Edición

Borrar
Deportistas con barriga: ¿es realmente bueno el ejercicio durante el embarazo?

Deportistas con barriga: ¿es realmente bueno el ejercicio durante el embarazo?

Mejora la salud de la madre y el bebé, pero no está bien visto. Y eso que el 45%de las gestantes tiene sobrepeso

Inés Gallastegui

Martes, 10 de enero 2017, 02:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cristina levanta sobre su cabeza una barra con dos discos de 35 kilos cada uno. Repite. Después hace una serie de dominadas, colgada de una barra y flexionando los brazos. Luego tocan las sentadillas. Y así, dos horas al día. Cristina es entrenadora del Box Bulls Factory de Churriana de la Vega (Granada), un gimnasio especializado en crossfit, disciplina de alta energía que combina carrera, halterofilia y gimnasia. La intensidad de su entrenamiento aumenta porque lleva un lastre muy especial: la barriga. Está embarazada de 9 meses y no ha parado; eso sí, adaptando el ejercicio a los cambios de su cuerpo para no comprometer el bienestar del bebé. Hasta ha mejorado su rendimiento: ahora levanta 20 kilos más en peso muerto. «Me siento más fuerte, por las hormonas», confiesa. ¿Imprudente? Para nada. «Las contraindicaciones del ejercicio durante la gestación se pueden contar con los dedos de la mano», asegura la ginecóloga Olga Ocón. Al contrario: los científicos cada vez están más convencidos de que un entrenamiento de moderado a intenso depende del estado de forma previo mejora la salud de la madre y del futuro bebé. «No hay que comer por dos; hay que entrenar por dos», zanja el médico del deporte Ángel Gutiérrez.

Una mujer encinta no está enferma. «Es un estado natural», recuerda Malu Baena, que contó su experiencia en Correr embarazada. «Nuestras abuelas no estaban nueve meses paradas. Cuidaban de otros hijos y de la casa, trabajaban en el campo y daban a luz debajo de un olivo», añade la malagueña, profesora de Educación Física. Y las hembras de muchos mamíferos corren, saltan o cazan hasta el momento mismo de parir.

¿Por qué en nuestra sociedad se ha impuesto esa visión de la gestante como un ser delicado que debe guardar reposo y, a lo sumo, dar tranquilos paseos o chapotear en una piscina? «Es una creencia popular que se da también en muchos ginecólogos, incluso los jóvenes», admite Olga Ocón.

Las mujeres se han incorporado masivamente más tarde a la práctica deportiva. Y cuando no hay información, impera el principio de precaución. «Si te ven correr o levantar pesas, mucha gente se lleva las manos a la cabeza. Pero, ¿con qué datos? La ignorancia es atrevida», resume Baena, licenciada en Ciencias del Deporte, maratoniana y madre de dos hijos. En su primer embarazo corrió hasta los cinco meses y paró. Tenía miedo. En el segundo no se resignó. «Te dicen que no hagas esfuerzos, como si fueras a romperte. Pero si haces un parón tan largo te puedes cargar tu carrera deportiva. Estoy acostumbrada a entrenar y me siento bien. ¿Por qué tengo que frenar?». Así que decidió asesorarse y acabó convertida en sujeto de la investigación de los profesores Ocón y Gutiérrez sobre los efectos del ejercicio intenso en atletas embarazadas de la Universidad de Granada. Las siguientes fueron la citada Cristina Cegri y la fondista Ester Hidalgo, subcampeona de España de maratón en 2010.

Ni surf ni esquí

En este estudio, el control es exhaustivo: se realizan pruebas de esfuerzo y se registra la evolución del peso o los niveles de glucosa, así como todos los valores del bebé. «Siempre se había supuesto que si la madre hace un esfuerzo intenso, el pulso del feto se hace más lento y corre riesgos explica el médico. Pero las suposiciones estaban basadas en el miedo, no en la realidad: apenas nadie había medido la frecuencia cardiaca fetal durante un ejercicio intenso. Y la salud fetal es perfecta».

Claro que hay disciplinas contraindicadas, bien por ser extenuantes, como las carreras de fondo, o por el alto riesgo de una caída o un impacto que pueda dañar al feto, caso del alpinismo, el esquí, el surf o el submarinismo.

Los expertos coinciden en que no es el momento de mejorar marcas ni competir. Es necesario adaptar el volumen y el tipo de actividad a cada fase. En los primeros meses, Malu Baena, 33 años, redujo de seis a cuatro las sesiones semanales y corría menos de una hora, por terreno llano y con las pulsaciones controladas. A partir de la semana 30 sustituyó el running por la natación. De sus 42 kilos iniciales aumentó a 56. Su recuperación postparto fue «brutal». De eso hace 22 meses; hace dos semanas ganó una carrera a 4.48 minutos el kilómetro.

Cristina Cegri, 27 años, cesó su dura rutina al enterarse de que estaba embarazada pero, una vez que entró a formar parte de la investigación de la UGR y con la tranquilidad de estar controlada por un equipo de médicos, fisioterapeutas y entrenadores, reanudó su actividad. «Antes entrenaba cinco o seis días a la semana, dos o tres horas diarias, y bajé una o dos sesiones», recuerda. También ha eliminado o adaptado los ejercicios que pueden implicar golpes en el vientre. «Dejé de correr y saltar y no puedo hacer el pino. En este último mes he bajado el nivel porque la barriga ya está muy grande», explica Cristina, que sale de cuentas el 27 de enero. Ha pasado de 60 a 72 kilos. «He ganado bastante músculo», presume.

Rubén Bakarat, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid que lleva dos décadas investigando los efectos del ejercicio en las embarazadas, se muestra cauto. «Estoy en contra tanto de la pausa física durante el embarazo como de la actividad intensa», afirma el especialista. A su juicio, aún no hay un número suficiente de atletas embarazadas que hayan sido objeto de seguimiento como para extrapolar las conclusiones. Y los experimentos con animales señalan que un ejercicio excesivo, sobre todo en las últimas semanas de gestación, puede acarrear ciertos riesgos. Bakarat aboga por recomendar a las gestantes «lo que se ha demostrado científicamente»: una actividad moderada. El investigador, que colabora desde hace años con ginecólogos de hospitales madrileños, asesora al sistema sanitario de Canadá en la elaboración de una guía de actividad física para futuras mamás. «Es el país que más investiga porque allí más de la mitad de las embarazadas tienen un peso excesivo. Es un verdadero problema de salud pública», afirma. Aquí llevamos el mismo camino: el 23% tienen sobrepeso y el 22% son obesas.

Malu y Cristina son supermujeres. ¿Qué pasa con las embarazadas del montón?En la Universidad de Granada se desarrolla GestaFit, una investigación con un centenar de féminas que antes de quedar encinta hacían poco o nada de deporte. «Los mejores resultados se ven en programas de entrenamiento que combinan ejercicios de fuerza con entrenamiento aeróbico», explica Lidia Romero, que forma parte del equipo de investigación y es una de las principales expertas en España en formación de entrenadores para embarazadas. También prestan especial atención al suelo pélvico.

Aunque las conclusiones aún no se han publicado, los resultados preliminares parecen muy positivos, en línea con experimentos realizados en otros países. La doctora Ocón recuerda que el Colegio Americano de Ginecólogos y Obstetras recomienda ejercicios de intensidad media y alta, sobre todo para mujeres que ya entrenaban. «La actividad física no aumenta el riesgo de aborto, bajo peso al nacer o parto prematuro», señala el organismo en su web. Hay muy pocas contraindicaciones médicas, entre ellas las dolencias cardiacas graves, la placenta previa después de las 26 semanas, la hipertensión severa, el tabaquismo extremo o la anemia aguda. La edad, por ejemplo, no es un obstáculo.

Cuerpo y mente

En cambio, la lista de beneficios no tiene fin: el ejercicio ayuda a la embarazada a mantener un peso adecuado, mejora los dolores de espalda y el estreñimiento, ayuda a dormir, reduce el riesgo de hipertensión, diabetes gestacional y parto prematuro, favorece partos más rápidos y fáciles y con menos cesáreas y, tras el nacimiento, previene la incontinencia urinaria y favorece la recuperación del peso previo. También es bueno para los bebés: llegan al mundo con un peso más adecuado y tienen menos posibilidades de ser niños gorditos y, por tanto, adultos obesos.

Y no hay que olvidar los aspectos psicológicos: el deporte contribuye al ienestar de las futuras madres. La droga de la felicidad, las endorfinas, es la única a la que pueden engancharse sin peligro.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios