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El desconocido ejército chino

El desconocido ejército chino

Millones de chinos conforman un ejército de la moral comunista dedicado a alabar al Gobierno y machacar a sus críticos en las redes sociales

ZIGOR ALDAMA

Sábado, 10 de junio 2017, 01:38

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En el vídeo, Yang Shuping sonríe con inocencia. Desconoce la tortura que le espera. Vestida con el tradicional tocado de los graduados estadounidenses, esta joven china que ha estudiado Psicología y Teatro en la universidad estadounidense de Maryland sube al estrado dispuesta a pronunciar el discurso de fin de carrera frente a una audiencia expectante. «La gente me suele preguntar por qué decidí estudiar aquí. Y siempre respondo que por el aire limpio. Porque crecí en una ciudad china en la que siempre tenía que salir a la calle con cinco mascarillas para evitar ponerme enferma», comienza. «Por el contrario, la primera vez que respiré aire americano en el aeropuerto de Dallas, lo sentí fresco y dulce. Lujoso. Ya no necesitaba mascarilla». Aplausos.

Yang decide sumergirse en aguas más turbulentas. «También sentí el aire fresco de la libertad de expresión, por la que estaré eternamente agradecida», continúa la alumna. «Antes de venir a Estados Unidos estudié en clase de Historia sobre la Declaración de Independencia americana y me encontré con palabras que no tenían sentido, que sonaban abstractas, pero que memoricé para aprobar el examen: la libertad o la búsqueda de la felicidad, por ejemplo. Pero ahora he aprendido que la libertad de expresión es sagrada en América, y cada día en Maryland se me anima a discutir sobre asuntos controvertidos e incluso a llevar la contraria a los tutores». Sin duda, algo impensable en las aulas chinas. «Siempre creí que la narrativa pertenecía a las autoridades, las únicas que podían definir la verdad», apunta antes de lanzar el último dardo: «Nuestra voz importa. La democracia y la libertad de expresión son un aire fresco por el que merece la pena luchar».

Yang bajó del estrado en medio de una estruendosa ovación, e hizo que el presidente de la universidad fuese incapaz de contener las lágrimas. Pero el vídeo de su discurso, pronunciado el pasado día 21, no tardó en cruzar el Océano Pacífico. En su país natal, la reacción fue muy diferente. «Yang Shuping, eres una vergüenza para China», lanzó uno de los internautas más comedidos en la red social Weibo, donde rápidamente estalló una andanada de insultos que demuestra cómo operan dos tipos de grupos nacionalistas en el ciberespacio: la 'armada de los cinco mao', conocida así porque sus integrantes cobran medio yuan -cinco maos, 6 céntimos de euro- por cada comentario que publican alabando al Gobierno chino o criticando a sus detractores, y el menos conocido colectivo de 'las pequeñas rosas', patriotas -en su mayoría mujeres jóvenes- que hacen lo mismo gratis.

Minar la reputación

Son el ejército de la moral comunista en Internet. Y su fuerza es enorme. Como hizo con Yang, indaga en el pasado de cualquiera y encuentra el más mínimo resquicio para destrozar su reputación. Si no lo hay, se lo inventa. En el caso de la estudiante china, los patriotas del ciberespacio criticaron que es originaria de Kunming, una de las ciudades menos contaminadas de China, con niveles de polución similares a los de urbes americanas, y lanzaron maliciosas sospechas sobre el origen de la fortuna de la familia, que, según sus cálculos, ha gastado al menos 300.000 dólares en su educación. Incluso el cuerpo de Policía de Kunming tuvo que desmentir el rumor de que su padre es uno de sus agentes.

Tal fue la paliza dialéctica que se llevó Yang, a quien incluso se ha criticado en la prensa oficialista china, que ha tenido que pedir perdón en Weibo para tratar de zanjar la polémica y evitar que sus allegados se vean afectados en su país. «Pido disculpas si había errores en mi discurso. Espero sinceramente que el público pueda entenderme y perdonarme. No quería insultar a China», escribió. Lo que no ha impedido al ejército de la moral continuar con su inmisericorde campaña de acoso.

No se sabe cuántos son, aunque diferentes fuentes cifran su número en unos dos millones, ni cuánto cobran. Pero nadie duda de que hacen el trabajo sucio de la propaganda china, y que tratan de evitar que mensajes políticamente dañinos para el régimen calen entre la población. De hecho, uno de sus principales frentes está en combatir a los chinos que han salido de su país y han comprendido cómo funciona la democracia.

Los estudiantes chinos en el extranjero suponen uno de los grupos más peligrosos, razón por la que incluso el Gobierno ha lanzado diferentes campañas que también preocupan en Estados Unidos porque pretenden influir en las decisiones académicas de las universidades americanas. En 2010, China decidió retirar a la Universidad canadiense de Calgary del listado de instituciones extranjeras acreditadas por haber concedido un título honorífico al Dalai Lama. Y el líder espiritual tibetano está de nuevo en el candelero por el discurso que va a pronunciar en la Universidad de California, donde alumnos chinos ya han amenazado con «medidas contundentes». En muchos otros centros se ha dado la orden de evitar tratar temas como Tíbet o Taiwán. El dinero chino puede más que los valores.

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