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De villano a héroe español

De villano a héroe español

Era el malo malísimo para el PP, el socialista francés que quería cargarse a Rajoy... Hasta que todo cambió el 27 de junio. Así es Pierre Moscovici, un coleccionista de osos que nos ha evitado la histórica multa de Bruselas

Adolfo Lorente

Martes, 27 de septiembre 2016, 01:01

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¿Osos? ¿Colecciona figuras de osos? Y claro, es escuchar esto y comenzar a indagar. No ya por trabajo, sino por simple curiosidad. Así que Google en tres, dos, uno... «El oso es siempre un buen signo, de valor y de poderes especiales. Representa fuerza interior, sabiduría, intuición y poderes curativos». El socialista francés Pierre Moscovici (París, 1957), el todopoderoso guardián de las finanzas europeas, colecciona osos. De hecho, tiene uno de origen belga hecho de porcelana en el escritorio de su despacho, como confiesa uno de sus más estrechos colaboradores. Así que si uno de los grandes retos periodísticos de un perfil es contar algo ajeno a la Wikipedia, ¡bingo! Objetivo cumplido. Osos.. Sí, sí, colecciona osos.

Después de serlo casi todo en su país, Pierre Moscovici fue el comisario propuesto por el Gobierno de Francia (cada país elige uno), ergo, uno de los más poderosos. Su relevancia política se multiplicó después de que Jean-Claude Juncker, el presidente, su jefe, le propusiera asumir el complejo rol de hombre de hierro de las finanzas, de ser el azote, entre otros, de esa ingobernable España que ha vuelto al epicentro de los problemas comunitarios. ¡Ay, España! Seguro que suspira contrariado cada vez que escucha el nombre de la cuarta potencia del euro.

Ha pasado de villano, de malo malísimo que hace un año era acusado por la derecha de mover los hilos desde Bruselas para acabar con Mariano Rajoy en las elecciones del 20 de diciembre (la campaña mediática desde Madrid fue brutal resaltando su condición de socialista y francés), a convertirse en el gran salvador de los intereses españoles. Paradójico, sí. Según las actas que acaban de hacerse públicas, el francés fue el gran protagonista del Colegio de Comisarios del 27 de junio al ser uno de los grandes artífices que evitaron que nuestro país y Portugal se convirtieran en los primeros Estados miembros de la historia de la UE en ser sancionados por indisciplina fiscal, por saltarse las reglas de esa biblia llamada Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Una multa, ojo, que podía haber rondado en el peor escenario los 2.000 millones. Y no fue pura cosmética. Había quien quería ponerla, y todos del PP europeo. También paradójico, sí.

«Fui utilizado como chivo expiatorio y eso no me gustó. Ahora sé que cuando te metes en las aguas de la política española te puedes quedar helado. Una decisión de la Comisión, tomada con buena fe, se utilizó en el debate nacional. Fue una trampa y no voy a caer en ella», confesó recientemente en una entrevista concedida a Vanity Fair.

Así que, con estos antecedentes, no es extraño justificar por qué Moscovici es uno de los apellidos extranjeros más escuchados en España y por qué se ha ganado a pulso formar parte del temario de ese curso de economía rápida al que se han tenido que someter los españoles desde 2008. Comisión, Bruselas, déficit, multas, rescates, hombres de negro, Troika... Hoy, toca hablar de ese tal Pierre Moscovici. ¿Quién es?

Hijo del prestigioso psicólogo social Serge Moscovici (comunista y judío de origen rumano que vivió la crueldad antisemita en su país), dio sus primeros pasos en el trotskismo y la Liga Comunista Revolucionaria, pero, como él mismo confiesa, se dio cuenta de que es mejor reformar paso a paso que no defender una revolución que «nunca va a suceder». Quizá por eso llegó en 1984 al por entonces poderoso Partido Socialista (PS), donde lo ha sido casi todo. Sólo le queda ser presidente o primer ministro... Veremos.

La elite francesa

Se graduó en Economía y Ciencias Políticas, tiene un postgrado en Filosofía y fue alumno del prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po). Pero si en Francia quieres ser alguien en la vida pública debes graduarte en la elitista Escuela Nacional de Administración (ENA). Lo hizo en 1984, en la promoción Louis Michel. Estos años fueron claves en su vida porque conoció a su entonces profesor y mentor Dominique Strauss-Kahn (DSK). Sí, el ex director gerente del FMI que protagonizó el polémico affaire sexual en un hotel de Nueva York. Fue quien le convenció para enrolarse en el Partido Socialista pero al final rompieron su relación.

Es lo que tiene la democracia interna de los partidos, que debes saber arrimarte al caballo ganador y Moscovici no siempre supo hacerlo. Pese a todo, ha llegado a ser vicepresidente del Parlamento Europeo o un jovencísimo ministro de Asuntos Europeos en el Gobierno liderado por Lionel Jospin (1997-2002). Su momento llegó en las presidenciales de 2012, donde se echó a un lado en la carrera interna del PS para apoyar sin fisuras a François Hollande, que le hizo su jefe de campaña. Los socialistas ganaron a la derecha y Hollande le premió haciéndole ministro de Finanzas, cargo que solo ocupó dos años, hasta la primavera de 2014. Fue destituido pero le premiaron haciéndole el siguiente comisario galo a partir del 1 de noviembre de 2014.

Es el guardián de las finanzas europeas, defiende las reglas sin ambages pero insiste en que la UE morirá si las reglas no tienen alma. Es algo así como el caballo de Troya de los socialistas europeos, la persona encargada de combatir desde el corazón de la Comisión Europea, rehén de la ortodoxia fiscal promulgada por los halcones de los países del Norte. De Alemania, de Holanda, de Finlandia... De aquellos que quieren mano dura con los despilfarradores del Sur.

En lo personal, tiene una enorme ambición y, sobre todo, un formidable ego. Algo que no tiene por qué ser malo, pero que sirve a sus enemigos para atacarle sin piedad. Muchos de ellos, como confirman las personas consultadas para hacer este perfil, se encuentran en las filas del PP europeo. Siguen acusándole de «partidista» y de ir por libre beneficiando siempre a los socialistas y a Francia. Él, lógicamente, lo niega.

También le reprochan que viaje con mucha frecuencia a París, que diseña su agenda para pasar muchos días en casa. Él ríe y sortea las críticas. Dice que se encuentra en un momento muy bueno de su vida y en esto, gran parte de culpa la tiene Anne-Michelle Basteri, una cosmopolita inspectora de finanzas de 39 años (20 menos que él)con quien se casó el año pasado ante la alcaldesa de París, la socialista gaditana Anne Hidalgo.

El comisario más seguido

Moscovici es una marca. No hay fin de semana que no esté en alguna televisión o radio francesa. Domina los tempos informativos como pocos y, ahora, su principal enemigo son los paraísos fiscales. Tan de moda, sí. Su ego es tal que algunos miembros del Eurogrupo le reprochan su pretensión de que el futuro listado ad hoc de la UE se llame Lista Moscovici. Tiene su propia página web que se actualiza de forma constante con su agenda, discursos, actos... Una gran cita le acompaña. «El hombre libre es aquel que no tiene miedo de ir hasta el final de sus ideales». Lo dijo Léon Blum, uno de los referentes socialistas franceses de la segunda mitad del siglo XX.

Twitter corrobora esta sensación. Es el comisario con más seguidores: 166.484, con un ligera ventaja sobre Margrethe Vestager, la dama de hierro de Competencia. De ellos dos al resto va un mundo. «Lo domina mucho y es un usuario habitual», explican sus colaboradores. Entre ellos, su más fiel escudero es su jefe de Gabinete, Olivier Bailly, aunque no se separa casi nunca de Simon OConnor, otro de sus grandes apoyos en las citas internacionales.

Es un europeísta convencido y, en estos tiempos de turbulencias, decir esto es decir mucho. Ningún comisario decía nada en plena guerra sucia del Brexit y fue él quien salió en Twitter para arremeter contra los populistas.

De villano francés a héroe español. Y sí, colecciona osos. ¡Osos!

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