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Jueves, 7 de junio 2018, 11:25
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Pese a que su aspecto pueda parecernos tierno, esta foca leopardo es uno de los depredadores más letales de la Antártida. Y, hasta ahora, también un gran misterio. Un estudio de científicos de la British Antarctic Survey (BAS) ha rastreado sus rutinas durante casi una década para entender también un poco más sobre su ecosistema.
Los investigadores les colocaron 31 etiquetas con baterías de larga duración en miniatura para recoger la información de su movimiento también con un sector seco/húmedo. Las focas vivieron con este chip de 2003 a 2012. Una de las grandes dificultades fue la vida solitaria de estos animales, que obligó a conservar la ubicación de cada ejemplar para luego retirar el marcador con los datos en él al no ser transmisibles.
El estudio, publicado en la revista 'Plos One', revela que durante el verano la foca leopardo se desplaza hacia el sur entre y alrededor del hielo marino antártico mientras que en invierno regresan a aguas próximas a la costa y poco profundas en torno a islas antárticas, como la de Georgia del Sur donde fueron estudiadas durante más de veinte años. Se responde así una gran duda acerca de su radio de acción durante la larga noche antártica.
La dieta de las focas leopardo se constituye de pingüinos, focas y krill, e incluso amenazan el desarrollo de poblaciones de lobos marinos o pingüinos papúa. Otro dato interesante que revela su seguimiento es que pasan el 31% del tiempo fuera del agua, algo que oscila según la época del año.
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