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Marissa Mayer se convirtió en una 'rara avis' al erigirse en CEO de Yahoo!. No solo era joven, además era mujer, ingeniera y estaba embarazada. :: afp
170 millones... y a casa

170 millones... y a casa

A Marissa Mayer le darán una fortuna cuando cristalice la venta de Yahoo! a Verizon. Eso, a pesar de que su gestión no fue, ni mucho menos, lo que se esperaba

IRMA CUESTA

Jueves, 4 de mayo 2017, 01:28

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Cuando dentro de unas semanas culmine la venta de Yahoo! al gigante de las telecomunicaciones Verizon, su CEO, la ingeniera Marissa Mayer (Wisconsin, 1975), recibirá un finiquito de esos que hacen historia: 170 millones de euros. El asunto no tendría nada de particular para alguien que cobra 26 al año, que se convirtió en la primer mujer ingeniera de Google y en una de las damas más poderosas de Silicon Valley antes de cumplir los treinta, si no fuera porque la guapa rubia de ojos claros deja atrás una gestión controvertida. Cinco años en los que, pese a haberlo intentado todo, esta joven de mente privilegiada que decidió estudiar una ingeniería siguiendo los pasos de su padre no ha sido capaz de reflotar la empresa que durante mucho tiempo fue líder de los directorios web y los motores de búsqueda.

El mundo se echa las manos a la cabeza pensando en la fortuna que Mayer ganará con la operación de venta, que podría cerrarse en junio (la cifra no incluye el salario, los bonos ni las opciones que ya ha ejecutado), mientras se pregunta quién es esa chica con cara de niña en cuyas manos dejaron lo que muchos consideraron una misión imposible: resucitar al pionero de internet.

Marissa Mayer llegó a lo que se convertiría en la cuna de la innovación tecnológica con solo 24 años. Graduada con honores en Ingeniería de Telecomunicaciones en Stanford -la misma universidad en la que obtuvieron sus títulos los cofundadores de Yahoo!-, aquel mismo año comenzó a trabajar en Google con una beca de verano. La joven Marissa encajaría como un guante entre aquella docena larga de jóvenes empeñados en hacer historia.

Dicen que Larry Page y Sergey Brin, cofundadores de Google, tardaron solo unos días en darse cuenta de que aquella muchacha con una memoria única y una capacidad para las matemáticas al alcance de unos pocos superdotados era el mejor de los fichajes. El hecho es que en 1999 se convirtió en la empleada número veinte de una compañía que estaba llamada a cambiar el mundo y en la primera ingeniera que entraba a formar parte de esa suerte de club de mentes privilegiadas. La última integrante del 'staff' de Google lo tenía todo. Además de un aspecto imponente que ella asegura haber heredado de su madre, una finlandesa profesora de arte, Marissa poseía una inteligencia fuera de lo común alimentada por su padre, un ingeniero medioambiental a la que ella profesa una admiración inmensa.

Los Mayer vieron crecer a su hija en Wausau, una ciudad de Wisconsin de menos de 40.000 habitantes. Ella misma ha contado que nunca tuvo menos de una actividad extraescolar por día: ballet, patinaje sobre hielo, piano, natación, equipo de debate... También que vivió una infancia fantástica con un montón de oportunidades diferentes. «Mi madre cuenta que se empeñó en estimularme a conciencia; siempre me rodeaba de todo tipo de cosas y me ofrecía un montón de opciones y me dejaba escoger. El resultado es que siempre he sido una 'multitasker'; siempre me ha gustado mucho la variedad».

Sus creaciones

Desde luego, la muchacha, además de lista, salió inquieta. Durante sus años en Google, Marissa trabajó como ingeniera, diseñadora, directora de producto y ejecutiva y puso en marcha más de cien características del buscador porque su potencial es, sobre cualquier otra cosa, la inteligencia artificial.

La chica de los Mayer jugó un papel fundamental en el desarrollo del buscador de Google y en el nacimiento de Google Image Search, Books, iGoogle, News, Gmail, Maps, Earth, Zagat y Street View, entre otros muchos. Por entonces, cuando los periodistas le preguntaban, aseguraba : «No soy una mujer en Google, soy una 'geek' (fanática de la tecnología y la informática) en Google». Con esa trayectoria, es fácil imaginar a los responsables de Yahoo! ideando la manera de fichar a la ingeniera y de convencerla para que aceptara el reto de su vida: salvar la firma del desastre.

Cuando Marissa Mayer fichó por Yahoo! estaba embarazada de su primer hijo y aquello se convirtió en todo un fenómeno en la tierra de las oportunidades: por primera vez, una súper empresa como aquella apostaba por una mujer para dirigir la anhelada remontada y, por si aquello no fuera suficiente, estaba embarazada. Ella dijo entonces que la firma había demostrado mucho tomando esa decisión, pero lo cierto es que nunca ha entrado a fondo en los debates feministas que denuncian que muy pocas mujeres logran hacer carrera en Silicon Valley. Una vez, cuando aún trabajaba para Google, le preguntaron cómo se sentía siendo la única ingeniera del equipo. Ella respondió sinceramente: «Sencillamente -dijo- no me había dado cuenta». Es posible que estuviera enfrascada ideando el algoritmo que hizo que Google AdWords se convirtiera en el producto más exitoso en la historia de la publicidad.

Poco después, cuando desembarcó en Yahoo!, los analistas consideraron un acierto que por primera vez dirigiera la empresa alguien que, además de negocios, sabía de tecnología. Pero los problemas a los que debía enfrentarse la primera mujer que alcanzaba la cima de un Olimpo reservado a los hombres eran muchos y demasiado graves. Tantos que, cinco años después, la venta de la compañía parece la única salida.

Casada con Zach Bogue, un inversor de alto riesgo, y madre de tres niños (un chico y dos chicas gemelas), es más que probable que no pase mucho tiempo en casa cuando todo esto acabe. Y no será por dinero. La mujer que asegura ser solo una 'geek' tímida a la que le gusta codificar atesora una fortuna cercana a los 395 millones de euros. Si les sumamos los 170 del finiquito se pondrá muy pronto en 565. Una lástima, porque la ingeniera adora los números pares.

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