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Cosecha del 26

Cosecha del 26

Una quinta de infatigables supervivientes despide a Fidel tras haber escrito la historia del siglo XX

GUILLERMO ELEJABEITIA

Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:00

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Apenas se encuentran vinos de 1926. Una helada en el mes de abril arruinó la cosecha de Rioja y un brote de filoxera angustiaba a los bodegueros. La añada, escasa y mediocre, quedó ensombrecida por la fama que alcanzaron después los 'veintiochos', la última gran cosecha antes de la Gran Depresión. Aunque no dio buenos caldos, aquel año sí alumbró a algunos de los personajes que han marcado la historia del siglo XX. Una quinta infatigable y longeva que acaba de perder a uno de sus miembros más ilustres, Fidel Castro. Al otro lado del Atlántico -y del espectro político-, la reina Isabel II de Inglaterra o Valéry Giscard D'Estaing son testigos de la muerte de su coetáneo, con quien nunca compartieron mesa y mantel, pero sí las páginas de los periódicos.

Figuras tan dispares como Paul Bocuse, Chuck Berry o Alan Greenspan nacieron cuando el mundo tomaba aliento entre dos guerras. Los 'felices veinte' les pillaron en la cuna y, para cuando tuvieron uso de razón, el mundo había echado a rodar a velocidad de vértigo. El 'crack del 29' les acostumbró desde muy pronto a las penurias y la convulsa política de los años siguientes les enseñó que el signo de los tiempos podía cambiar como cambia el viento.

«Recuerdo la llegada de la Segunda República y cómo a las monjas del colegio les obligaron a vestirse de señoritas... Estaban igual de feas», bromea Asunción Balaguer, nacida en noviembre de 1925. La actriz, que sigue trabajando «siempre que me llaman», habla sin ápice de nostalgia del contraste entre la mojigatería del colegio y el ambiente liberal en el que le educó su familia. «Afortunadamente, en mi casa se hablaba claro, pero no sabes la que me cayó cuando les conté a mis compañeras de dónde venían los niños». En su risa pícara todavía se puede escuchar a la niña que era a comienzos de los años treinta.

En julio de 1936 un jovencísimo Tony Bennet debutaba bailando claqué en la inauguración del puente de Triborough, ante el entonces alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia. En España el baile era otro, mucho más dramático. Con la sublevación de una parte del Ejército contra el Gobierno arrancaban tres años de Guerra Civil que dejaron el país hecho jirones. «Fuimos espectadores pasivos de la contienda, pero para nosotros no tenía el carácter dramático que tenía para los adultos», reconoce el veterano periodista José María Carrascal, que recuerda el impacto que le causó «la entrada de las tropas nacionales en el pueblo donde estaba la casa de mis abuelos».

Preludiaban una Segunda Guerra Mundial que llevó al mundo a una catarsis de crueldad nunca vista. «A los que vivimos aquella barbarie nos quedó una firme aversión a la violencia que es parte del carácter de nuestra generación», asegura el político español Federico Mayor Zaragoza, que tenía 9 años cuando Hitler invadió Polonia y 15 cuando se liberaron los campos de exterminio.

Bajo las bombas que la Luftwaffe lanzaba sobre Londres en 1940 se forjó el carácter de una joven Isabel Windsor, a quien la abdicación de su tío Eduardo VIII había colocado primera en la línea de sucesión al trono del Reino Unido. En España habían cesado los bombardeos, pero la posguerra seguía causando estragos. «Fue una época gris y fría; nos dimos cuenta de lo que es capaz de aguantar el cuerpo humano, pero también nos enseñó a creer en el progreso, porque veíamos que poco a poco la vida iba a mejor», asegura Carrascal. Paradójicamente, aquellos que vivieron su adolescencia con estrecheces han resultado ser una camada especialmente resistente.

A sus jóvenes brazos correspondió la ingente tarea de la reconstrucción. Aliviados por el fin de la guerra, estos veinteañeros ansiaban la paz para formar una familia y prosperar. El resultado fue el 'baby boom', una prole a la que se esforzaron en proporcionar algo mejor que lo que ellos habían tenido. «Era normal el pluriempleo, emigrar para buscar un futuro mejor, trabajar las horas que hiciera falta para pagar el piso, el coche, la universidad de los hijos», apunta Carrascal, que se atreve a decir con cierto orgullo que fueron ellos quienes sentaron «las bases de la España moderna».

El esfuerzo dio sus frutos. En los años 50 y 60 la despensa se volvía a llenar. Paul Bocuse, después de años de formación con los mejores, se disponía a reformar el antiguo restaurante familiar en Collonges para convertirlo en un templo de peregrinación mundial. Tenía 35 años cuando logró su primera estrella Michelín y comenzó a sentar las bases de la 'Nouvelle Cuisine', la revolución gastronómica más influyente del siglo XX. Con el estómago lleno el ambiente se relajó. La música también vivió su propia revolución, de la mano de Elvis Presley y su reverso afroamericano, Chuck Berry, nacido en Saint Louis en 1926. El cine negro de los años cuarenta daba paso a una nueva eclosión de la comedia más desenfadada, gracias a actores como Jerry Lewis, hijo del mismo año.

En Cuba, sin embargo, no estaban para chistes. El régimen de Batista olía a podrido y, tras varios intentos, un vigoroso Fidel Castro tomaba el poder en 1959 ayudado del carismático Che Guevara. Pocos podían adivinar entonces que Cuba viviría bajo su sombra durante casi seis décadas. Mayo del 68 pilló a los nacidos en 1926 algo mayores para las barricadas y demasiado jóvenes para tomar las riendas y cambiar las cosas. Para el filósofo Salvador Pániker, «cabe distinguir entre los que en su juventud se adhirieron al Partido Comunista y los que nos ahorramos este sarampión. Nuestra experiencia nos hizo a casi todos moderados. Y pienso que ahora sería un buen momento para contagiar esta moderación al mundo».

Su momento político llegaría en los años 70 y 80 y, al menos en Europa, tendría un cariz conservador. En 1976 llegaba al Elíseo Valéry Giscard D'Estaing y tres años más tarde Margaret Thatcher desembarcaba en Downing Street. Se llevaban seis meses. En España fueron los 'niños de la guerra' los que gestaron la Transición. «Fue un tiempo de lucidez en la política nacional, en el que se construyó una democracia basada en los valores más que en las formas», sostiene el que fuera ministro de Educación y director de la Unesco. Federico Mayor Zaragoza dibuja una hornada de políticos conciliadores, que «huyeron de los dogmatismos que habían hecho tambalearse el mundo».

Con el fin de la Guerra Fría muchos confiaron en el establecimiento de «un nuevo orden mundial basado el multilateralismo y la paz». Pero el siglo XXI ha venido preñado de nuevos problemas que preocupan, y mucho, a una generación que lo ha visto casi todo. José María Carrascal habla de un «tsunami que está barriendo los valores, los ideales y las fórmulas de mi generación, que ya no sirven». El panorama es poco alentador. «Europa se ha vuelto insolidaria, vuelven los fanatismos y Trump es un insulto para la juventud del mundo», truena Mayor Zaragoza. Al menos la cosecha de este año se prevé excelente.

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