Soplar velas cada 4 años

Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre, los demás 31, menos febrero mocho que tiene veintiocho salvo cuando es bisiesto que trae 29. Así dice el refranero español para hablar de febrero, pero se olvida de los años bisiestos en los que hay un día extra que añadimos a nuestras vidas cada cuatro años para ajustarlo con la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Nuestro planeta tarda en dar una vuelta al Sol 365 días y un cuarto de día, por lo que en condiciones normales cada año nos sobran seis horas, que en lugar de contabilizan en los años normales, se agrupan y se suman cada cuatro años formando un nuevo día y, por ello, un año de 366 días.

La importancia de este día es tal, que si no se existiera, no se corregiría este error y se acumularía con los años. De hecho, de no hacerlo, en 100 años el calendario estaría desfasado en un total de 25 días. Esta corrección se lleva haciendo desde la época del Imperio Romano con Julio César al frente, pero fue en 1582 cuando se creó el calendario gregoriano (lo instauró el papa Gregorio XIII), que es el que se utiliza en casi todo el mundo actualmente. Entonces, el asistente del pontífice, el astrónomo y matemático alemán Christopher Clavius, afinó aún más las cuentas y corroboró que la Tierra tarda exactamente en dar una vuelta al Sol 365,2422 días y no 365,25, que es la cifra que se había usado para redondear. Con el redondeo, cada mil años el error se acumulaba y el calendario se desajustaba y para evitarlo puso como condición que solo fueran bisiestos los años que acabaran en 0 y que fueran divisibles entre 400.

Pero lo que da la sensación de algo anecdótico es mucho más importante de lo que parece, ya que de no haberlo ajustado, las estaciones ya no coincidirían con los meses en los que estamos acostumbrados a vivirlas y podría ocurrir que en el hemisferio norte, el mes de diciembre fuera un mes con calor y en el hemisferio sur hiciera frío.

El origen del término bisiesto

Julio César es el culpable del término bisiesto. En aquella época el primer día de cada mes se llamaba calendas por lo que para decir 28 de febrero, los romanos decían primum dies ante calendas martias (primer día antes de las calendas de marzo). Para introducir la novedad, Julio César intercaló un día entre el sexto y el quinto día antes de las calendas, o sea entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero. Este día adicional fue llamado bis sextus dies ante calendas martias, o sea, segundo día sexto antes de las calendas de marzo, por lo que el año que contenía ese día acabó llamándose bissextus.

De lo que no hay duda es que el 29 de febrero es un día especial, ya que sólo ocurre cada cuatro años. Una condición que para muchas culturas tiene una connotación positiva y para otras, negativa. Los romanos lo veían como algo negativo porque era añadir un día más al mes de los muertos, mientras que para los griegos casarse ese día trae mala suerte. En otras culturas ocurre lo contrario y mientras en Irlanda nacer ese día conlleva un premio en forma de cheque, en Estados Unidos se celebran las elecciones. Además, los años bisiestos son del deporte, porque se celebran los Juegos Olímpicos.