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Un trabajador coloca banderas de Israel y EE UU en Jerusalén. :: afp
¿Por qué Trump se muda a Jerusalén?

¿Por qué Trump se muda a Jerusalén?

EE UU abrirá su nueva embajada en Israel el lunes, justo cuando los hebreos celebran el nacimiento de su Estado, hace 70 años. Desde entonces los palestinos lloran su derrota. Nadie sabe lo que puede pasar ahora

JAVIER GUILLENEA

Sábado, 12 de mayo 2018, 01:34

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Si existe alguna fecha más complicada que todas las demás para abrir una embajada de Estados Unidos en Jerusalén, esa es la del próximo lunes 14 de mayo. Esa jornada Israel celebra su 70 aniversario y al día siguiente los palestinos conmemoran el Al Nakba, la catástrofe, su desalojo forzoso por parte de las tropas israelíes en 1948. El fin de semana anterior una manifestación de colonos judíos recorrerá las calles del distrito musulmán de la Ciudad Vieja y en Gaza los refugiados palestinos reclamarán su derecho a regresar a sus hogares. El fuego está encendido, solo falta que llegue alguien con gasolina.

Ese alguien ha sido el presidente de EE UU, Donald Trump, que el pasado 6 de diciembre soliviantó al mundo árabe al anunciar su decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y trasladar a esa ciudad su embajada de Tel Aviv. El mandatario americano sugirió que el traslado se llevaría a cabo probablemente en 2021, después se habló de 2019 y finalmente será el lunes. Todo un alarde de rapidez.

FECHAS CRUZADAS

  • 14 de mayo de 1948

En Jerusalén ya se han comenzado a colocar los carteles que, en hebreo, árabe e inglés, indican cómo se llega a la nueva embajada. A la espera de que se construya un nuevo edificio, las oficinas se instalarán de forma provisional en el consulado estadounidense, un inmueble de 6.000 metros cuadrados que se halla en el barrio de Arnona. Los residentes ya se han quejado por los inconvenientes que, según suponen, les acarrearán los cambios en el vecindario. Temen por su seguridad.

La Policía ha comenzado a blindar la ciudad para prevenir una ola de violencia«Se han juntado varios elementos que, combinados, pueden provocar una tormenta»

Si alguien, quizás algún concejal o miembro del Gobierno, les ha asegurado que no tienen motivos para estar nerviosos, lo que los vecinos están viendo estos días por sus ventanas grita a voces todo lo contrario. La Policía israelí ha intensificado las patrullas por la zona y ha empezado a hacer redadas preventivas, el barrio se ha llenado de cámaras de vigilancia y guardias de seguridad; se blinda como esas ciudades que afrontan la acometida de un huracán.

Nadie sabe lo que va a pasar. Hay motivos para la esperanza aunque también para la preocupación. El anuncio del cambio de embajada indignó a los palestinos pero su reacción no fue violenta, lo que es una buena noticia. Puede que el lunes suceda lo mismo o también puede que agitar en una misma coctelera el 70 aniversario de Israel, la Nakba y la embajada acabe por desatar una oleada de violencia. Por si fuera poco, Trump anunció ayer la ruptura del pacto nuclear con Irán, lo que demuestra que las cosas siempre pueden empeorar a nada que se ponga un mínimo de empeño.

«Se han juntado varios elementos que, combinados, pueden provocar una tormenta perfecta para el conjunto de la región», advierte Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano. Una chispa basta para que todo salte por los aires, lo malo es que nadie sabe bien qué puede provocarla. Hay tantas al acecho que una más puede pasar desapercibida. «Los tiempos que corren son muy extremos, puede ocurrir cualquier cosa o la contraria», afirma el experto del instituto Elcano. Pero si hay algo seguro, dice, es que «si ocurre algo será la población de Gaza la que pague el precio con vidas».

Rechazo internacional

Aunque lo había insinuado, Donald Trump no viajará a Israel para la inauguración de la embajada. En su lugar lo hará una delegación de rango medio encabezada por su secretario de Estado adjunto, John Sullivan, que estará acompañado por la hija del presidente, Ivanka; su esposo y asesor sobre Medio Oriente, Jared Kushner, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. La representación americana estará compuesta casi en su totalidad por judíos.

Serán ellos los que sellen con su presencia una decisión que ha sido rechazada por la mayor parte de la comunidad internacional. En diciembre de 2017, un total de 128 países votaron en la asamblea general de la ONU una resolución no vinculante para pedir a Estados Unidos que abandone su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. En la votación se abstuvieron 35 estados, 21 no asistieron y, además de EE UU e Israel, se pronunciaron en contra Guatemala, Honduras, Togo, Nauru, Palau, islas Marschall y Micronesia.

Todo viene de lejos. Tras la creación de Israel, hace 70 años, Jerusalén quedó dividida en un sector occidental, que el Gobierno hebreo declaró su capital, y otro oriental con población palestina y bajo control jordano. En 1967 el Ejército israelí ocupó la parte Este de la ciudad, donde se hallan los santos lugares de las tres religiones monoteístas, y aprovechó la ocasión para declararla su capital indivisible. La comunidad internacional, que mantiene sus embajadas en Tel Aviv, calificó de ilegal esta anexión y desde entonces, con la Unión Europea a la cabeza, considera al Este de Jerusalén como un territorio ocupado cuyo futuro debe negociarse entre israelíes y palestinos. Estados Unidos ha mantenido una postura ambigua. En 1995 el Congreso aprobó el cambio de sede a Jerusalén pero ningún presidente se había atrevido a dar el paso por razones de seguridad nacional. Hasta hoy.

Puerta abierta

Ahora que la puerta se ha abierto, el Gobierno israelí trata de atraer a otros países a Jerusalén con toda clase de facilidades. Para el primer ministro, Benjamín Netanyahu, la apertura de embajadas en la ciudad santa es una oportunidad de oro que le permitirá ofrecer a la opinión pública algo más que las acusaciones de corrupción que le tienen asediado. A sus cantos de sirena ya han respondido Guatemala, que trasladará sus instalaciones diplomáticas a Jerusalén dos días después que Estados Unidos; Paraguay, cuyo presidente, Horacio Cortés, viajará a Israel a finales de mayo para supervisar la mudanza, y Honduras, que aún está buscando fecha. Rumanía y la República Checa también mostraron interés pero al final han dado marcha atrás.

«Esto no es un sueño, es realidad. Jerusalén es la capital eterna del pueblo judío y el mundo está empezando a reconocer esta realidad», ha escrito en su cuenta de Twitter el alcalde de la ciudad, Nir Barkat. El texto está acompañado por una fotografía en la que aparece subido a una escalera junto a una de las señales que indican el camino a la embajada de Estados Unidos. Desde el lado palestino se ha hecho un llamamiento a todo el cuerpo diplomático, la sociedad civil y las autoridades religiosas a boicotear la inauguración de la embajada». «Los que asistan -ha advertido Saeb Erfekat, secretario general de la OLP - transmitirán el siniestro mensaje de que alientan las violaciones flagrantes del derecho internacional y de los derechos inalienables del pueblo palestino».

Lo que ocurra, sueño o realidad, se sabrá el lunes. La tormenta puede pasar de largo o cebarse de nuevo con Jerusalén. «Nadie lo sabe», insiste Amirah Fernández. «Lo que sí va a dejar todo esto es un poso de larga duración, una capa más en la decepción y el rechazo a la política de Estados Unidos en la región. No es una gota más en el vaso, sino un chorro», dice.

Estados Unidos ha hecho coincidir la apertura de la embajada en Jerusalén con el aniversario de la creación de Israel. Ese mismo día, hace 70 años, cinco ejércitos árabes provenientes de Jordania, Egipto, Líbano, Siria e Irak invadieron el nuevo Estado pero fueron derrotados.

15 de mayo de 1948

El comienzo de la guerra y la posterior derrota de los ejércitos árabes selló el destino de la población palestina en el nuevo Estado de Israel. Se calcula que 805.000 personas fueron obligadas a huir a Egipto, Líbano y Cisjordania, en un éxodo que se recuerda a partir de entonces como el día de Al Nakba, el de la catástrofe. Sus descendientes aún esperan volver.

millones de dólares es el dinero que costará la nueva embajada de Estados Unidos en Jerusalén, según las cifras que ha facilitado Donald Trump. El presidente, no obstante, también ha asegurado que los gastos reales se acercarán a los 250.000 dólares. No está claro qué cantidad se aproximará más a la realidad.

IDEAL 09.05.18

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