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Margarita, la vaca que corre el riesgo de ser sacrificada, en el refugio donde es mimada.
Margarita, una vaca sin credenciales

Margarita, una vaca sin credenciales

Tortosa se subleva para salvar a una res de la que no existe documentación. La Generalitat quiere sacrificarla. Los animalistas denuncian el «asesinato» de una inocente

ANTONIO PANIAGUA

Martes, 30 de mayo 2017, 01:29

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No es Platero, pero es tierna y mimosa como él. Margarita es una vaca que vino al mundo hace cuatro años en una ganadería de toros de lidia. Como era de temperamento apacible y no entraba al trapo, su dueño la regaló a un amigo. Margarita se crío en Tortosa (Tarragona) entre niños, perros y otros animales de compañía. Creció ignorando lo que es una suerte de varas y la amenaza de un matarife. Todo tenía trazas de novela pastoril hasta que la Generalitat de Cataluña se dio cuenta de que estaba ante una vaca 'sin papeles'. Una disputa vecinal sacó a relucir la irregularidad. Ni rastro de la finca de procedencia ni documentos de trazabilidad. A la vista de que la dócil cornúpeta era una indocumentada, la consejería de Agricultura enseñó a la vaca el camino de matadero. Lo que no esperaba el Govern catalán es que la medida causara una insurrección entre los partidarios de la emancipación vacuna. Los amotinados han sacado las pezuñas y han llevado de incógnito al ejemplar a un refugio. Ayer, varias agrupaciones animalistas presentaron 160.000 firmas recogidas a través de la web Change.org para que Margarita sea beneficiaria del indulto. «Es intolerable que por un error administrativo se asesine a una inocente», dice Elena Tolva, dirigente de Hogar ProVegan, que guarda en un refugio de la comarca del Priorato al animal.

Los voluntarios de Hogar ProVegan se han comprometido a costear las pruebas y análisis que ayuden a demostrar que Margarita está rebosante de salud. Y si fuera necesario están dispuestos a asumir las posibles multas y a garantizar que el bóvido jamás acabará en el plato de un comensal.

Aún reciente en la memoria la crisis desatada por el mal de las 'vacas locas', las comunidades autónomas no bajan la guardia y aplican las directrices de la Unión Europea. Ningún espécimen de vacuno puede pacer a sus anchas sin su libro de familia. La burocracia establece que al tratarse de un ejemplar adulto no puede ser inscrito en un registro. Pero ante la movilización montada y el éxito que ha cosechado la campaña en las redes sociales, los funcionarios de la Generalitat empiezan a recular. Cierto es que el primer dueño no presentó las credenciales de la res. Pero todo tiene arreglo si se evita el follón. La consejería ha abierto diligencias de oficio para dar con la identidad de Margarita.

Hogar ProVegan y otras entidades de inspiración animalista celebraron ayer una manifestación ante el Palau de la Generalitat para que no se sacrifique a Margarita. Al grito de 'Liberación animal', pidieron una entrevista al presidente del Govern, Carles Puigdemont. A Elena Tolva, que leyó el manifiesto en pro del indulto a Margarita, se le hizo un nudo en la garganta al evocar el «dulce carácter» de la vaca. De hacer caso a sus padrinos, Margarita es un amor que merece ir directamente al paraíso, sin hacer peajes por el purgatorio. «Es un ser sintiente, un corazón que late como el nuestro, una naricita que huele», asegura Tolva en un rapto poético antes de hacer pucheros.

Rendidos a la cornamenta

Margarita ha robado el corazón de los vecinos de Tortosa. «Es un animal muy cariñoso, incapaz de hacer daño a nadie», argumenta Olivia Benaiges, que ha alimentado a la res. En el pueblo se han rendido al hechizo de Margarita, a la que tratan como a una mascota.

Pero no todos baten las palmas por Margarita. Los animalistas atribuyen a la Asociación de Ganaderos de Tortosa las presiones a la Consejería de Agricultura para que se eleve la multa de 600 euros impuesta al primer dueño de la vaca a otra más cuantiosa de 3.000. Si se esclarece el árbol genealógico del ejemplar -y la Generalitat parece estar dispuesta a regularizar su estatuto legal-, no habrá ensañamiento sancionador. Para hacer mella en la conciencia del Govern, los animalistas han apelado al sentimiento antitaurino de Cataluña, cuyo Parlamento aprobó una ley que prohíbe la lidia. «Es una vergüenza que en Cataluña, donde hemos tomado decisiones tan importantes en defensa de los toros bravos, no podamos salvar a una vaca brava. El mundo ya nos aplaudió cuando salvamos a cientos de toros y quizá ahora nos vuelva a aplaudir si logramos salvar a Margarita», argumenta un activista.

Los amigos de la vaca ya han cuajado una comunión espiritual con el animal. Hasta tal punto que llevan la defensa de su bienestar al paroxismo. «No es justo que matemos a un animal por un fallo burocrática, sea Margarita, una rata o yo. Todos somos iguales».

Por ahora Margarita goza de todas las comodidades. Es objeto de caricias constantes, come el mejor forraje de la mano de sus admiradores y es cepillada amorosamente. Sin ser una vaca sagrada vive como Dios. A no ser que alguien le dé la puntilla.

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