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Suzana Mihalic
Jueves, 21 de diciembre 2017, 01:50
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Utilizaba a las prisioneras como objetos sexuales, vejándolas y mutilándolas; torturaba niños. Al mando de 30.000 reclusas alojadas en 62 barracones destinados a acoger solo 3000, le sobraba tiempo para hacer ‘limpieza’.
Principios de 1943. Amanece un día más en Auschwitz II (Birkenau) -a unos 40 kilómetros al oeste de Cracovia-, el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, en el que se asesinó a entre 1,5 y 2,5 millones de personas. Irma Grese se ha levantado temprano. Tiene apenas 19 años y es hija de Alfred Grese, un lechero disidente del Partido Nazi, y de Berta, una mujer que se suicidó cuando Irma tenía 13 años, en 1936, dejando huérfanos a ella y sus tres hermanos: otra niña y dos niños.
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