Edición

Borrar
Interior del helicóptero de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Los ojos de Pegasus

Los ojos de Pegasus

Los catorce helicópteros de la DGT sobrevuelan a diario las carreteras en misiones de «vigilancia y disuasión»

José Luis Álvarez

Sábado, 2 de julio 2016, 01:33

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Todos los días, en vuelos de mañana y tarde, los pilotos de los catorce helicópteros de la Dirección General de Tráfico (DGT) son testigos privilegiados de las imprudencias que comete una pequeña parte de los conductores. Superar los límites de velocidad, circular manipulando el móvil o la radio, no llevar puestos los cinturones de seguridad o realizar una conducción agresiva son conductas que causan cada año más de 1.600 muertos en las carreteras.

El futuro pasa por alistar drones

  • En la Unidad de Helicópteros de la DGT no son ajenos a las nuevas tecnologías. Junto a los futuros modelos de cámaras, también usarán los drones para la vigilancia del tráfico. Según explica el jefe de la Unidad, Rubén M. López, todo está a expensas de la legislación que los regula, todavía pendiente del desarrollo. «Es la vanguardia» en la vigilancia desde el aire, asegura López, para quien estas aeronaves sin piloto «serían un complemento a las actividades de vuelo nocturno»

Los helicópteros de la DGT son últimamente más visibles, y lo serán más durante las vacaciones. Tráfico no quiere ocultar su presencia y ya ha comenzado a anunciar a los conductores, a través de los paneles luminosos, que están vigilando la zona. «Así intentamos disuadir de comportamientos contrarios a la seguridad vial», explica José Manuel Ferreiro, piloto de la DGT.

Conocidos en el argot aeronáutico como 'abejas', estas aeronaves azules y amarillas son unas protagonistas más de la operación salida de vacaciones y estarán muy pendientes de la circulación a lo largo de los próximos meses.

Desde que en 1961 se creó esta unidad, los helicópteros de Tráfico han realizado más de 120.000 misiones -unas 3.600 anuales- y han estado en el aire más de 200.000 horas -unas 5.300 al año-. De todo ese tiempo de vuelo, el 85% se dedicó a vigilancia y regulación del tráfico y el resto, a transporte, adiestramiento o estudios fotográficos. Pero, además, los helicópteros de la DGT, desde sus bases de Madrid, La Coruña, Valladolid, Sevilla, Málaga y Zaragoza, se dedican a la asistencia sanitaria o al rescate, tanto en accidentes como en catástrofes naturales, al estar también asignados al Plan Nacional de Protección Civil. «Y estamos obligados a prestar apoyo en eventos deportivos o en los que se prevé una afluencia masiva de público, como son las romerías», detalla Rubén M. López Segovia, jefe de la Unidad de Helicópteros de Tráfico.

Desde 2012, estos catorce aparatos -a los que pronto se sumará uno nuevo- incorporan el MX-15, un sistema de observación con la última tecnología. El nuevo aparato, más conocido como Pegasus, monta una sofisticada cámara giroestabilizada a la que incorpora un radar gestionado por un láser y que puede grabar en vídeo de alta calidad a más de un kilómetro de distancia. Las imágenes, transmitidas en directo al Centro de Control de Tráfico con la misma tecnología y calidad que, por ejemplo, el helicóptero de una carrera ciclista, están tomadas desde un ángulo específico que permite observar todo lo que ocurre en el interior de los vehículos, además de medir con máxima precisión la velocidad de los coches.

En misiones de hasta dos horas y media, con un radio que puede cubrir varias provincias, estos helicópteros «vigilan toda la circulación». «Tenemos la fama de detectar los excesos de velocidad, pero no nos ceñimos sólo a esta infracción», apunta López.

La altura media de vuelo es de 300 metros. Desde ahí, «la visión es mucho más amplia de lo que se puede ver a ras de suelo. Se aprecia el comportamiento de los conductores, y lo que nosotros intentamos es disuadir las conductas antirreglamentarias», asegura José Manuel Ferreiro. «Cada vez la gente tiene más constancia de nuestra presencia. Puede ser que hace unos años no fuera así, pero ahora la gente está muy pendiente de si nos encontramos en la zona o no», asegura.

     

Fotograma de la infracción

Detrás del piloto viaja el operador de cámara. Él es quien graba todo lo que ocurre en el asfalto. Controla vehículo a vehículo, aunque desde arriba destacan a simple vista los que más corren o los que no tienen puesta toda la atención al volante. El piloto también colabora en la vigilancia. «Es un compañero más y lo que intenta es ayudar», apunta Ferreiro.

Una vez en tierra, el operador de cámara busca los momentos de la grabación en los que se han producido las imprudencias. «Capturamos los videoclips y el fotograma del vehículo infractor. Con una aplicación informática introducimos los datos del vehículo y se adjunta el fotograma que muestra la matrícula y la velocidad para enviarlos a nuestro centro en León, que tiene las competencias para tramitar este tipo de denuncias», explica Javier Martínez, operador de cámara. «El vídeo lo conservamos aquí en la DGT durante el tiempo que establece la ley para ser comprobado en caso de reclamación por parte del conductor», remacha.

En cada vuelo, un helicóptero de la DGT puede regresar a la base con una media de quince infracciones grabadas. «Cuando aterrizo, siempre quiero pensar que he colaborado en evitar accidentes de tráfico, que la medida disuasoria del helicóptero tiene una repercusión en la vida de las personas y que hemos podido evitar algún accidente», asegura Ferreiro. En todo caso, este piloto, que lleva años oteando la carretera, asevera que «se conduce mejor que antes gracias a las campañas de seguridad vial». Aun así, el piloto tiene un sueño: «Ojala algún día lleguemos sin ninguna denuncia porque eso significará que no se han cometido infracciones».

Mientras, en el hangar los mecánicos revisan los helicópteros para una nueva misión. Cada doce años o 5.000 horas de vuelo, los aparatos son sometidos a una revisión general. «Se les pone el contador a cero y es como tener una aeronave nueva», detalla Rubén M. López.

Desde el cielo, las carreteras parecen ríos por las que navegan cajas de colores. Algunas más grandes y pesadas, otras pequeñas y ligeras y algunas que pasan a todas como una exhalación. Desde arriba, a simple vista, se descubren todos los excesos y los peligros que la carretera esconde.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios