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«Si me mandas a clase, me quito la vida»

«Si me mandas a clase, me quito la vida»

Francisco Lavandera denuncia el acoso escolar que sufre su hijo de 14 años

LETICIA ÁLVAREZ

Martes, 28 de febrero 2017, 12:13

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Le da «cosa», «vergüenza» contar que tiene miedo, que le pegan y que no sabe por qué razón un día llegó a su casa y comenzó a golpear la pared de su habitación como un loco. Los nudillos magullados dan fe de la rabia con la que este crío que en junio cumplirá quince años vive desde que «en el primer trimestre del curso pasado 'él' empezó a meterse conmigo, a llamarme 'maricón, hijo de p...'».

'El' es su acosador, un chaval mayor, quizás el más alto de la clase; con el que el hijo de Francisco Javier Lavandera Villazón, extestigo del 11-M, tiene que enfrentarse cada día en el instituto. Las heridas en los nudillos son lo de menos porque al menos sirvieron para hacer saltar las alarmas. Lavandera entendió así que el asunto iba en serio, que no se trataba de una chiquillada, porque entonces fue cuando su hijo le noqueó: «Papá si me mandas a clase, me quito la vida». «¡Madre de dios! Se me cayó el cielo a los pies», dice a elcomercio.es. Le vino a la cabeza aquel diciembre de 2004 fatal, en el que Elizángela Barbosa Guimaraes, su mujer, la madre de su hijo, se sumergió en las aguas del Cantábrico y murió. El niño tenía entonces un año y Lavandera se encontraba recluido como testigo protegido ante las investigaciones del atentado del 11 de marzo que vinculaban a los terroristas con traficantes de explosivos y hachís asturianos a los que él conocía y había denunciado.

Los actos de los acosadores alcanzan cotas de crudeza insospechadas. ¿Qué hará click en el cerebro de un chaval de 16 años para espetarle en la cara a un compañero de clase que «tu madre se suicidó porque apestas y no te aguantaba»? Cosas así le dicen al hijo de Lavandera, según relata el propio niño. La Policía ya está en el caso.

Hubo un nuevo episodio que llamó la atención de su padre: «Le fui a buscar el lunes al colegio y les pillé corriendo detrás de él, eran tres y le estaban dando collejas en la cabeza». Lavandera no medió. «No puedo. ¿Se imagina que yo llamo la atención a unos chavales, con la fama que arrastro...? Aunque por experiencia propia tengo mis dudas sobre cómo funciona la justicia, prefiero acudir a la Policía y eso es lo que hice».

El martes se presentó en la Comisaría de Siero para formular una denuncia. «Nos atendieron muy bien, primero un policía y luego una mujer». El protocolo para afrontar este tipo de casos ya está en marcha: el próximo martes, el niño tiene cita con el psicólogo y el miércoles, con la Fiscalía de Menores. «Quiero ir hasta el final», dice. Y ello a pesar de que nada más conocerse que iban a denunciar, el acosador, al que no se identifica en esta información por tratarse también de un menor de edad, envió un whatsapp al móvil de su víctima diciendo textualmente: «Como me llegue la denuncia te juro que te cruzo la puta cara de gordo que tienes... Que ya me lo contaron chaval». Porque la comunicación en las aulas funciona así. Los profesores crean grupos de whatsapp para mandar los deberes y avisos a todos los alumnos, y, claro, su agresor también conoce su número de móvil. «El año pasado avisé a los profesores de lo que estaba pasando con este matón, me dijeron que habían iniciado el protocolo 'antibuying', pero ya ve incluso los ponen juntos en un grupo. Lamentable».

Puede leer la noticia completa en 'El Comercio'.

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