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Construyen un 'Chernóbil' en mitad del mar: ¿qué consecuencias puede tener?

Construyen un 'Chernóbil' en mitad del mar: ¿qué consecuencias puede tener?

Rusia construye la primera planta nuclear del mundo sobre el agua. Puede dar energía a una ciudad como Girona y quedará anclada en la Siberia oriental

JOSEBA VÁZQUEZ

Jueves, 10 de mayo 2018, 01:30

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«La única unidad de potencia nuclear flotante (FPU) del mundo ha abandonado el territorio de Baltiyskiy Zavod en San Petersburgo, donde se había llevado a cabo su construcción desde 2009, y se dirigió a su base en Chukotka». Dentro del tono ponderado y sobrio que le correspondía, el comunicado oficial emitido la semana pasada por la compañía estatal rusa Rosatom no podía disimular un cierto aroma triunfal. «Es un hito importante», se expresaba luego de forma más entusiasta Vitaly Trutnev, jefe de la Dirección de Construcción y Operación de Centrales Nucleares Térmicas Flotantes (FNPP), filial de Rosatom y encargada del proyecto. Es de suponer que más de un brindis tuvo lugar en algún despacho de la Federación porque, con ese anuncio, Rusia selló una relevante victoria sobre potencias como China o Estados Unidos, que durante años planificaron sin éxito la construcción de un ingenio similar.

La acuática planta atómica ha sido bautizada como 'Akademik Lomonosov', en honor de Mijail Lomonosov, un científico y literato ruso del sigo XVIII que, entre otras aportaciones, descubrió la atmósfera de Venus y la ley de conservación de la masa en reacciones químicas. La central flotante está equipada con dos sistemas de reactores nucleares de 35 megavatios cada uno. Es decir, acumula una potencia de 70 millones de vatios, suficiente para satisfacer las necesidades energéticas de una población de 100.000 habitantes. Como Girona, por ejemplo. La planta tiene 144 metros de largo por 30 de ancho y desplaza 21.500 toneladas. Su coste se acerca a los 230 millones de euros.

Un año de viaje

El destino final de la 'Akademik Lomonosov' es Pevek, un localidad de apenas 5.000 habitantes, enclavada en el distrito autónomo de Chukotka, en el extremo oriental de Siberia. No puede decirse que se trate de un lugar paradisíaco. Situada en una región donde las temperaturas alcanzan hasta los 50 grados negativos, Pevek es una ciudad-puerto establecida tras la Primera Guerra Mundial para proporcionar un enlace a la exportación de minerales. Durante los años cuarenta y cincuenta acogió varios gulag donde los prisioneros explotaban uranio.

En ese rincón inhóspito y desolador, al que las grúas y chimeneas dan un aspecto más de gran fábrica que de asentamiento humano, es donde quedará anclada la central flotante con el fin de suministrar electricidad a ciudades de la zona y cordones industriales en los que predominan una planta desalinizadora y pozos petrolíferos. El ciclo de vida de la FPU nuclear es de 40 años, con la posibilidad de extenderse hasta 50. Después de su clausura, será remolcada a una instalación especial de deconstrucción y reciclaje.

Pero antes de todo eso, al buque atómico le aguarda un largo y lento viaje, siempre remolcado por otros barcos. Para la semana próxima está prevista su llegada al puerto de Murmansk, a 4.300 kilómetros de distancia de Pevek. Esta será la primera etapa de su periplo. «En Murmansk, la 'Akademik Lomonosov' será cargada con combustible nuclear y, ya con la tripulación a bordo, se dirigirá hacia Pevek, donde calculamos que quedará instalada en el verano de 2019», detalló Dimitri Alekseyenko, jefe adjunto de la FNPP. Todos los trabajos de ayuda de remolque y maniobras durante el recorrido serán proporcionados por el Servicio de Rescate Marítimo de la Agencia Federal de Rusia. Y se tratará, en todo caso, de un desplazamiento muy lento. De acuerdo a las estimaciones de los especialistas, la velocidad promedio de la caravana, y siempre que no haya imprevistos, será de aproximadamente 3,5-4,5 nudos; o lo que es lo mismo, de 6,4 a 8,3 kilómetros por hora. Un barco de carga convencional marcha a un ritmo casi seis veces superior.

«Invencible a los tsunamis»

Toda esta operación ha encontrado críticas entre numerosos grupos ambientalistas, que han llegado a bautizar al reactor como el 'Chernóbil flotante' o el 'Titanic nuclear' y entienden que es extremadamente peligroso que una embarcación de este tipo se exponga a los vientos y el oleaje del Océano Ártico. La organización Greenpeace ha censurado, además, que el reactor nuclear haya sido construido en «una zona densamente poblada como San Petersburgo». También han expresado su inquietud países como Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega, que se encuentran en el recorrido del buque.

La constructora del mismo, Rosatom, ha respondido que la planta tiene «un gran margen de seguridad» y que «es invencible frente a tsunamis y desastres naturales». Mucho mejor así, pero... ¿no se dijo también del 'Titanic' que era insumergible? La empresa estatal rusa afirma, además, que la planta nuclear no representa ninguna amenaza medioambiental. Más aún, asegura que, como va a reemplazar a la vieja central de Bilibino y a una instalación térmica, permitirá reducir cerca de 50.000 toneladas de emisiones de CO2 al año. Tan convencidos se encuentran los responsables de Rosatom de todos estos beneficios que proyectan construir cinco reactores atómicos flotantes más a medio plazo. Paralelamente, varios países se han interesado por el diseño de la unidad recién botada.

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