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A los pies de Aquazzura

A los pies de Aquazzura

Ni Choo, Blahnik y Louboutin. Las estrellas se encaraman a los tacones artesanos del colombiano Edgardo Osorio

LUIS GÓMEZ

Lunes, 27 de marzo 2017, 02:47

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Todos los que viven del mundo de la moda saben que unas veces se está arriba y otras más abajo. Del mismo modo que hay una dinastía entre las grandes firmas de lujo (Chanel, Gucci, Dior...) que viven mejores y peores momentos, hay una aristocracia zapatera. Ferragamo, Manolo Blahnik, Jimmy Choo y Christian Louboutin son sinónimo de deseo. Sin embargo, hay una realidad incuestionable: cada época lleva una firma (u horma) concreta. Y entre los zapateros, el hombre del momento es Aquazzura.

Conviene aclarar la tremenda huella que deja a su paso esta marca. La firma italiana tiene nombre propio y responde al del joven Edgardo Osorio, su fundador y director creativo. Un colombiano de 31 años y maneras atildadas por el que suspiran miles de mujeres. O las que se pueden permitir encaramarse a sus codiciados tacones. Es la marca que hay que lucir sin falta. La gloria no espera. Que se lo pregunten a Lady Gaga, Emma Watson, Olivia Palermo, Nicole Kidman y Gwyneth Paltrow. Sus diseños logran un equilibrio perfecto entre la sofisticación italiana, el diseño moderno, el trabajo manual y un carácter latino que reafirma con el color y la sensualidad de sus zapatos.

La historia de Aquazzura (contracción de las palabras agua y azul en italiano) es la de un moderno que gasta maneras de clásico enganchado a la tecnología y que trabaja como los viejos artesanos. Le gusta vestir americanas con el pañuelo asomando por el bolsillo. Remilgado, parece de otra época. Su forma de trabajo remite también al pasado. «Hago zapatos como hace ochenta años porque creo que este complemento debe adaptarse perfectamente a tu pie y funcionar como parte de tu cuerpo», detalla. La vida es cuestión de suerte, de estar en el momento preciso y en el lugar adecuado. Su éxito suena a déjà vu y a la de tantos jóvenes a los que su acomodada posición económica les ayudó a abrirse paso en un mundo plagado de tiburones y donde las palmaditas en la espalda, pero también las puñaladas, están a la orden del día.

A él le tocaron las primeras. Corría 2012. Ya había trabajado para los talleres de Ferragamo y Cavalli. Su deseo, sin embargo, era probar suerte en solitario. Acudió a la Semana de la Moda de Milán con una colección de sólo 25 diseños. El modelo con el que ha hecho mucha fama y más dinero todavía -'Sexy Thing'- cayó en los pies de la influyente estilista Giovanna Battaglia. «Venía agotada de andar todo el día con tacones y me confesó que no podía más. Le dije: 'Pruébate estos'. Mis zapatos son como meter el pie en un guante, con un forro de ante suave sobre una almohadilla. Le parecieron tan cómodos que no se los quitó en toda la semana. Y como Giovanna marca tendencia, todo el mundo empezó a llamar. Sucedió muy rápido», se felicita este creador enamorado de la belleza.

«Necesito la belleza»

«Necesito rodearme de ella. Nací esteta. Desde que tengo uso de razón, he sabido que trabajaría en algo creativo». De niño construía castillos de Lego que decoraba con objetos de su abuela, pintaba mujeres bellas, iba con su madre y tías de compras, su afición preferida entonces y ahora... Mujer es la palabra clave en la vida de este creador afincado en Florencia, que de chaval prefería trabajar a salir a divertirse con sus amigos. Ya de adolescente pensaba en lo que sería su vida de mayor. «Si me esfuerzo ahora -pensaba- luego podré ir al Metropolitan de Nueva York o salir de copas por París, donde la gente viste bien».

Se lo tomó tan en serio que a los 14 años hizo las maletas y abandonó su Barranquilla natal con destino a Miami y Londres, donde estudió en la elitista Central Saint Martins. Allí aprendió algo fundamental: las mujeres adoran los zapatos, pero no paran de quejarse de lo incómodos que son, sobre todo cuando se van de fiesta y se ponen a bailar. Así que dio una vuelta al negocio mientras disfrutaba de unas vacaciones en Capri. «Todo era tremendamente exagerado: enormes precios, enormes plataformas... Creí que alguien debía hacer zapatos más prácticos, delicados y femeninos. Un zapato no es una escultura. Cuando te lo pones, debes poder caminar y hasta lograr que la pierna se vea más larga. Yo soy colombiano y me gusta la mujer sexy, que se sienta linda», detalla. Se dio cuenta de que ese alguien podía ser él.

Con unas piñas doradas como logotipo, puso patas arriba el sector con diseños ergonómicos especiales. «Por mucho que defienda la tecnología, me encanta que la zapatería se mantenga como un oficio artesanal. La mitad del proceso está hecho a mano. Todo se hace a ojo. Pero un milímetro marca la diferencia, que sea incómodo o que no te calce», ensalza este triunfador, al que la leyenda presenta como un bebé llorón que llegó a Europa sin dinero, sin contactos, sin idiomas... No es del todo cierto. Sí es verdad, en cambio, que desde el pedestal en el que está instalado rompe reglas. No autorizó fotos en la presentación de su última colección -«¿Qué sentido tiene mostrar algo que no se puede comprar hasta dentro de seis meses?»- y ha demandado a Ivanka Trump, hija del presidente estadounidense, por copiarle unas sandalias. «Una de las cosas más preocupantes es que alguien robe descaradamente diseños de autor», protesta. «Lo increíble de los zapatos es que son muy emocionales. Casi una obsesión. Cuando compras unos zapatos, no ocurre lo mismo que con un traje. Tú llevas el vestido, pero el zapato te lleva a ti». Criterio que comparte Isabel Fica, la dueña de la boutique bilbaína Veritas y una de las pocas que vende sus modelos: «Ha dado la vuelta a la moda del zapato. Los suyos son muy cómodos aún teniendo mucho tacón», dice.

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