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Se torea como se es y así de auténtico se mostró Alejandro Talavante en el toreo al natural, con el tercero de la tarde. :: j. j. mullor
¿Y qué quieres que te cuente?

¿Y qué quieres que te cuente?

Rotunda faena de Alejandro Talavante para abrir de par en par la Puerta Grande

JUANJO AGUILERA

Viernes, 28 de agosto 2015, 01:43

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Me gustaría tener la posibilidad de haber grabado en vídeo lo que Alejandro Talavante le hizo a 'Mendaz', un toro que también merece que su nombre figure en este 'cuento de hadas', repartirlo con la edición de IDEAL y no tener que contarla porque seguramente faltarán detalles de una faena de esas que se sueñan despierto, que son las que aseguran están más lejos de realizarse, que es mejor verlas que recibir una retahíla de comentarios que son como el juego en el que los jugadores van contándose un secreto y el triunfo está en que el último en recibir el mensaje transmita lo dicho por el primero. Al final, casi nadie consigue transmitir el mensaje exacto. Y aquí pasa lo mismo.

La faena de Talavante tiene tintes de ser de esas de época, de pasarse, si es que puede ser posible, de buena, incluso de corto premio porque el extremeño mereció los máximos trofeos tras una faena redonda, de esas que ponen el vello de punta y hasta provocan lágrimas de emoción. Aseguran que el torero se fue a por el estoque secándoselas de las mejillas.

Insuperable

No cuajaba Talavante en Almería. Por una u otra cosa, el diestro pacense salía del ruedo almeriense por la puerta de atrás y algunas veces, como en su anterior última visita, con bronca. Ayer, sin embargo, siguió la línea de sus dos últimas temporadas de grandes faenas a las que se une, sin ningún genero de dudas, la de ayer en Almería.

Alejandro llevó a cabo una exhibición, de esas que, como queda dicho, no se pueden contar porque seguro que faltarían detalles. Desde su toreo a la verónica de inicio hasta sus posteriores pasajes de buen gusto, a pies juntos o abriendo el compás, su toreo fue variado con alguna media, larga cordobesa o un bello quite por gaoneras ceñidas.

Ya sabía lo que podía dar de sí 'Mendaz' y, aplicando sabiduría, 'escuchó' que el toro no quería otra cosa que no fuese toreo fundamental para también él lucirse. Lo cierto es que, aunque hasta en tres veces dio síntomas de querer irse, volvió para estar a la altura, haciendo el avión, humillando y 'exigiendo'. Exigió buenas maneras, mano baja, toreo reposado, el temple necesario, saborear cada tanda, tal como lo hizo Talavante y como hacía muchos años no lo lograba nadie en el coso almeriense de la Avenida de Vilches, para merecerse tal vez el añadido del rabo.

Sin nada de más, sin nada de menos, Alejandro Talavante le dio la distancia y el ritmo que pedía y requería el bueno de Zalduendo para componer una faena con mucha magia, de esas que, dicen los flamencos, 'quitan el sentío'. Majestuoso con la franela en la diestra y plástico pero muy hondo con el toreo al natural, rompiéndose en cada pase, luciéndose en los cambios de mano, en las trincherillas y hasta rodilla en tierra. Una muerte efectiva provocó dos sensaciones, la alegría de torero por un triunfo sonado y la desazón del público por lo efímero del 'encuentro'.

Un faenón que presenta credenciales para el año que viene pasear el Capote de Paseo. A ver quién da más hoy. Ayer ni él mismo pudo darlo con el sexto, porque el que cerraba plaza no humilló y tuvo de malo todo lo que le sobró de bueno a su hermano, aunque en esta manifestación cultural lo bueno nunca debe sobrar y sí repetirse una y otra vez hasta la saciedad.

Los detalles

Un triunfo, cuando son dos los que se enfrentan, hay que valorarlo atendiendo precisamente a las dos propuestas, en este caso la de ejercer de dominador que propone el torero y la de no dejarse dominar por parte del toro. Morante de la Puebla ganó la batalla en el primero porque se dieron ambas actitudes. La sobrada capacidad para componer del sevillano se topó con un toro con genio al que había que enseñarle los modales.

El percal fue la probatura, la ocasión para ver un toreo con la firma morantista en los lances que sirvieron para ver las facultades del de Zalduendo, al que propinó buenos muletazos por el pitón derecho, con mucha sabiduría y exposición en cada uno, fruto del excelso conocimiento que profesa el de la Puebla, con pausa y apliques perfectos de la distancia y el tiempo.

Superior, por la templanza y hondura, la tercera tanda por la derecha, embelesando a 'Adobo', siempre con la muleta puesta para impedir los malos pensamientos, sobre todo por el pitón de la verdad. Toreo sin prisas hasta para matar, haciéndolo con una estocada ligeramente caída, pero mortal.

Y fue lo único que Morante pudo hacer porque en el cuarto no tuvo ocasión de componer. 'Veneciano' no pudo ni colaborar. Con problemas en los cuartos traseros, avisó desde los comienzos y confirmó en banderillas que estaba para el arrastre. Morante sólo pudo pasaportarlo y lo hizo hasta con ligera desgana a la hora de entrar a matar.

Excesos y defectos

A Castella, sin embargo, se le fue el triunfo por defecto o por exceso, pues al primero pudo arrancarle una oreja, pero su fallo a espadas le impidió tocar pelo. Su toreo, también es cierto, requiere de la participación de un animal con más bríos que cualquiera de los dos que el sorteo le deparó. Fiel a un estilo que le determina como el torero de las proximidades, su primero de la tarde tuvo exceso de sosería y el quinto careció de fuerzas.

En esas formas, las distancias que le da al toro son las que luego quita cuando se produce el embroque. No hay centímetros, es una sola figura, toro y torero. El francés lo hizo todo con sus habituales formas, ceñido en el quite por chicuelinas y templado en los pasajes de muleta, aunque con el problema de la sosería y el fallo a espadas que le privó del triunfo.

Con el quinto, que siempre aseguran nunca es malo, el que hizo de la costumbre esa ley se equivocó ayer. Sin clase ni casta, el de Zalduendo echó por tierra las buenas intenciones de Castella, que no tuvo más remedio que cuidarlo para poderle. Su toreo, obligado a ejecutarlo a media altura, no dio nada más que para un par de tandas ligadas por el pitón derecho y embestidas con la cara alta, respuesta a una defensiva actitud que impidió que Castella sacara a relucir un toreo con denominación de origen que acabó con un sainete a la hora de entrar a matar.

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