la derecha, su discurso estuvo plagado de referencias implícitas a Susana Díaz, la otra candidata con más avales en la carrera por hacerse con los mandos de Ferraz. «Dice que quiere un PSOE ganador y lo hace, además, rodeada de insignes socialistas sobre los que tengo la convicción de que, con 35 años menos, estarían con nosotros, defendiendo lo que estamos defendiendo», deslizó por un lado. «Algo va mal en la organización cuando el que cumple la palabra dada tiene que dimitir y los que lanzan insidias contra compañeros se aferran al cargo», señaló por el otro en alusión al secretario general del PSOE de Málaga, Miguel Ángel Heredia, uno de los hombres fuertes del círculo más próximo a la candidata andaluza Díaz. «No es no»... en otras palabras.

«Con estas primarias no solo vamos a reorientar nuestra organización, abrirla, hacerla una organización del siglo XXI; será el kilómetro cero del cambio político, social y económico, y así queremos ganar el corazón de los progresistas que están esperando al PSOE», reivindicó Sánchez. Y el público se puso en pie y cantó La Internacional algo proscrito casi en los mítines electorales pero que, sin embargo, en los actos internos es reclamado por los más forofos. Sus 53.000 avales le dan alas y es consciente de que el hasta ahora conocido como efecto Borrell puede cambiar de nombre el día 21 de mayo para ser el efecto Sánchez.

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