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En pie de guerra contra las despedidas de soltero

En pie de guerra contra las despedidas de soltero

Mueven millones, pero desatan la oposición ciudadana. Cada vez más ayuntamientos aprueban normas contra ellas

Inés Gallastegui

Martes, 28 de junio 2016, 00:22

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Donde unos huelen a vomitonas y orines, otros olfatean un buen negocio. Mientras unos oyen gritos, ruidos y bronca, hay quien escucha el prometedor tintineo del dinero. Frente a denigrantes escenas de borrachos, sana diversión juvenil. Son las despedidas de soltero, un sector que mueve millones pero desata las iras ciudadanas. «Son cerca de mil personas que vienen de fuera cada fin de semana y hay muchas empresas que viven de ellas», argumenta Ricardo Blanco, ex-stripper y fundador de Despedidas Top Gijón. «Es un turismo de borrachera y de bajo coste que no aporta nada a la ciudad. Molestan a los demás visitantes y a los vecinos», replica Raquel Ruz, concejal de Seguridad Ciudadana de Granada.

Casi 900 kilómetros separan a estas dos capitales que desde hace unos años comparten el dudoso honor de convertirse cada fin de semana de primavera y verano en líderes españolas de las fiestas con disfraces, penes gigantes y muñecas hinchables regadas con mucho, muchísimo alcohol. No son las únicas: Salamanca, Logroño, León o Ibiza son otros destinos elegidos por los grupos de jóvenes deseosos de divertirse a tope, pero lejos de su lugar de residencia. Ya se sabe, lo que pasa en Las Vegas (capital mundial de estos eventos), se queda en las Vegas...

De 100 a 120.000 euros

  • Las cifras del negocio

  • Los paquetes todo incluido alojamiento una o dos noches, copas y actividades cuestan entre 100 y 200 euros. Los grupos gastan también por su cuenta, por lo que una despedida de 10 o 12 personas puede dejar hasta 5.000 euros. Hay quien se estira más la cantante británica Adele gastó 2,5 millones de euros en invitar a 20 amigos a Ibiza.

  • 166.248 parejas se casaron en 2015, pero es difícil saber cuántas de ellas celebraron despedida de soltero o soltera. Ni los ayuntamientos ni el sector tienen datos concretos. En ciudades turísticas, son una gota en el mar los profesionales calculan que unas 20.000 personas viajan a Granada para celebrar una despedida cada año; poca cosa comparada con los 2,5 millones de turistas que visitan la Alhambra.

Ayuntamientos de todos los colores políticos aseguran que lo que se queda es ruido y suciedad. Incluso algún cadáver: un madrileño de 34 murió hace un mes tras precipitarse de madrugada desde la habitación de su hotel en Gijón a la calle. Era el novio. En 2015 dos británicos perdieron la vida tras horas de juerga, uno por consumir éxtasis y otro a causa de una caída.

Desnudos por la calle

El último gobierno local en anunciar mano dura ha sido el de la capital: el concejal de Ahora Madrid responsable del distrito Centro ha prometido «más intervención policial» para minimizar las molestias que generan estas fiestas en La Latina, donde el sector hostelero «se depaupera» con la sustitución de locales tradicionales por «franquicias y bares low-cost». Salamanca, Mojácar (Almería), Conil (Cádiz) y Tossa de Mar (Gerona) tienen ordenanzas redactadas expresamente contra las despedidas, con sanciones por circular sin ropa, en tanga, bañador o con disfraces ofensivos, utilizar megáfonos o beber en la calle.

En Granada, donde en mayo una moción de censura contra el alcalde popular, detenido por presunta corrupción urbanística, dio la alcaldía al PSOE, el nuevo ejecutivo local considera que las despedidas se han convertido en «un problema» por la manga ancha de la anterior corporación. «Han dejado hacer lo que en otros sitios no dejan y esto es el paraíso de las despedidas», lamenta la edil socialista, que no promoverá una normativa ad hoc pero ha anunciado una aplicación estricta de la ordenanza de la convivencia. Granada no solo ofrece belleza patrimonial, también buenos precios, ambiente universitario, tapas gratis y un enorme botellódromo municipal que, eso sí, tiene los días contados. Algunas vías estrechas del centro como la calle Navas, justo al lado de la casa consistorial quedan literalmente bloqueadas los fines de semana cuando diez o doce grupos coinciden entre las terrazas. Si uno va en burrotaxi, otro lleva megáfono y un tercero ofrece a los viandantes tirar huevos al novio por un euro, el caos está garantizado. Varios bares ya anuncian en la puerta que no les sirven.

En Logroño, la nueva corporación popular en minoría ha prohibido las charangas salvo en San Mateo, pero la medida no es suficiente para los vecinos afectados. En la calle Laurel estaban acostumbrados al medio centenar de bares de pinchos, pero la moda de las salidas preboda está cambiando la fisionomía de la zona. «Siempre ha habido despedidas graciosas y divertidas, pero hay otras que no lo son tanto. Ahora hay locales de copas que abren hasta las tres o las cuatro de la mañana y los clientes gritan, molestan, mean y se drogan. El derecho al descanso es prioritario asegura el portavoz de la plataforma Logroño Sin Ruidos, Fernando Mangado. Queremos presencia policial de paisano, no que miren para otro lado».

Como dice Mangado, hay despedidas que no difieren gran cosa de una fiesta cualquiera: los amigos del novio o de la novia se ponen camisetas conmemorativas y salen de juerga, sin más. Pero la oferta es cada vez más amplia y sofisticada. En internet crecen como champiñones las empresas que elaboran paquetes para uno o dos días a entre 100 y 200 euros por cabeza. La consigna es dar más cuanto más sorprendente, disparatado y cachondo, mejor por menos. Aparte de alojamiento, cena y muchas copas barra libre o descuentos, se puede elegir entre diversos espectáculos (stripper, boy, drag-queen, mago, enano, camarero erótico o redada policial simulada, entre otros), karaoke, juegos (humor amarillo, paintball, toro mecánico, laser combat y gincanas), tratamientos de relax y belleza (sauna, spa), tuppersex, capeas, juergas flamencas y, cada vez más, deportes de riesgo o en la naturaleza: puenting, barranquismo, rafting, karts y quads. El medio de transporte también forma parte de la fiesta y se puede elegir entre una elegante limusina con chófer y champán o el castizo burrotaxi en Málaga y Granada, el catamarán en Gijón, el paseo en barco por el Guadalquivir en Sevilla o la bicibirra, en la que los invitados beben y pedalean, en Valencia. Parte de las actividades se celebran en macrocomplejos que concentran a varias cuadrillas, a veces fuera de las ciudades; cuando el personal ha adquirido un nivel etílico suficiente, les dan pulseritas y los trasladan a las zonas de marcha. A beber sin tasa.

¿Tienen la culpa los empresarios del sector? La presidenta de la Asociación de Hosteleros de Salamanca, Cristina Ruiz, afirma que sus asociados «no están en contra de las despedidas de soltero», pero sí de los paquetes baratos que deterioran la imagen de la ciudad e incentivan un consumo desaforado de alcohol. Según ella, solo quince establecimientos de ocio nocturno reciben a estos grupos.

Gente normal

David Corral, de www.despedidassolteros.es, que organiza fiestas en Logroño, León y Zaragoza, cree que las autoridades deben prever estas concentraciones igual que preparan dispositivos de seguridad o sanitarios «para un concierto o un partido». Y rechaza la imagen negativa de estos eventos. «A los grupos siempre les decimos que vayan con decoro y se comporten cívicamente. Muchas veces tampoco hace falta: alguno se puede sobrepasar con el alcohol, pero son gente normal, como tú y como yo», asegura el empresario, que dice no haber tenido ningún problema en 5 años.

Ricardo Blanco puso en marcha su propia empresa, Despedidas Top Gijón, después de haber pasado por todos los trabajos en el sector, y cree que la cosa se ha calmado bastante. «Antes algunos venían a hacer el bestia, se metían de todo y se desmadraban por la zona de Fomento. Daba bastante vergüenza admite. Ahora están de moda las despedidas en las que vienen juntos chicos y chicas y se crea un ambiente más sano». Es significativa la actitud de unos y otras en los espectáculos eróticos. «Ellas quieren divertirse y ellos, sobar», resume Blaco. Según su experiencia como boy, es raro que alguna se ponga pesada. Y normalmente es suficiente decirle que eso no está en el contrato.

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