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Mike Hawthorn al volante del Ferrari 335 S en Le Mans (1957).
El Ferrari de los 34 millones: el coche más caro del mundo

El Ferrari de los 34 millones: el coche más caro del mundo

La joya de la colección del industrial Pierre Bardinon, un 335 S de 1957, sale a subasta en París. Los expertos creen que superará esa cantidad

borja olaizola

Jueves, 4 de febrero 2016, 01:26

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Cuando a Enzo Ferrari le preguntaron por qué no había incluido modelos deportivos en el museo que la firma tiene junto a la fábrica de Maranello respondió con otra pregunta: «¿Para qué íbamos a hacerlo si Pierre Bardinon ya lo ha hecho por nosotros?». La colección del industrial francés, en efecto, es digna de Ferrari. Los más de cincuenta bólidos que Bardinon reunió en su mansión de Creuse, en el centro geográfico de Francia, forman parte de la leyenda que rodea a la marca del cavallino rampante. Entre ellos están cuatro de los nueve Ferrari que triunfaron en las 24 Horas de Le Mans, la prueba que forjó el prestigio en competición de los deportivos de Maranello.

Retromobile

  • Exposición. Rétromobile, la principal muestra de coches clásicos del calendario, abre hoy sus puertas en el parque de exposiciones de la Puerta de Versalles de París. Se podrán ver hasta el domingo cerca de 500 vehículos restaurados por los mejores especialistas. La entrada cuesta 18 euros.

  • La subasta. Las principales casas de subastas llevan a Rétromobile lo más selecto de sus colecciones de coches. Además del Ferrari de Bardinon, se pujará por otro que fue fabricado para Gianni Agnelli, dueño de Fiat, y un tercero del rey de Marruecos. En la lista hay además coches como el Aston Martin DB4. El año pasado las ventas sumaron 46 millones de euros.

Bardinon era uno de esos industriales que se podían permitir el lujo de perder la cabeza por cualquier ingenio con ruedas y motor. Empezó coleccionando deportivos Bugatti y Jaguar, pero cuando a principios de los sesenta Ferrari se hizo con el triunfo en Le Mans seis veces consecutivas (de 1960 a 1965), pasó a ser el mayor de sus incondicionales. Heredero de una familia que había levantado un imperio a partir de la marroquinería de lujo suya era la marca Chapal, muy popular en EE UU, Bardinon no solo adquirió las mejores piezas mecánicas que se le pusieron a tiro, sino que se hizo un circuito a los pies de su mansión de Saint Avit de Tardes.

El trazado no estaba abierto al público y pronto se convirtió en el lugar preferido de pruebas de equipos franceses de competición como Matra, Ligier o Alpine. Pero el circuito de Mas du Clos no solo atraía a los apasionados de las carreras. También empezaron a congregares allí los propietarios de Ferrari en una iniciativa que luego sería copiada con éxito por los departamentos de marketing de muchas otras marcas. La muestra de los bólidos y la pista satisfacían a los espíritus con inquietudes más competitivas mientras que el chateau, sus primorosos jardines y la selecta bodega de vinos del anfitrión, con una de las mejores colecciones de Burdeos de Francia, colmaban las expectativas de los más sibaritas.

Bardinon falleció en agosto de 2012 a los 81 años y la familia descubrió que sus aficiones resultaban bastante más onerosas de lo que sospechaban. Mantener en perfecto estado de revista medio centenar de joyas mecánicas requiere la atención permanente de un equipo de restauradores y especialistas: hay que limpiar, pintar, pulir, afinar, abrillantar, ajustar y poner a punto todas y cada una de las piezas para que el orgullo del coleccionista no quede herido. Jean François Bardinon, el sucesor de Pierre, se dio cuenta de que tenía que hacer algo si quería conservar el patrimonio de su padre: «Vender la joya de la colección es una forma de preservar el resto», reconoció al periódico local La Montagne.

Un pura sangre

La joya de la que habla Bardinon hijo es un 335 S Scaglietti fabricado en 1957, el primer coche en superar la media de 200 kilómetros por hora en una vuelta en las 24 Horas de Le Mans. El bólido debutó en competición en marzo de 1957 con un sexto puesto en las 12 Horas de Sebring. Equipaba un motor de doce cilindros en V que cubicaba 3,8 litros y daba 360 caballos. En mayo acabó segundo en la Mille Miglia y poco después regresó a Maranello para aumentar de cubicaje (4,1 litros) y de potencia (400 caballos). Convertido en un pura sangre, uno de los pocos bólidos capaces de alcanzar los 300 por hora en su tiempo, corrió los grandes premios de Suecia (cuarto puesto) y Venezuela (segundo), ayudando a que Ferrari se alzase con el título de constructores en 1957. En febrero de 1958 ganó el Gran Premio de Cuba con Stirling Moss y Masten Gregory al volante. Adquirido en 1960 por un arquitecto estadounidense, Bardinon lo incorporó en 1970 a su colección.

La puesta en venta del 335 S, que se subastará el viernes en París, ha revolucionado el mercado de los coleccionistas de clásicos, que en los últimos años ha experimentado una escalada de precios sin precedentes. La revalorización de algunas de las mejores piezas ha atraído al mundo del automóvil a muchas fortunas hasta ahora ajenas. Por el Ferrari de Bordinon, que es un automóvil extraordinario, nadie hubiese dado más de quince millones de euros hace una década. Artcurial, que es la casas de subastas, ha fijado sin embargo un precio de salida de entre 28 y 32 millones. A pesar de ello, entre los expertos existe la convicción de que el comprador va a tener que pujar por encima de ese límite para hacerse con la pieza. Es posible incluso que bata el récord de 34 millones de euros pagados en 2014 por un Ferrari 250 GTO de 1962, hasta ahora el coche más caro del que se tiene noticia.

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