Edición

Borrar
Un chimpancé descansa sobre una especie de hamaca en las instalaciones de AAP Primadomus en Villena. DAMIÁN TORRES
La vida después del circo

La vida después del circo

Primadomus, una ONG de Villena, Alicante, acoge felinos y primates de los circos que dejan de usar animales en sus espectáculos,que ya están prohibidos en más de 4o0 municipios españoles

FERNANDO MIÑANA

Sábado, 19 de agosto 2017, 02:02

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Circo Europa, en un hecho sin precedentes en España, donó a mediados de mayo sus dos leones -'Simba' y 'Mufasa'- y se comprometió a no reponerlos. «Fue algo histórico», recuerda Myriam Garrido, portavoz de AAP Primadomus, la filial en España de una ONG de los Países Bajos que acogió a este par de grandes felinos. Primadomus tiene su sede a ocho kilómetros de Villena (Alicante). Está a los pies de la Sierra de Salinas, muy cerca ya de la provincia de Murcia, donde abundan los pinos y huele a romero. Allí habitan, en espaciosos recintos delimitados por vallas electrificadas, 110 primates y 24 felinos. Tres chimpancés y diecisiete de esos 'big cats' proceden de algún circo.

De uno de Francia rescataron a cinco leones y un tigre. Uno de ellos es 'Rita', que llama la atención porque no tiene cola. «Muchas veces los tienen en recintos tan pequeños que en un despiste se les queda atrapada en la puerta», sugiere Pablo Delgado, el responsable de los grandes felinos, que pasea su melena leonina sobre una camioneta eléctrica. Allí intentan hacer las cosas bien. Utilizan placas solares, coches que no contaminen y defienden el consumo de proximidad. Primadomus nació en 2009 con la visita de Jane Goodall, la celebérrima y prestigiosa primatóloga, que quiso respaldar a este centro concebido como un santuario de primates que después amplió su especialización a los grandes felinos.

«Somos solucionadores de problemas», comenta Garrido como quien entona un eslogan. Y lo matiza: «No negamos que en los circos quieran a sus animales, pero por sanidad, seguridad y bienestar animal, dada su continua itinerancia, no les hacen bien. Nosotros nos ofrecemos a proporcionarles una salida».

Primadomus es una de las patas de Infocircus, la plataforma que brega para que, más pronto que tarde, se prohíban los espectáculos con animales en toda España. Su conquista parece imparable. Ya han tachado Cataluña y Baleares de su lista de objetivos y aseguran que en septiembre caerá Galicia, que está muy avanzado en Extremadura y que ya han superado la cifra de 400 municipios en todo el país con esta prohibición.

«No vamos contra los circos, sino con ellos. De no ser así corremos el riesgo, como ha sucedido en otros países, de que se acaban pasando los animales de un circo a otro. Nosotros hemos hablado con ellos y detecto que el propio mundo del circo sabe que tiene los días contados con animales. Simplemente, ellos intentan alargarlos y nosotros acortarlos», observa Alberto Díez, portavoz de Infocircos.

Su gran baza, dice, es un informe de 2015 de la Federación de Veterinarios de Europa en el que se asegura que los circos son incapaces de garantizar sus tres exigencias: protección del animal, sanidad y seguridad. «Esto es algo científico y, por lo tanto, objetivo. Además, nos da un argumento para crear jurisprudencia». Infocircos, que nació precisamente a raíz de este informe, cree que el triunfo de su exigencia es cuestión de tiempo, porque en España ya solo resisten ocho empresas circenses que siguen utilizando animales, una actividad «anacrónica».

De un circo llegó a Villena 'Aissa', una leona que se presentó con una enorme herida en la frente, una costra de tanto rozarse contra las rejas. O 'Maoni', un leopardo que un prestidigitador esclavizaba para dar más empaque a sus números de magia en los que hacía desaparecer al precioso animal.

De aquel circo francés, en realidad, no llegaron cinco leones. Fueron seis. Pero uno se tuvo que sacrificar. Tenía la columna vertebral rota y estaba muy perjudicado. «El hombre que realizó la necropsia se llevó las manos a la cabeza», rememora Delgado, para quien «tener a un león aislado -en estado salvaje viven en grupo- ya es una forma de maltrato». El veterinario cuenta algunos de los problemas que presentan los felinos que acogen para recuperarlos. «Suelen tener sobrepeso o estar extremadamente delgados y sin músculos por falta de ejercicio; tienen las orejas hechas polvo porque están en lugares sucios llenos de moscas que se las muerden; abdómenes flácidos; vienen muy mal de pelo por una dieta inapropiada, y a muchos se les rompen los huesos o se les curvan por falta de calcio. En los rescates con el Seprona he presenciado cubículos dantescos, lugares terribles. O muy poco seguros, como aquel propietario que en lugar de rejas ponía un somier».

Huyen de un conejo

Su reto, el de Primadomus, es recuperar física y psicológicamente a estos mamíferos. Como aquel tigre que, pese a disfrutar de un amplio espacio para correr en esta reserva, tenía la estereotipia de avanzar y retroceder en un metro porque era el espacio que había tenido durante años. Primero les hacen un estudio para comprobar cómo están. Análisis de sangre y heces, estudios de conducta, vacunas... Después les preparan una dieta equilibrada y complejos vitamínicos. Y enriquecen el entorno para activarlos. A veces sus cuidadores les dejan un rastro de sangre para que hagan como que cazan, auque al final la 'presa' sea un trozo de vaca. Un par de días a la semana les dejan en ayuno porque, en su hábitat natural, no siempre podrían comer a diario. Aunque ese día de abstinencia les contentan con un hueso o un polo de sangre congelada.

El objetivo es convertir su existencia en lo más parecido a la vida salvaje, aunque no sea fácil porque no han cazado jamás y a veces salen huyendo cuando ven una liebre. Y, en la medida de lo posible, limitar el contacto con los humanos. No les beneficia y, en ocasiones, les altera.

Impresiona ver y escuchar a 'Bingo' y 'Antoine', dos chimpancés que se angustian cuando la conversación sube de tono a su lado. Se agitan, emiten sonidos guturales y lanzan piedras contra los visitantes. 'Antoine' se levanta y se queda como un bípedo. Es la triste huella de su pasado, cuando su dueño lo tenía enclaustrado en un sótano diminuto, de 3x4 metros, y se erguía porque por arriba había un hueco por el que podía ver a una hembra. Allí, como no había sitio para nadie más, le enseñaron a recoger los excrementos y entregarlos si quería recibir, a cambio, la comida.

Otro recinto minúsculo y una deplorable alimentación dejaron a 'Anthares', un león, con un cuerpo más pequeño de lo normal. A su lado se tumba 'Mojito', que llegó en 2014. Entonces caminaba diez metros y se echaba a descansar. No podía más. Un circo lo tenía para que el público se hiciera fotos con él. Pero tenía un problema con el esófago y no podía comer bien. Habían decidido sacrificarlo, pero lograron salvarlo. «Ahora le hemos dado una segunda vida, e incluso se ha convertido en el líder de la manada».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios