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El Niño se enrabieta

El Niño se enrabieta

Perú se ahoga en el lodo por culpa de un fenómeno meteorológico que se repite cada pocos años causando muerte y desolación

irma cuesta

Domingo, 26 de marzo 2017, 04:23

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Aunque a este lado del planeta va a ser complicado olvidar la imagen de Evangelina Chamorro envuelta en lodo luchando por su vida, en Perú hace días que lo han hecho ocupados, como están, en salir adelante. Hasta ayer, los estragos de ese Niño enrabietado había dejado 78 muertos, 263 heridos, 20 desaparecidos, más de 100.000 damnificados directos, 643.000 personas y 134.000 viviendas afectadas y muchas infraestructuras de los principales núcleos urbanos costeros, Lima incluida, heridas de muerte. 800 kilómetros de caminos rurales y más de 150 puentes inutilizables completan, de momento, el aterrador balance de un viejo conocido que lleva siglos torturándoles, al que bautizaron como El Niño porque suele aparecer en la época navideña, cuando los pueblos cristianos celebran el nacimiento del niño Jesús.

La mujer que emergió del barro

  • «Escuché un ruido fuerte y le pregunté a mi esposo qué era lo que sonaba. Salí a ver y el lodo ya estaba en ambos costados del corral. No pude hacer nada para evitar que me arrastrara, no entendía qué era lo que pasaba». Evangelina Chamorro, cuya imagen envuelta en fango ha dado la vuelta al mundo, fue empujada por el río de lodo cientos de metros. «Lo único que pensaba era qué iba a ser de mis hijas sin madre y sin padre. No tenía fuerza ni para respirar. Teníamos 7.000 soles (unos 2.000 euros) de una camada de cerdos que habíamos vendido para los útiles escolares de mis niñas y para engordar a los animales. Pero se fueron con los cinco chanchitos, las dos marranas preñadas y todo lo demás». Afortunadamente, su esposo también sobrevivió al desastre.

Aunque hace siglos que cada tres a ocho años con recurrencia previsible pero impredecible, según los expertos surge un Niño con enormes lluvias, está claro que, en esta ocasión, el fenómeno ha mutado. Científicos como Nelson Quispe, director del área de Pronóstico del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología de Perú, explican que si durante un Niño global aumenta la temperatura del agua en toda la franja ecuatorial del océano Pacífico hasta la costa norte de Estados Unidos, los efectos se sienten en todo el mundo: lluvias monzónicas débiles en India, inviernos más fríos en Europa, tifones en Asia y sequías en Indonesia y Australia. En cambio, cuando el calentamiento ocurre solo en la zona costera de Perú y Ecuador, las lluvias torrenciales se restringen a estos territorios y alumbran lo que se ha llamado Niño Costero. Este es el caso. Quispe explica que el aumento de la temperatura del agua únicamente frente a ambos países se relaciona con las corrientes de viento que circulan por esta zona. A finales de 2016, añade, unos vientos del norte, provenientes de Centroamérica, favorecieron el desplazamiento de aguas cálidas hacia el sur, y en su recorrido hacia la costa ecuatoriana y peruana, esta masa hídrica no encontró ninguna barrera.

Científicos de todo el mundo, entre ellos el español Ernesto Rodríguez, responsable del Área de Evaluación y Modelización del Clima de AEMET, observan con atención el fenómeno por si fuera la señal de que se acerca un Niño a escala planetaria. «Sería inusual, porque ya se registró uno de gran intensidad entre 2015 y 2016 que hizo que las temperaturas mundiales batieran numerosos récords, pero también es verdad que se esperaba que en estos últimos meses las aguas ecuatoriales se templaran y dieran paso a La Niña la fase fría de este ciclo y, de momento, solo está sucediendo de manera intermitente», afirma el meteorólogo. En un contexto de cambio climático, estos fenómenos pueden aparecer con mayor periodicidad, pero en su opinión no hay nada que lleve a tener la certeza de que el calentamiento global tenga algo que ver con lo que está pasado al otro lado del mundo.

Avalanchas mortales

La realidad es que hace ya muchos días que, en Perú, las avalanchas de barro caen implacables llevándose por delante todo lo que encuentran a su paso: campos de cultivo, animales, casas, carreteras y, lo más importante, a más de un infeliz al que este diluvio le ha pillado desguarnecido.

En corto

  • Un viejo conocido

  • El Niño es un fenómeno ligado a la historia de Perú (en realidad, a toda la región andina) desde mucho antes de que los incas dominaran esta tierra. Los historiadores peruanos sostienen que su intervención en la historia ha sido un factor recurrente e importantísimo, mucho más relevante que buena parte de los datos de los que está atiborrada la historiografía tradicional.

  • 78

  • muertos, 263 heridos y 20 desaparecidos ha dejado, de momento, este Niño Costero. Las autoridades admiten que el número de víctimas mortales podría crecer en los próximos días.

  • Llamamiento

  • EL Gobierno ha llamado a la población a estar «unida y alerta».

  • 800

  • kilómetros de caminos rurales y 150 puentes inutilizados han dejado aislados a buena parte de los municipios costeros de la zona norte del país. La carretera Panamericana, la principal vía de comunicación, está también cortada en ocho puntos.

Mientras los teléfonos móviles de muchos de los casi 31 millones de peruanos se saturan de mensajes en los que el Gobierno asegura trabajar sin descanso «para llegar con la ayuda necesaria a nuestros hermanos damnificados», y llama a la unidad y la calma, las imágenes que confirman el caos se amontonan. Ha pasado ya más de un mes desde que comenzó a gestarse el desastre que ha dejado pueblos enteros incomunicados, a miles de personas en la ruina y a centenares haciendo cola para subirse en las avionetas que el Ejército fleta cada día para trasladar a quienes viven en los lugares más afectados, a los que no se puede llegar por carretera.

En un país acostumbrado a que los fenómenos naturales le golpeen con cruel persistencia (hay constancia de que la civilización inca ya sufrió lo suyo por culpa del famoso Niño), los peruanos se enfrentan a la situación preguntándose, una vez más, por qué no están mejor preparados para defenderse. Guilio Valz-Gen, redactor jefe de la sección de Nacional del periódico andino El Comercio, lleva días trabajando a destajo. Él es de los que creen que, con un poco de suerte, el país aprenderá de ésta. «Desde que nací he escuchado hablar de desastres de este tipo y he vivido algunos de ellos. Sería absurdo que, de una vez por todas, no se tomen medidas para que, en el futuro, podamos encarar este tipo de circunstancias de otra manera», dice. Está convencido de que en esta ocasión servirá de revulsivo el hecho de que los efectos de este Niño están afectando a Lima, en donde durante varios días se ha cortado el suministro de agua. «Esta situación ha suscitado el pánico y retrotraído a los limeños a la época del terrorismo, en la que era habitual que se cortaran la luz y el agua. Es una imagen muy potente que todos tenemos grabada y que queremos olvidar», asegura.

El poder del huaico

El periodista confirma que no está previsto que las cosas mejoren en los próximos días. En ciudades como Trujillo, una de las más afectadas por las avalanchas de lodo y escombros, cuando suena la sirena de emergencia los vecinos corren a sus casas para tratar de protegerlas con tablas, mesas, sacos de tierra o lo que tengan a la mano. A veces la fuerza del huaico el nombre quechua con el que se conoce a las enormes masas de lodo y piedras que las lluvias torrenciales desprenden de las laderas de los Andes es tan grande que sólo queda escapar y abandonarlo todo para salvar la vida. En la ciudad que honra al conquistador Pizarro tomando el nombre de la localidad extremeña que le vio nacer, voluntarios y ONG se movilizan para echar una mano. Lo más urgente, dicen, es encontrar refugios seguros para la población e iniciar las labores de limpieza y fumigación de las zonas inundadas para prevenir y detener la proliferación de enfermedades como el dengue o el cólera. Jesús Baena, de Acción contra el Hambre en Perú, reconoce que erá complicado. Los pronósticos apuntan a que las precipitaciones se intensificarán durante la próxima semana. El Niño seguirá enrabietado unos cuantos días más.

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