Edición

Borrar
'Mamis' de 11 años: ¿Qué falla en España para que las niñas se queden embarazadas?

'Mamis' de 11 años: ¿Qué falla en España para que las niñas se queden embarazadas?

Los embarazos de adolescentes en España se mantienen en los mismos registros que hace 20 años: siete de cada mil gestaciones. En sociedades cada vez más evolucionadas «sigue faltando educación sexual»

susana zamora

Lunes, 12 de febrero 2018, 01:01

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Acudió a urgencias con fuertes dolores en el abdomen. Esa era toda la información con la que contaban los médicos del Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia) hasta que, tras un primer reconocimiento, saltaron todas las alarmas. La paciente no estaba enferma, estaba embarazada. Habían transcurrido nueve meses y nadie se había percatado de su estado. Al desconcierto inicial siguió algo aún más inquietante. La gestante, de origen boliviano, era una niña de tan solo 11 años. Adiós a su infancia, a jugar con sus iguales, a ser inocente, a pensar con ingenuidad. Pero quedaba el sobresalto final. A falta de su confirmación por las pruebas de ADN, el padre del bebé sería el hermano de la menor, que contaba con 13 años en el momento de dejarla embarazada. Tras la conmoción, muchos se preguntan ahora qué ha fallado. «A veces juzgamos desde nuestra mentalidad occidental y hay núcleos familiares complejos, muy permisivos y que nos resultan difíciles de entender por sus equívocas relaciones. Por eso, tendrá que ser ahora la Administración la que intervenga. Está claro que jurídicamente, por acto o por omisión, los abuelos han incumplido con la función que tienen de velar por el correcto desarrollo de sus hijos», sentencia Javier Urra, psicólogo forense.

Más allá de las implicaciones judiciales (el padre es inimputable), los embarazos a edades tan tempranas conllevan serios riesgos físicos para la madre, porque su cuerpo no se ha desarrollado por completo, pero también sexuales. «Cuando se producen abusos en menores de esta edad, las secuelas de adulto son inevitables, como la pérdida de deseo y relaciones insatisfactorias. Además, las repercusiones públicas de estos casos llevarán a los menores a sentirse culpables y, posiblemente, a negarse el placer durante mucho tiempo», explica Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.

Para esta especialista, a esas edades no puede hablarse de prohibiciones o consentimiento, tal y como lo entienden los adultos. «Estos pueden valorar las consecuencias de un acto y actuar en consonancia; un niño no tiene conciencia del alcance de sus actos. A veces la relación sexual es un acto de comunicación y hay países en los que el incesto lo viven de otra forma». El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) reconoce en un informe que en los contextos más precarios, donde hay una clara dominación masculina, los embarazos adolescentes son provocados por coerción, incestos y violencia sexual en más del 20% de los casos.

Aunque excepcional por el incesto cometido, este caso ha sacado a la luz una realidad que sigue latente en España. Solo en la región de Murcia, se han registrado en el último trimestre otros dos partos de menores de 12 y 15 años, también de origen sudamericano. Los nacimientos de madres adolescentes no han dejado de producirse, aunque su evolución ha sido variable. Entre 1996 y 2008 se duplicó la tasa de fecundidad adolescente, pasando de 7,37 nacimientos por mil mujeres entre 15 y 19 años a 13,3. Entre 2008 y 2015, la tasa volvió a bajar hasta situarse en los 7,74 actuales, similar a las que se registran en la mayoría de países europeos. No son cifras alarmantes, pero sí resulta llamativo que los indicadores sean prácticamente iguales a los de hace veinte años.

«Sigue siendo un fenómeno de cierta trascendencia social, que debe ser tenido en cuenta a la hora de establecer políticas públicas relacionadas con la salud sexual, la relaciones de género y los modelos de planificación familiar», advierte el último informe ‘Relatos de madres adolescentes’, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Precisamente, es en la falta de esas políticas para promover la educación sexual en las escuelas a edades tempranas y para dotar de ayudas a las entidades que sacan adelante a estas menores cuando sus familias les dan la espalda donde todos los expertos hacen hincapié para que las cifras se reduzcan y esta realidad no se convierta en un problema de primer orden.

Nadie duda a estas alturas del mayor conocimiento que tienen los españoles sobre el aborto, sobre los métodos anticonceptivos, del acceso fácil y generalizado a la información, de su mentalidad más abierta a la hora de abordar el tema de la sexualidad con sus hijos. «Pero información y educación no son lo mismo. En esta última se trabaja el respeto al otro, se aprende a entender la sexualidad desde una dimensión positiva y a gestionarla correctamente durante toda la vida. Si esto no existe y los modelos de referencia son la pornografía y la hipersexualización (presentación de los menores como miniadultos), a lo único que lleva es a una sexualidad mal entendida, con disfunciones y con consecuencias», advierte Molero.

En España, en el primer semestre de 2017, según datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE), dieron a luz 197 niñas de 15 años o menos. En 2016, ya con datos definitivos, fueron en total 454 (343 de 15 años; 100 de 14; 8 de 13 y tres de 12 años), una cifra inferior a la de 2015, en que se registraron 490 (392 de 15 años; 88 de 14; 9 de 13 y una de 12 años). El estudio realizado por el Centro Reina Sofía da algunas claves que explican estas cifras. Una de ellas, el adelanto en la primera relación sexual completa, que se tiene a los 16 años de media, cinco o seis años antes que en la década de los 60. «En general, tienen mayor conocimiento de los anticonceptivos, pero también una idea equivocada y perversa sobre las relaciones. Están dispuestas a entregarse a su pareja sin protección para no perderla», apunta Anna Sanmartín, socióloga y subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud. La pérdida de la virginidad supone para estas menores alcanzar un nuevo estatus social y afirmar su identidad. Y en algunas ocasiones, el embarazo no es un accidente sino una «estrategia» para huir de un entorno familiar conflictivo, de ahí que el mayor número se dé en el seno de hogares desestructurados donde la joven no encuentra el apoyo ni el amor que demanda.

Una realidad que choca frontalmente con las jóvenes de clase media o con familias de altos ingresos, para quienes el embarazo y la maternidad siendo menores constituyen una «mancha de honor» y un obstáculo en los estudios y en las aspiraciones laborales. Lo perciben, según los sociólogos, como algo a evitar y, aunque tienen mayor y mejor acceso a los métodos anticonceptivos, ante un imprevisto, la solución de emergencia más recurrente es el aborto.

Los especialistas constatan que el embarazo adolescente es considerado un «problema grave» en las sociedades occidentales. Sin embargo, las secuelas dependerán de la edad. No es lo mismo a los 11 años que a los 16; de cómo lo viva la niña y de cómo responda su entorno, «si la apoya o la estigmatiza para siempre», apunta Amparo Romero, psicóloga infantil.

Varios estudios recogidos en el informe ‘Relatos de madres adolescentes’ confirman que la proporción de niñas que acaban siendo madres es mayor en zonas donde las carencias y las desigualdades sociales son más acentuadas. Aseguran los expertos que cuando buscan el amor fuera de sus hogares están dispuestas a pagar un alto precio por no perder a esa pareja en la que han encontrado lo que no tienen en casa. «Es la trampa del mito del amor romántico –agregan–. Asumen riesgos en sus prácticas sexuales, aceptando incondicionalmente los deseos de sus parejas (entre ellos, no usar preservativo) como medio para retenerlas y así sentirse queridas y valoradas. Están dispuestas, incluso, a soportar el maltrato pensando que el niño los unirá para siempre». Pero, a menudo, el sueño se esfuma en cuanto el embarazo es una realidad.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios