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Una captura del título.
Pocas novedades tras el apocalipsis

Pocas novedades tras el apocalipsis

'Metro Last Light', la secuela de 'Metro 2033', hereda punto por punto las mecánicas, la narrativa y la ambientación de su antecesor

Iker Cortés

Domingo, 1 de marzo 2015, 07:56

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Afrontar la crítica de 'Metro Last Light' requiere explicar de dónde viene el videojuego. Basado en el universo al que ha dado vida el escritor ruso Dmitry Glukhovsky, el título es la secuela de 'Metro 2033'. Salió en 2013 para PlayStation 3, Xbox 360 y PC, y a mediados del pasado año 4A Games reunió en una edición denominada Redux y remasterizada ambos títulos.

'Metro Last Light' es, en sentido estricto, una secuela directa de lo que fue 'Metro 2033'. Esta segunda parte conserva todas y cada una de las características que hicieron sobresalir a su precuela en el mundo de los juegos de acción en primera persona.

Una vez más, el jugador se pone a los mandos de Artyom, que había exterminado en el final de 2033 a Los Oscuros, raza que amenazaba con acabar el trabajo que la hecatombe nuclear había comenzado. Sin embargo, al comenzar 'Metro Last Light' la situación cambia: llegan noticias de Khan, un viejo conocido, que asegura haber visto a un Oscuro superviviente. A partir de aquí la misión inicial será dar caza a la presunta amenaza. Deambular entre las estaciones de metro y las calles de una Moscu desolada volverá a ser el pan nuestro de cada día.

El juego hereda punto por punto las mecánicas jugables, la narrativa y la ambientación de la precuela. Como punto de inicio, tal y como sucedía en la anterior iteración, el título da la posibilidad de afrontar los peligros que encierra a pecho descubierto o bien agazapado entre las sombras. Las armas y el modo de utilizarlas en según qué contexto calca también lo visto previamente. En este sentido, es un acierto que tanto los momentos de sigilo como los enfrentamientos a bocajarro conserven la esencia y destilen la personalidad tan propia de la saga.

Si bien parece que el juego fuera algo menos exigente con la gestión de recursos, la secuela tampoco es fácil. Los ya bregados dispondrán de los conocimientos para enfrentarse a las distintas situaciones con el armamento y la austeridad "económica" necesaria para no sufrir tanto como la primera vez.

Demasiado parecido

Lo cierto es que el hecho de ser una segunda parte pesa a la hora de valorar el juego. Las fases de intercambio de disparos contra los mutantes se alarga a veces sin ofrecer muchos alicientes. Lo mismo sucede con las de sigilo, en las que los enemigos van llegando con cuentagotas, uno detrás de otro, y van amontonándose cadáveres en un Tetris sinsentido de carne y huesos.

Quizá esto es lo que lastra la experiencia de juego en comparación con su primera parte. Así como en 'Metro 2033', la novedad mecánica mantenía al jugador en vilo y le empujaba a avanzar, en 'Metro Last Light' esa frescura ha desaparecido y acaba jugándose más por el deseo de superar el reto que por la necesidad de enfrentarse a nuevas situaciones y conocer la resolución de la historia.

En cualquier caso, 'Metro 2033' fue un estupendo ejemplo de cómo hacer evolucionar el género de los juegos de acción en primera persona, usando narrativa, en un entorno alejado de lo común, transmitiendo angustia y humedad con el uso de las máscaras de gas... Todo esto sigue definiendo a 'Metro Last Light' y es lo que lo diferencia de otros juegos. Quizá no sorprenda como la primera entrega pero sigue siendo un FPS diferente y atractivo.

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