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Viernes, 27 de abril 2018, 08:34
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Uno de los peligros a los que se enfrentan los buceadores es la enfermedad descompresiva. Esta se da cuando al ascender a la superficie demasiado rápido desde mucha profundidad, la acumulación de nitrógeno sobresatura los pulmones y provoca la formación de burbujas en la sangre y los tejidos. Puede llevar a la muerte. Desde hace tiempo, los científicos se han preguntado por qué esto no ocurre así con mamíferos marinos como los delfines y las ballenas. Ya tienen respuesta.
Se trata de un estudio de la Fundación Oceanogràfic publicado en la revista 'Proceedings of the Royal Society'. A través del estudio de imágenes de cadáveres de estas especies mediante tomografía axial computarizada, o TAC, con estos presurizados en una cámara hiperábica, los investigadores han descubierto una estructura y funcionalidad cardiopulmonar distinta al de otros mamíferos terrestres que bucean.
El sistema respiratorio de delfines y ballenas les permite, de manera activa y no pasiva, disminuir la absorción de grandes cantidades de gas nitrógeno durante su buceo, algo que minimiza considerablemente el riesgo de sufrir esta enfermedad que se asocia al embolismo gaseoso.
No obstante, este mecanismo natural también puede fallar. Existe la posibilidad de que, al caer atrapados en las mallas de una red pesquera o sentirse aturdidos por un sónar antisubmarinos, estos animales sufran un episodio de estrés que anule esta inhibición y, por tanto, terminar por provocar el fallecimiento.
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