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María José Sáez, la informadora que dio en primicia la liberación de Emiliano Revilla.
Noticia de un secuestro

Noticia de un secuestro

"Puede estar tranquilo", le dijo María José a Emiliano Revilla. La periodista dio en exclusiva la liberación del empresario. 28 años después lo cuenta en una película

Antonio Paniagua

Sábado, 3 de diciembre 2016, 17:10

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La noche en que se encontró con Emiliano Revilla recién liberado, la periodista María José Sáez había discutido con su novio. Él no comprendía qué pintaba ella haciendo guardia frente al domicilio del empresario secuestrado por ETA cuando sus prácticas en la agencia Efe como becaria hacía meses que habían terminado. Hacía 249 días que Revilla había sido secuestrado por los etarras y los boletines informativos destilaban un aire pesimista. Pese a ser finales de octubre, hacía calor y las calles bullían con la animación típica del sábado por la noche. María José nunca supo a ciencia cierta por qué en vez de irse a casa de sus padres, con los que vivía, dio un volantazo y se plantó en la Plaza de Cristo Rey de Madrid, donde residían los Revilla. «Aparqué el Simca 1.200 de mi padre, escuché la radio, me relajé. A los pocos minutos me fijé en alguien que en la lejanía caminaba entre la multitud. No le conocía, sólo había fotos suyas en la prensa, pero aquel hombre era Emiliano Revilla», asegura María José Sáez, 28 años después de aquel 30 de octubre de 1988, una fecha que permanecerá indeleble en su memoria.

Después de 249 días de cautiverio, enclaustrado en un zulo excavado en un chalet cerca de la calle Arturo Soria, Emiliano Revilla era libre. María José, que entonces tenía 23 años, estaba delante del empresario cuyo rescate supuso para los allegados del hombre de negocios un coste de 1.200 millones de pesetas, «la mitad de los cuales se perdieron en el camino». Eran años convulsos. En febrero el Gobierno de Felipe González había anunciado la apertura de negociaciones con ETA, pero el secuestro de Revilla a punta de pistola ante su domicilio acabó con cualquier atisbo de diálogo.

Las fuerzas de seguridad intentaron por todos los medios que los Revilla no pagaran. De hecho, en abril, la policía francesa había aprehendido 750 millones de pesetas a un intermediario en Bayona y otros 100 millones en julio. Cundía el desánimo. Muchos temían que la banda terrorista hubiera asesinado al fundador de la célebre fábrica de embutidos. Atrás habían quedado batidas infructuosas, escuchas telefónicas, intentos fracasados por engañar a los etarras con un falso negociador, meses de vigilancia policial del domicilio del rehén. Recién afeitado, con 15 kilos menos y el pelo todavía húmedo por la ducha, Revilla se disponía a llamar al portero automático. En una bolsa de plástico llevaba una tarta de peras que los terroristas le habían dado por si tenía hambre y los dibujos que hizo durante su encierro de nueve meses. «Nena, arriba, que es la noticia de tu vida», dijo para sí la recién licenciada.

Buenas noches, ¿perdone no será usted familiar de Emiliano Revilla?

La joven periodista sabía de sobra ante quién se encontraba, pero le venció el pudor. Él asintió y María José balbució disculpas, encomió su aspecto aseado y se embarulló con muchas preguntas. Los secuestradores habían procurado a Revilla ropa nueva y su estampa no era la de un hombre que se pasó cerca de un año en un habitáculo agobiante. Los etarras le ordenaron que se pusiera unas gafas de sol veladas con pintura con las que era imposible ver nada.

Soy periodista, amiga de sus hijos. Puede estar tranquilo...

Por favor, nadie puede saber que estoy libre hasta dentro de unas horas.

Todos estos hechos vuelven a la memoria colectiva porque el director de cine Luis María Ferrández, fascinado por la historia, ha llevado al celuloide un documental en el que se recrea el fin de un secuestro. Un secuestro que ha marcado la historia reciente de España. 249. La noche en que una becaria encontró a Emiliano Revilla es el título del docudrama que acaba de estrenarse en Movistar, una semana antes de que se proyecte en los cines.

El comando de ETA le había dado instrucciones precisas a Revilla para que no informara de su liberación hasta las tres y media de la madrugada. Faltaban aún dos horas y la becaria persuadió al secuestrado de que no traspasara el umbral. A pocos metros, había un par de funcionarios policiales.

Los agentes tenían pinchados todos los teléfonos de la familia, salvo uno. María José y el empresario se acercaron a una cabina telefónica. Fue el propio Emiliano Revilla el que facilitó a la informadora un número de teléfono que no estaba intervenido. ¿Una casualidad? Pocos lo saben. Ella tomó el auricular y marcó. Al otro lado del hilo estaba el periodista deportivo Jesús Álvarez, yerno de Revilla. Con su mujer, Margarita, hija del empresario, Álvarez estaba viendo 'Gigante', una película que nunca llegó a ver completa.

Jesús, me tengo que ir y debo darte algo ya.

¿Me puedo tomar un café antes?

No. ¡Baja ya!

Cuando Jesús Álvarez vio a su suegro, lo confundió con un mendigo de la zona, Josechu el Águila, un hombre con la mente extraviada y que por aquella fechas se hizo inseparable de los periodistas apostados en el lugar.

Álvarez se abrazó a su suegro durante largo tiempo. Luego entraron en el garaje, donde el empresario se encontró con su hija Margarita. María José hizo un último favor a la familia: condujo a tientas, en medio de la oscuridad del aparcamiento, al médico de la familia, que halló al secuestrado en perfecto estado.

No había olvidado María José el teléfono de la agencia Efe. Estaba de guardia el redactor jefe Emilio Oliva. «Después de confirmar la noticia, me dijo: siéntate y escribe». Y ¿qué ocurrió con el novio despechado? «Pasó a la historia», dice la informadora, que ahora trabaja en Telecinco. «Hace unos días me bloqueó en el whatsapp».

María José Sáez, la informadora que dio en primicia la liberación de Emiliano Revilla. :: óscar chamorro

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