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El explorador polar Ramón Larramendi.
Ciencia viento en popa

Ciencia viento en popa

El explorador polar Ramón Larramendi viaja a Groenlandia a probar que su trineo de viento puede llevar dos toneladas de instrumental con el que investigar los lugares más remotos del planeta

Borja Robert

Domingo, 8 de mayo 2016, 07:23

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El aventurero polar Ramón Larramendi quiere demostrar que su trineo de viento, impulsado por cometas en vez de por perros, no solo sirve para recorrer algunos de los sitios más extremos del mundo. Esto ya lo han confirmado en siete expediciones anteriores, en Groenlandia y la Antártida, desde los años 90. La próxima semana vuelve a la gran isla del Ártico para transportar dos toneladas de instrumental científico desde la costa oeste hasta su punto más alto, en el centro, y tratar de asentar una alternativa barata y limpia para la investigación de los lugares más inaccesibles de la Tierra.

«Competimos contra los vehículos oruga», explica Larramendi. En esta próxima aventura, pretenden recorrer unos 2.000 kilómetros, ascender hasta el punto más alto de Groenlandia y volver al punto de partida en unas cinco semanas sin más combustible que el imprescindible para cocinar y derretir nieve para beber. Toda la expedición costará unos 80.000 euros. Hacerlo con una alternativa motorizada, asegura, supondría un coste de al menos diez veces más. «Nuestro sistema es más simple, más barato y más limpio, y creemos que puede permitir que España desarrolle un programa de investigación antártico aprovechándolo».

El trineo de viento es un invento de Larramendi inspirado en los que usan los inuit para moverse y cazar. En vez de perros, este explorador y su equipo usan cometas que permiten navegar por los enormes campos de hielo de las áreas centrales de la Antártida y Groenlandia que son relativamente llanos y poco accidentados, aunque inmensos casi como lo haría un catamarán por alta mar. Es en estos lugares, donde en verano esperan máximas de -10 ºC y mínimas de -30 ºC, en los que los científicos pueden encontrar los mejores datos para investigar el cambio climático, el comportamiento del sol, de la nieve o de los microorganismos extremófilos.

Para esta expedición, Larramendi y su equipo han preparado un trineo compuesto de cuatro módulos que navegan unidos. El primero, el más resistente, es al que van unidas las cometas y desde el que se pilota el convoy. Después llevan uno de carga, donde transportan víveres y recambios necesarios para sobrevivir el viaje, otro con el instrumental científico y placas fotovoltaicas, y un último con una gran tienda de campaña donde descansan y duermen. Entre los seis expedicionarios pueden navegar por el hielo y tomar muestras durante unas 20 horas cada día.

«Esta expedición va a servir para consolidar el concepto del trineo de viento como base de investigación científica móvil», explicó Ignacio Oficiategui, otro de los participantes en la aventura. «Nunca se había hecho nada así, ni desde el punto de vista de la exploración ni desde el científico». Además de barato y relativamente simple en el sentido de que casi todo está construido con cuerdas, plástico y maderas, su sistema es más ecológico.

De momento, varios equipos de investigación de universidades españolas se han sumado al proyecto para aprovechar la aventura. Un grupo de la Universidad de Alcalá (UAH), por ejemplo, envía con ellos un detector de rayos cósmicos que les permitirá conocer mejor el comportamiento del sol. Otro, de la Autónoma de Madrid (UAM) estudiará la capacidad de los microorganismos que viven en el ártico de colonizar nuevas zonas que afloran a causa del cambio climático. El Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC, por su parte, estudiará las nieves y los glaciares del interior de Groenlandia con el objetivo de verificar si lo que dicen los modelos climáticos es correcto «el interior de Groenlandia está casi sin estudiar», apuntó Nacho López, uno de los miembros de este equipo.

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