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El diputado de Podemos Alberto Rodríguez en la sesión constitutiva del día 13.
El gallinero del Congreso

El gallinero del Congreso

En la parte del hemiciclo asignada a Podemos se han sentado diputados de todos los colores y personajes históricos como 'La Pasionaria'

borja olaizola

Sábado, 30 de enero 2016, 00:39

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La ubicación de los grupos en el Congreso de los Diputados había sido hasta ahora una cuestión menor, uno de esos detalles de intendencia que se resuelven de puertas adentro a partir de una convención asumida sin aspavientos por la totalidad de los parlamentarios: los del PP se situaban en la parte derecha, los del PSOE en la izquierda y los demás se acomodaban en el resto de los escaños. «La única premisa es que hubiese cierta uniformidad en la disposición para que los del mismo partido pudiésemos intercambiar comentarios con discreción en las sesiones», observa el exdiputado del PNV Emilio Olabarria, que con cinco legislaturas a sus espaldas es uno de los que mejor conocen los usos y costumbres del Congreso.

Conflicto inédito

  • Invisibles. La polémica por el desacuerdo de Podemos con la ubicación de los escaños que le han asignado no tiene precedentes. La formación de Iglesias denuncia que la distribución pactada, que les deja en los bancos más retrasados, los convierte en «invisibles».

  • Tendido del ocho. Parte de los asientos que le han correspondido a Podemos son conocidos como el tendido del ocho. En ellos se han sentado diputados socialistas, entre ellos Txiki Benegas, del Grupo Mixto y del Grupo Vasco. Podemos ha propuesto un nuevo reparto para situarse más adelante.

El consenso que había presidido hasta ahora el reparto de la situación de los escaños ha saltado por los aires después de la denuncia realizada por Podemos esta semana. «5 millones de votos al gallinero», protestó Pablo Iglesias en Twitter al conocer que la Mesa había distribuido a los 65 diputados de su formación por la parte superior izquierda del hemiciclo. Su compañero Íñigo Errejón le secundó en la misma Cámara con un gráfico que mostraba el lugar que les había sido asignado. «Es una cacicada», subrayó exhibiendo el dibujo con desparpajo ante la avalancha de periodistas que cubren los prolegómenos de la recién estrenada legislatura.

En el pleno de constitución del pasado 13 de enero los diputados más populares de Podemos ocuparon los sitios de la primera fila, justo por encima de los bancos reservados a los integrantes del Gobierno. Lo hicieron así porque llegaron antes y los escaños estaban sin adjudicar. La presencia en los asientos más próximos a la tribuna garantiza una mayor visibilidad en televisión y explica en parte el protagonismo que tuvieron Pablo Iglesias y los suyos con puestas en escena como la de Carolina Bescansa con su bebé. La nueva ubicación, denuncian ahora, les relega a un papel secundario: «Intentan invisibilizar la fuerza que tienen los diputados del cambio que representan a cinco millones de personas».

¿Tan importante es la situación del grupo? ¿Son los escaños alejados de la primera fila un verdadero gallinero que condenan a sus inquilinos a la irrelevancia? Emilio Olabarria cree que se ha planteado un «falso conflicto» dado que el protagonismo debería ser fruto del trabajo de los grupos y no de su ubicación. «Como integrante del Grupo Vasco me ha tocado ocupar tanto los escaños que ahora son de Podemos como otros más adelantados y me parece que es algo del todo irrelevante. La única condición es que haya una disposición más o menos homogénea para que los parlamentarios de cada grupo tengan discreción a la hora de intercambiar comentarios o propuestas. La mayor o menos visibilidad zanja se gana a pulso en la tribuna, no en la posición de los escaños».

Otro de los decanos de la Cámara baja, el periodista Fernando Jáuregui, recuerda que en los bancos asignados a la formación de Pablo Iglesias se han sentado figuras como el poeta Rafael Alberti o la mismísima Dolores Ibarruri, La Pasionaria. «La política reflexiona está de capa caída. Puede que un espectáculo así tenga sentido en una clase de colegio, pero desde luego no debería tener cabida en una institución como el Congreso». Al veterano informador le solivianta que lo «anecdótico» prevalezca sobre lo relevante: «Se monta una marimorena por una cuestión del todo secundaria y nadie nos aclara qué va a pasar con Cataluña, si vamos a apoyar o no a Francia contra los yihadistas en Siria o si se va a legislar para evitar que un señor se pueda llevar once millones de euros de una empresa en quiebra como Abengoa».

Abucheos y sonetos

Parte de la zona superior que le ha correspondido a Podemos solía estar ocupada por diputados del PSOE y fue conocida durante un tiempo con el muy taurino nombre de tendido del ocho. Allí solían congregarse los parlamentarios más proclives a adornar con abucheos las intervenciones de sus rivales, especialmente las de José María Aznar. Algunos diputados socialistas del tendido se cruzaron sonetos con el entonces presidente del Congreso, Federico Trillo, a propósito de las recriminaciones que les hacía para que guardasen silencio. Uno de los más famosos decía así: «De monjas, no es colegio el Parlamento / para poner mordaza al descontento / que nos gusta mostrar desde el tendido, / cuando Aznar no se da por aludido. / Por ello mantenemos firme el credo / de los célebres versos de Quevedo: / No he de callar por más que con el dedo / silencio avises o amenaces miedo» (...). Habrá que ver si entre los nuevos inquilinos del tendido del ocho hay diputados capaces de recrearse en tales suertes.

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