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The Evil Within

The Evil Within

Este videojuego reinventa el terror audiovisual y aspira a convertirse en la referencia de una generación

Antonio Sánchez

Sábado, 18 de octubre 2014, 01:15

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El terror audiovisual está de moda y los videojuegos vuelven a recuperarlo con fuerza. Esta semana ve la luz The Evil Within, una producción asombrosa, a la vez que escabrosa de Shinji Mikami, que vuelve a crear después del éxito que tuvo al frente de Resident Evil. Conseguir destacar en una semana en la que se presenta en el mercado F1 2014 y en la que Donkey Kong y Pac-Man quieren darle otro giro de tuerca a sus interminables historias no lo logra cualquiera. Lo The Evil Within lo hace porque reinventa el género.

Después del final de la saga Resident Evil ha habido apuestas de terror aceptables para videoconsolas y ordenadores. Pero The Evil Within las mejora y por eso aspira a convertirse en la referencia de una generación, con ciertos toques que le aportan un matiz propio.

En primer lugar, es una propuesta que da importancia al sigilo y a las trampas, que nunca han sido bien ponderados. Habrá miedo, sí, habrá que matar, sí, pero no será lo único. Será necesario además sabe administrar la munición que se tiene y apuntar a determinadas partes del cuerpo para terminar con según qué enemigo. Durante el camino hacia el final del juego, que dura aproximamente unas veinte horas, nos encontraremos numerosas interrrupciones, que nos obligarán a estar muy atentos a los enemigos. The Evil Within se divide en quince capítulos en los que se recomienda paciencia, ya que adentrarse en él con prisas solo jugará en nuestra contra.

Las imágenes con las que se presenta The Evil Within son otro fuerte. La iluminación nos llena de horror la pantalla -con interfaz limpia- en el momento justo y acompañada del sonido oportuno convierte la acción en un auténtico miedo.

Si se buscan referencias con las que comparar, The Evil Within es una mezcla de Resident Evil 4, The Last of Us y Silent Hill. Una combinación que pinta bien, una apuesta recomendada para las tardes de otoño, salvo para los asustadizos.

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