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Un español a la caza de la gran marejada

Un español a la caza de la gran marejada

En Jaws (Hawai) está la meca de los surferos de olas XXL. Asier Muniain ha sido uno de los primeros europeos que ha cabalgado paredes de agua como casas de cinco plantas

ÁLVARO VICENTE

Jueves, 11 de febrero 2016, 00:08

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En solo una semana ha dado la vuelta al mundo en busca de la tormenta perfecta. Y esta vez lo ha conseguido. Asier Axi Muniain (Zarautz, 1982) ha surfeado en la marejadam más gigantesca que se recuerda en Hawai en los últimos años debido al fenómeno El Niño; sin apenas descanso, ha volado a México para cabalgar una ola enorme que rompe en mitad del Pacífico, en un mar infestado de tiburones, y ha acabado su periplo en la guipuzcoana Playa Gris, la enorme pared de agua que se levanta entre Getaria y Zumaia, en la que empezó todo, la que le permitió dominar sus miedos.

Muniain no tardará en ponerse de nuevo en carretera a bordo de su tráiler-vivienda (construido y diseñado por él mismo) si los partes de olas apuntan la llegada de un swell o marejada a las costas de Galicia, Portugal, Irlanda o Marruecos. El mar será el que guíe su rumbo. Él no faltará a su cita, estará allí donde las previsiones marquen la llegada de olas XXL, paredes de agua como edificios de cinco plantas que hacen de esta especialidad del surf un deporte extremo en el que cualquier error puede ser fatal. «Surfear olas grandes es mi pasión y mi trabajo, un camino de superación personal, un reto. Significa ir más allá de mis propios límites. Es algo totalmente distinto de la competición normal, aunque aquí también busco la máxima puntuación, pero sin jueces, sin trofeos y sin enfrentarme a otros surfistas».

El surf de olas grandes exige una cuidada preparación física, material de última generación y, sobre todo, mucho valor. Muniain no se desplaza solo. El Team Wolf Boar, como así se llama su equipo, lo completan el surfista marroquí Jerome Sahyoun, el fotógrafo Bastien Bonnarme y el camarógrafo Fred Berho. Sus medios son humildes si se compara con las estructuras que manejan los estadounidenses, provistos de embarcaciones de apoyo y hasta helicópteros desde los que toman las imágenes que luego harán volar por la redes sociales. Sin tanta parafernalia, Muniain está ya hoy al mismo nivel que estos surfistas de élite después de haber tocado el cielo en Jaws, la considerada meca del surf de olas grandes en Hawai. Se ha ganado el respeto de la comunidad hawaiana y le han permitido acceder a su tesoro más preciado: surfear olas de quince metros de altura al estilo tradicional, sin ser remolcado por una moto acuática. «Por fin he dado caza a la bestia».

Muniain, todavía subido en una «montaña rusa de emociones», vuelve convencido de que en su próximo viaje a Hawai podrá sacar más jugo a Jaws, una ola que no entiende de nombres y no tiene piedad con quienes la desafían. No es raro que en estas sesiones de surf extremo los deportistas lleguen a perder el conocimiento después de ser engullidos por el mar tras una caída. Los chalecos hinchables les sacan a la superficie desde una profundidad de veinte metros, pero a veces ni el mejor chaleco ni las sesiones de apnea que tanto trabajan en piscina permiten mantener la calma en la oscuridad del fondo del mar.

El mejor de Europa

Muniain tampoco se ha librado de las caídas. Es parte de la profesión. Desde hace meses convive con un fuerte dolor en el pecho producto de los múltiples golpes contra el agua. Pero, como él apunta, «una buena bajada compensa todo». Es lo que ha hecho de él el mejor surfista de olas grandes de Europa. Ha surfeado y descubierto olas en Galicia, en las frías e inhóspitas aguas de Irlanda y en las costas deshabitadas de Marruecos. Algunas de esas olas todavía las mantiene en secreto, a salvo de quienes buscan el todo por el todo, sin respeto a los surfistas locales, una actitud alejada del espíritu con el que entiende este deporte. Respaldado por el fabricante ONeill, la casa de tablas Pukas, Tracer y Carver, Asier ha invertido todos sus ahorros en un tráiler que le permite moverse por Europa y África con su material a cuestas sin depender de las tasas que las aerolíneas siguen cobrando por embarcar las tablas de surf de más de tres metros (las que se necesitan para cazar olas XXL).

En este último viaje a Hawai las suyas se quedaron en el aeropuerto de Bilbao y Muniain tuvo que surfear con las que le prestaron los surfistas locales, con la dificultad añadida que eso comporta.

Muniain lleva en el maletero de su tráiler dos motos de agua para las sesiones XXL, en las que el surfista es remolcado hasta la pared de la ola. «La primera vez que probamos una moto fue en la ría de Orio hace más de diez años. ¡Qué epopeya!», recuerda. «Mikel Agote (un surfista y shapper de Orio) tripulaba la moto y yo pedí prestada una tabla de wake. Salimos a todo gas, yo gritaba a Mikel ¡Dale, dale! y él aceleró a fondo. Clavé el canto de la tabla a 50 kilómetros por hora y salí volando. Al rescatarme, metimos el cabo de agarre en la turbina de la moto. ¡No teníamos ni idea!». Desde entonces ha llovido mucho y le ha dado tiempo a colarse cinco veces en la final de los premios XXL Big Wave Awards, los Oscar del surf que premian a las olas surfeadas más grandes del año.

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