Había una vez

Que no, que no es un circo. Bueno sí. Pero este circo tiene particularidades. Los malabaristas se juntan con los leones, los domadores y los payasos en la misma jaula. El público acude y disfruta de vez en cuando pero desconoce muchas cosas de lo que sucede de bambalinas para adentro. Es todo miseria. Los que mantienen viva la ilusión a veces no cobran.

No hay bajas por enfermedad ni por final de temporada. Si pides permiso, aunque sea para una gala benéfica en otro circo mejor, te lo descuentan del sueldo y eres mal payaso, o mal malabarista o mal domador.

Este circo, cuyas lonas cubre pistas son verdiblancas, era como el Price, el más prestigioso. Llegó a ser reconocido hasta ocho veces con la medalla al mérito del trabajo y hasta seis con premios de mucho prestigio.

Un circo sui generis porque sus trabajadores también practicaban deportes como la hípica o el béisbol y muy bien, tan bien que el propietario era más conocido por el circo que por cualquier trabajo anterior.

Eso sí, los que acudían al circo no sabían de la misa la mitad. Desconocían muchas cosas turbias. Digamos que muchos de los trabajadores que se fueron de este circo aún no han recibido todo lo que pactaron por su trabajo en la pista. Los que componen el circo cobraron en agosto los sueldos desde marzo y hasta el director actual estuvo un par de meses sin cobrar. Mientras, el circo haciendo galas y ganando dinero. Lo del director del circo no es un rumor. En su intento de mejorar la plantilla -la del circo- lo ha comentado a los que quiso fichar para su circo. Una postura poco inteligente por su parte. Pero aceptada como una solución para que se sepa en qué empresa está.

Lo de no cobrar no está bien, porque aún no conozco un empresario socialista que deje a sus trabajadores sin cobrar durante tres meses. Aunque también puede ser que al tocar tanto dinero a uno se le olviden los principios.