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21 de junio, Día Internacional de la Música.
La música te hace más feliz y más fuerte

La música te hace más feliz y más fuerte

Con motivo del Día Internacional de la Música, la comunidad científica recuerda el beneficio de este arte para el sistema inmunológico y para el estado de ánimo

Daniel Cabornero

Miércoles, 21 de junio 2017, 15:26

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«Sin la música, la vida sería un error». Esta archiconocida cita, atribuida al filósofo Friedrich Nietzsche, es el mantra que sigue el doctor Daniel J. Levitin desde las oficinas de la Universidad McGill de Montreal (Canadá). Allí lleva casi 20 años configurando su labor como neurocientífico de referencia, gracias a un bagaje editorial de consulta obligada cada 21 de junio con motivo del Día Internacional de la Música.

Así, Levitin ha jalonado libros como This Is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession o The World in Six Songs: How the Musical Brain Created Human Nature con múltiples artículos periodísticos, textos donde se puede comprobar hasta qué punto llega el vínculo entre el arte musical y sus efectos en el desarrollo cerebral.

Un estudio suyo muy reciente, publicado en la revista Nature, constató que en el disfrute de la música intervienen las mismas sustancias químicas que regulan las sensaciones de placer generadas por el sexo, las drogas recreativas o la comida. El grupo investigador guiado por Levitin corroboró que el sistema opioideo influye en las áreas del cerebro humano que se activan con dichos estímulos.

«Esta es la primera prueba de que los opioides propios del cerebro están directamente implicados en el placer musical», destacó Levitin, para cuyo experimento bloqueó de manera selectiva y temporal los citados opioideos usando naltrexona, un medicamento empleado en tratamientos para la dependencia de opiáceos y alcohol. Luego midió la reacción a los estímulos musicales de los participantes, 17 en total, y constató que incluso sus temas favoritos dejaban de generar sensaciones placenteras.

«Cada vez que se receta una droga a un estudiante que no la necesita por motivos de salud, hay que asegurarse de que no tendrá efectos secundarios nocivos», advertía el neurocientífico respecto a un campo de investigación en el candelero. Y es que son muchos los expertos que han reparado en la mejoría o el empeoramiento de la salud cuando las notas, los acordes y los arpegios entran en juego o se convierten en medicina.

Levitin no duda sobre el efecto musical en el estado de ánimo, sabiendo de su utilización como terapia mental: rehabilitación neurológica con presencia de lesión cerebral, enfermedades neurodegenerativas y trastornos del neurodesarrollo. Incluso la música es empleada para promover neuroprotección; es decir, promover el desarrollo normal del cerebro en el caso de bebés prematuros en terapia intensiva o para colaborar en el diagnóstico diferencial entre estado vegetativo y estado de conciencia mínima.

Analizando más de 400 estudios sobre música y funcionamiento cerebral, el equipo de la Universidad McGill halló que la música se asocia a una mayor concentración de inmunoglobulina A, un anticuerpo vinculado con la inmunidad, y también a un número mayor de células que combaten gérmenes y bacterias. Esta mayor cantidad de inmunoglobulina A sería independiente de la valencia emocional de la música (es decir, si expresa por ejemplo alegría o tristeza). Y de esta manera, la modulación anímica por el uso de la música tiene efectos beneficiosos en la inmunidad más allá de cuál sea el estado de ánimo que converge.

Otro hallazgo interesante fue la reducción en los niveles de cortisol en sangre de pacientes que habían escuchado música antes de que se les practique una cirugía, y que tal reducción fue mayor que en pacientes que solo habían tomado fármacos. El estudio se hizo contemplando los puntajes de ansiedad referidos por los pacientes y fueron comparados con los niveles sanguíneos de la hormona cortisol.

«La música incrementa la actividad cerebral y tiene un efecto inmediato. Y como se deriva al área emocional del cerebro, la sensación es de bienestar», explicó recientemente el psicólogo Manuel Nevado en una entrevista. Aunque hizo una advertencia: «El efecto es beneficioso siempre que la música nos guste y nos transmita algo, un recuerdo, nos evoque algo positivo o sea neutra. Si no te gusta, es contraproducente. No olvidemos que también se ha utilizado como herramienta de tortura».

Por ello en principio no hay que descartar, a su juicio, ningún tipo de música. «Lo importante es que transmita. Por ejemplo, ¿por qué Raphael va a un festival en Aranda de Duero y le esperan una legión de chavales de veintitantos años a un artista que en principio no gusta a los jóvenes? Pues le esperan porque de niños iban en el coche de su padre escuchando las cintas de Raphael y han asociado esas canciones a un momento familiar bonito», afirmó.

De hecho, una de las ideas que Nevado propone en su gabinete psicológico es hacer «una lista de seis u ocho canciones que les gusten porque escucharlas cuando se encuentra uno anímicamente mal ayuda a encarar el día». «Por lo general, la música clásica es placentera y genera satisfacción y bienestar. Además, favorece la memoria de aprendizaje, por lo que mucha gente la utiliza de fondo para concentrarse cuando está trabajando o estudiando. Pero volvemos a lo de antes, si no te gusta la música clásica es contraproducente», aseveró.

Asimismo, el psicólogo sostuvo que «todos tenemos una banda sonora que nos evoca determinadas cosas y nos genera determinados estados de ánimo». Recurrió a un ejemplo propio: «Si estoy melancólico escucho a Ismael Serrano porque me gusta y me refuerza ese sentimiento de melancolía; pero si voy a salir de fiesta, pongo un disco de Extromoduro que me genera euforia».

«Hay determinados ritmos y melodías que provocan nostalgia y nos llevan a la instrospección. Un ejemplo es "Noches de Bohemia". Además de ritmo, la voz del cantante es desgarradora y la letra, aunque conscientemente no la escuches, el cerebro sí la procesa, y esa canción habla de una historia de amor en la que una persona está muy dolida», comentó Nevado. «Por otro lado, utiliza elementos que pertenecen a la memoria común, como la luna y por eso resulta tan evocadora», añadió.

La música como terapia, un tema recurrente para él: «Se lleva investigando muchos años y en casos de autismo los resultados son espectaculares. También es muy beneficioso para personas que sufren Alzheimer, para trabajar el recuerdo de momentos agradables». Pero los efectos de la música no son solo médicos, apuntó. «Hay una orquesta en Venezuela formada por niños marginales. Y yo mismo he tenido ocasión de ver un experimento similar en unas chabolas de Buenos Aires. Aquello suena a rayos pero la experiencia de formar un grupo con gente desfavorecida ha mejorado, sin duda, la vida en las chabolas».

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