Edición

Borrar
Imagen retrospectiva de una almadía a su paso por la población roncalesa de Burgui.
Los caminos de la madera

Los caminos de la madera

Los almadieros aprovecharon durante siglos el deshielo para transportar hasta el Ebro los troncos del Pirineo. Una fiesta rinde mañana homenaje a los últimos supervivientes

borja olaizola

Sábado, 30 de abril 2016, 00:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En Navarra se llamaban almadías, en Aragón navatas y en Cataluña se conocían como rais. Las tres palabras definen lo mismo: una balsa construida con troncos atados entre sí por medio de fibras vegetales que era guiada aguas abajo de los ríos pirenaicos mediante rudimentarios timones. Las almadías solían juntarse formando trenes y aprovechaban la crecida de caudal causada por el deshielo para deslizarse hasta el Ebro, donde se situaban las serrerías o los almacenes que aprovechaban la madera. Algunas llegaban hasta su mismísima desembocadura y remontaban la costa catalana hasta alcanzar el puerto de Barcelona.

En el Guadalquivir

  • Caudal irregular. El Guadalquivir fue usado para transportar aguas abajo los troncos que se extraían de las sierras de Cazorla, Segura y Alcaraz. La irregularidad de su caudal, con un acusado estiaje, mermó su uso maderero a partir del siglo XVIII.

  • Traviesas de tren. El esplendor del Guadalquivir para el transporte de troncos se produjo en la década que siguió a la Guerra Civil. Renfe movilizó a unos 2.000 gancheros para que llevasen aguas abajo los 2,5 millones de traviesas que precisaba para renovar sus líneas. En una sola maderada se movieron un millón de piezas.

El transporte de madera por los ríos no se circunscribe al Pirineo. Los cauces del Tajo, el Turia, el Júcar, el Segura y el Guadalquivir fueron durante siglos las rutas naturales para llevar hasta la civilización los tesoros forestales de las escarpadas áreas de montaña. Lo que distinguía a los ríos tributarios del Ebro es que sólo allí se ensamblaban los troncos para formar balsas. En el resto de los cauces, los gancheros pastoreaban los árboles de forma individual, es decir, la madera bajaba suelta hasta su destino.

El transporte fluvial de troncos dio trabajo a generaciones de vecinos que vivían en poblaciones a orillas de los ríos. En torno a la figura del almadiero se tejieron infinidad de leyendas, casi todas alimentadas por sus largas ausencias. Eran nómadas que vivían alejados de la civilización durante buena parte del año. En cuanto llegaba el buen tiempo, a finales de mayo, ascendían a las laderas de los valles pirenaicos para iniciar las labores de tala. Primero había que cortar los árboles y dejarlos limpios de corteza y ramas. Luego había que trasladarlos hasta la orilla del arroyo más próximo a la espera del momento propicio para la primera flotación. El tronco era arrastrado aguas abajo hasta alcanzar el brazo del río donde se amontonaban el resto de los maderos, el llamado atadero. Cuando había suficientes piezas se ensamblaba la almadía: cada tramo tenía unos cuatro metros de ancho y pesaba entre siete u ocho toneladas.

Las balsas se guiaban con toscos timones a proa y a popa. Eran troncos de unos nueve metros que se encajaban entre dos palos verticales clavados a la cubierta. El almadiero que manejaba el remo delantero, el puntero, era el que hacía el trabajo más delicado y guiaba. El de atrás, llamado codero, le ayudaba en los tramos más difíciles. Cuando las aguas bajaban crecidas era cuando los almadieros tenían que poner a prueba su pericia sorteando los obstáculos que surgían a su paso. No era raro que acabasen en el agua. Menos frecuentes eran los accidentes, aunque sí hay testimonios de fracturas y descalabros. Las almadías podían recorrer hasta 80 kilómetros al día en el curso alto de los ríos pirenaicos. A medida que las aguas se amansaban, la velocidad amainaba y la navegación se hacía más plácida.

Tributos y privilegios

El trabajo de los almadieros está bien documentado porque su actividad estaba sujeta a tasas: se pagaba por atravesar tal o cual límite, por hacer un alto en un concejo o por los daños que podían causar los troncos en presas y canales. Dado que los tributos se abonaban en especie, el almadiero veía cómo menguaba su patrimonio a medida que descendía aguas abajo. Algunos privilegiados como los vecinos del valle aragonés de Hecho estaban exentos de la obligación por una disposición real, circunstancia que aprovecharon para monopolizar el tráfico de troncos por el río Aragón durante siglos.

La actividad fluvial maderera se prolongó hasta bien entrado el siglo XX. El franquismo recurrió a los ríos para transportar el material necesario para la reconstrucción del país tras la Guerra Civil. Era la forma más barata de obtener madera. Sin embargo, la posterior proliferación de carreteras, trenes y, sobre todo, pantanos, certificó su defunción. Los últimos almadieros se quedaron sin trabajo cuando en 1952 entró en funcionamiento el embalse de Yesa. La presa, conocida como el Mar de los Pirineos, acabó con una tradición de la que existe constancia documental desde 1343 (el término almadía está tomado del árabe). Los vecinos de localidades como Burgui, en el Valle del Roncal, se quedaron de la noche a la mañana sin el que había sido su principal modo de vida. Se calcula que por entonces había al menos medio centenar de almadieros en un pueblo de apenas 200 vecinos.

Los habitantes de Burgui se resistieron a borrar de su memoria tantos siglos de tradición. El pueblo acondicionó una de sus casonas de piedra para acoger un museo e instauró un Día de la Almadía para recordar su pasado. Decenas de vecinos aprovechan la jornada para evocar la tarea de sus ancestros deslizándose a través del cauce del río Esca con almadías que reproducen los modelos originales en todos sus detalles. La fiesta, que mañana celebra su XXV edición, congrega a decenas de miles de curiosos, algo fácil de comprender si se tiene en cuenta la belleza de la población y del entorno que la rodea. A ver quién se resiste a la capacidad de evocación de palabras como Pirineo, río o madera.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios