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La bactería también ha invadido olivos en la isla de Córcega. P. Pochard-Casabianca
El ébola del olivo

El ébola del olivo

Hay más de 300 especies amenazadas. Si Baleares cumple el protocolo de erradicación de la UE, «habría que arrancar todos los árboles de las islas»

ANTONIO CORBILLÓN

Lunes, 28 de agosto 2017, 01:00

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Es como si viniera la peste y no hiciéramos nada». Juan Miguel Montaner es el portavoz de la Unió de Llauradors y Ramaders, el sindicato agrario más representativo de Alicante. El que más claro advierte de la llegada a la Península de la ‘Xylella fastidiosa’, una bacteria que pone en peligro el futuro de la cultura agrícola y el paisaje mediterráneos. Y que debe su curioso ‘apellido’ a su imposible tratamiento. Hasta ahora.

Ataca a todos los árboles leñosos: olivos, almendros, vid, cerezos, higueras..., así hasta 300 potenciales víctimas, incluidas las plantas ornamentales. «Parece un mensaje que nos manda la naturaleza», filosofa el gerente de Jóvenes Agricultores (Asaja) de Baleares, Joan Simonet.

Baleares –octubre de 2016– y, hace unas semanas, la Marina Baixa de Alicante, han sido las puertas de entrada en España de la ‘Xylella’. Se trata de una bacteria endiablada. Ataca el xilema (los vasos por los que circula la savia) y genera una metástasis que reseca cualquier árbol, a veces en tiempo récord. En amplias zonas de Estados Unidos, sobre todo en California, llevan un siglo conviviendo con esta plaga sin poder vencerla.

«La alternativa es arrancar. Es incurable y no hay paliativos»

Roger Llanes | Director general de Agricultura Generalitat

Para los expertos, era inevitable que llegara a Europa, en cualquier plantón de algún vivero. Finalmente lo hizo en los olivos de la región sureña italiana de Puglia en octubre de 2013. La tibia actuación de sus autoridades, incapaces de vencer la presión de los agricultores para no arrancar sus centenarios olivos, ha tenido un elevado coste. Más de 30.000 hectáreas y 1,5 millones de troncos oleaginosos perdidos. Y toda la ‘bota’ del sur italiano pendiente de que, en cualquier momento, les visite este cruel enemigo.

En España –y en Europa– se la conoce como el ‘ébola del olivar’. Una metáfora que no gusta a los investigadores y que la hace más temible. Tiene que ver con la necesidad de «poner al patógeno en cuarentena» para erradicarlo. Como el ébola en humanos.

«Se tardó en identificar porque venía asociada a otras plagas»

Gabriel Torrens | Unióde Pagesos de Baleares

En apenas diez meses desde su detección, la situación de Baleares ha sembrado el miedo entre sus agricultores. Todo comenzó en tres cerezos jóvenes de un centro de jardinería en Mallorca. Después se cebó con los almendros. Al igual que en Italia, buscó los troncos más envejecidos.

Un informe de finales de julio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) hacía balance: 156 plantas en Mallorca, 68 en Ibiza y 28 en Menorca. Y, además, advertía de que la variedad de plantas portadoras «se ha incrementado y ya hay casos en olivos, acebuches, algún viñedo y otra docena de especies».

«Era cuestión de tiempo», admite el secretario general de la Unió de Pagesos de Baleares, Gabriel Torrens. La sequía de 2016, unida al abandono de amplias áreas rurales en las islas y la antigüedad de muchos almendros, son el mejor caldo de cultivo para la ‘Xylella’. «Se tardó en identificar porque venía acompañada de otras plagas», lamenta Torrens, que reconoce que, en unos años, la cosecha de almendra «caerá a la mitad». Solo este año ya se ha perdido un 25% de las 2.000 toneladas que factura la mayor de las islas.

«El protocolo es arrancar todo. Que no escatimen ni un solo euro»

Joan Simonet | Asaja Baleares

«La bacteria muta muy rápido. Por eso la clave es la detección precoz»

Raúl de la Rosa | Biotecnólogo y experto en genómica agraria

En la Unió de Pagesos luchan contra el alarmismo que avanza a la misma velocidad que este invisible ‘bichito’. Creen que se debe aprovechar el mal para modernizar las explotaciones y extender el regadío. Pero arrancar almendros, y tal vez olivos, va mucho más allá de lo económico. Tiene un valor emocional y paisajístico. Aunque en España no olvidan que el sentimentalismo y el rechazo a eliminar árboles centenarios fue la condena de las regiones sureñas de Italia. En Mallorca ya tienen experiencia con plagas que lo cambiaron todo. «Hace cien años había 40.000 hectáreas de viña –rememora Joan Simonet, de Asaja–. Pero llegó la filoxera y ahora sólo quedan 2.500».

Años para una solución

El biotecnólogo y experto en genómica del Instituto de Investigación y Formación Agraria de Andalucía, Raúl de la Rosa, prefiere comparar a este virus con la gripe. «La bacteria muta rápidamente, aunque en la subespecie italiana era muy virulenta. Por eso yo creo que hay que tratar de evitar el alarmismo en España. La clave es la detección precoz». En coordinación con otros laboratorios europeos, su equipo lidera un estudio para buscar cepas resistentes.

¿Cuánto tiempo cree que hará falta para tener respuestas?

– Es un proceso largo. Estamos haciendo cultivos en hongos y estos crecen sobre todo en primavera y otoño. Harán falta al menos dos o tres años más.

La gran duda es si la plaga concederá este plazo. Ébola o gripe, la lucha todavía inútil contra este enemigo llevó a la UE a establecer un protocolo radical en todo el continente desde 2015. Cuando se detecte un contagio, deben arrancarse y destruirse todos los árboles y plantas cercanas en cien metros a la redonda. «Supondría arrancar todos los árboles de Mallorca, sólo nos quedarían los algarrobos», advierte el líder sindical Simonet. Su organización apuesta por aplicar un protocolo de contención (árbol a árbol) para intentar un control a largo plazo.

La llegada de este enemigo natural ha abierto un enconado debate tanto en el agro mallorquín como en el levantino. El pasado martes se celebró una asamblea informativa en la localidad alicantina de Benilloba, donde docenas de cultivadores conocieron esta realidad después de que en julio se detectaran los primeros dos brotes en almendros de Castell de Guadalest y Benimantell (Marina Baixa), en dos fincas separadas por un kilómetro. Al menos, las muestras tomadas en aguacates, adelfas, higueras, sauces o cerezos resultaron negativas. Pero el intento de las autoridades valencianas de eliminar los árboles infectados acabó con protestas de los agricultores, apoyados por cinco alcaldes de la zona. Tuvo que intervenir la Guardia Civil. «No hay vuelta de hoja, ni tenemos alternativa. Es incurable y no hay paliativos», zanja el director general de Agricultura de la Generalitat, Roger Llanes.

Su departamento ha establecido un estricto plan de alerta con 1.200 puntos de control preventivo. Y, ante los primeros ‘positivos’, ha decidido ampliar el ‘cerco quirúrgico’ hasta los 150 metros. Aunque el llamado ‘tampón’ de seguridad alcanza un radio de diez kilómetros, en los que se extreman los análisis. «Tenemos que poner los medios para que no se nos escape de control», insiste Llanes, que no contempla otra política que no sea la «total erradicación». Para acallar las protestas, desde el Gobierno valenciano prometen «indemnizaciones que compensen las pérdidas».

1. Los olivos italianos del sur, como la zona de Lecce, sufren la mayor extensión de esta plaga. / 2. En Brindisi (Puglia), la única solución es destruir los árboles infectados. / 3. Efectos de la ‘Xylella’ en aceitunas procedentes de Lecce y congeladas en un laboratorio. Tiziana Fabi / M. Frigione / A. Pierdomenico
Imagen principal - 1. Los olivos italianos del sur, como la zona de Lecce, sufren la mayor extensión de esta plaga. / 2. En Brindisi (Puglia), la única solución es destruir los árboles infectados. / 3. Efectos de la ‘Xylella’ en aceitunas procedentes de Lecce y congeladas en un laboratorio.
Imagen secundaria 1 - 1. Los olivos italianos del sur, como la zona de Lecce, sufren la mayor extensión de esta plaga. / 2. En Brindisi (Puglia), la única solución es destruir los árboles infectados. / 3. Efectos de la ‘Xylella’ en aceitunas procedentes de Lecce y congeladas en un laboratorio.
Imagen secundaria 2 - 1. Los olivos italianos del sur, como la zona de Lecce, sufren la mayor extensión de esta plaga. / 2. En Brindisi (Puglia), la única solución es destruir los árboles infectados. / 3. Efectos de la ‘Xylella’ en aceitunas procedentes de Lecce y congeladas en un laboratorio.

Los expertos consideran inviable convivir con esta plaga. Pero erradicarla a la brava tal vez «suponga cambiar de economía, de paisaje y casi de forma de vida». Les apoyan desde Unió de Llauradors y Ramaders. Su líder, Juan Miguel Montaner, recuerda que «la peste equina se liquidó con ejecuciones sumarias».

De reojo y con preocupación miran lo que está pasando en Alicante los olivareros andaluces y extremeños. Sus gobiernos regionales han iniciado campañas de sensibilización con teléfonos y correos de contacto para consultar cualquier indicio. Recuerdan que la colaboración del campo es clave, tal y como se demostró con el primer ‘positivo’ en Castell de Guadalest, donde el aviso lo realizó el propietario de la plantación.

«Está a las puertas. Ahora parece que se lo toman en serio. Pero tal vez será tarde. No se puede poner remedio después de que ya haya llegado la plaga», se teme el técnico de Asaja Jaén Carlos Muñoz. El 60% de los 2,5 millones de hectáreas de olivos españoles están en Andalucía. Muñoz calcula que, si la ‘Xylella’ llega a las interminables fincas de su tierra, «por cada olivo afectado habría que arrancar unos 500».

Enemigo sin fronteras

El investigador Raúl de la Rosa insiste en bajar los niveles de alarma y evitar comparaciones con la catástrofe italiana. «Allí no se podan los árboles, ni se usan insecticidas. Hay un cierto abandono que aquí no se da», recalca. Baleares, primera víctima española, quiere liderar la lucha internacional contra la pandemia. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria reunirá en Palma a científicos estadounidenses y brasileños (países con décadas de lucha) y representantes de los países europeos donde ya hay brotes (España, Italia, Alemania y Francia). La cumbre ‘Xylella fastidiosa: encontrar respuestas a un fenómeno global’ lleva en su propio título un nuevo ejemplo de problemas compartidos por un mundo sin fronteras.

Sin caer en alarmismos, Carlos Muñoz no se imagina Jaén sin su tradicional imagen, esa ‘botonadura’ de árboles que parece el traje verde oliva de un torero. Por eso encuentra acertado que se le llame ‘ébola del olivar’. «El ébola en humanos nunca nos interesó hasta que no llegó aquí. Con los árboles pasa lo mismo. Ahora que está, buscamos soluciones».

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