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Billete a Marte con 'marca España'

Billete a Marte con 'marca España'

Un ingeniero español forma parte de un equipo internacional que ensaya cómo sería la futura misión al planeta rojo. «El viaje estaría lleno de peligros y duraría dos años, pero iría sin dudarlo»

borja olaizola

Martes, 13 de octubre 2015, 00:27

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Tener la oportunidad de contemplar un amanecer en Marte lo compensa todo, incluso el riesgo de quedar de por vida vagando a la deriva en el espacio. No hay lugar para el titubeo cuando uno ha luchado por conservar intacto el sueño que acarició en la infancia ser astronauta y lo ha sacrificado todo para hacerlo realidad. «Si surgiese la posibilidad, iría sin dudarlo, aunque soy consciente de que una misión tripulada está llena de peligros», sostiene Íñigo Muñoz Elorza, un donostiarra de 36 años que trabaja en el centro de control del programa de satélites Galileo, en Munich. Este ingeniero aeronáutico conoce en detalle las incertidumbres y los riesgos a los que se enfrentaría: desde hace año y medio forma parte del equipo internacional de astronautas virtuales que ensaya las condiciones de vida humana en el planeta rojo en un programa auspiciado por el Foro Austríaco del Espacio (OeWF en sus siglas originales).

Íñigo Muñoz es lo más parecido a un explorador marciano que existe sobre la superficie terrestre. El pasado mes de agosto participó en el ensayo que el OeWF organizó en el glaciar alpino de Kaunertal, a 2.700 metros de altura, con unas condiciones análogas a las que se podrían encontrar en Marte. «Sabemos que allí, además de casquetes polares, hay glaciares en latitudes intermedias que están cubiertos de roca o de polvo, y en el glaciar de Kaunertal también hay hielo por debajo de la roca». Embutido en un traje de 45 kilos de peso y que tarda en ponerse dos horas, Muñoz Elorza realizó junto a otros cuatro compañeros pruebas y experimentos que servirán para afinar los protocolos de futuras misiones.

Marte es el menos distinto de los planetas que nos rodean, en expresión del astrofísico del Planetario de Pamplona Fernando Jáuregui. «En comparación con Venus, que es el que tiene un tamaño más parecido a la Tierra, resulta incluso acogedor». En Venus prosigue el científico hace un calor horrible, con puntas de hasta 500 grados, la presión en superficie es 90 veces superior a la terrestre y en ocasiones llueve ácido sulfúrico. «Cualquier nave que se envíe allí no dura dos asaltos», vaticina. En el planeta rojo, en cambio, hay días en los que se alcanzan los veinte grados, aunque la temperatura media esté por debajo del punto de congelación del agua. «Hay casquetes polares, también existe gravedad aunque no sea igual a la terrestre, los días solo duran unos minutos más que los de la Tierra y hasta tiene sus propias estaciones», aclara el astrofísico.

La superficie marciana, sin embargo, está lejos de resultar hospitalaria para los humanos. «Sin protección se te reventarían los ojos y los oídos por la diferencia de presión, además de que no podrías respirar porque no hay oxígeno», precisa Fernando Jáuregui. El astronauta Muñoz Elorza añade algunos detalles más: «La atmósfera marciana no filtra los rayos gamma y la exposición a semejante radiación podría tener graves consecuencias. La gravedad, que es un tercio de la terrestre, puede generar deformaciones: el cuerpo crece en ausencia de la presión que nos empuja hacia abajo y el espacio entre los discos de la columna se amplía y las articulaciones se resienten».

Comunicaciones complicadas

  • Veinte minutos hasta recibir una respuesta

  • La distancia a Marte, a unos siete meses de viaje, dificulta sobremanera las comunicaciones con la Tierra. Una pregunta formulada por un astronauta desde el planeta rojo tardaría diez minutos en llegar al centro de control. La respuesta se demoraría otro tanto, así que el explorador debería esperar al menos veinte minutos para aclarar su duda.

  • ¿Vida?

  • Descubrir vida en Marte sería uno de los grandes acontecimientos de la historia. Hay cierto temor a que las naves enviadas hayan llevado hasta allí bacterias y microorganismos terrestres.

  • 16

  • de octubre es la fecha para el estreno en España de El marciano, la última película de Ridley Scott cuenta las peripecias de un astronauta (Matt Demon) que es abandonado en Marte por sus compañeros, que piensan que ha fallecido en una tormenta de arena.

  • Marte alcanza 140 grados bajo cero, la gravedad te deforma el cuerpo, su everest mide 20 kilómetros, el viaje duraría dos años...

Hay otras peculiaridades que hacen de la exploración marciana una aventura de alto riesgo: la posibilidad de ser alcanzado por un micrometeorito o la amenaza que representa el polvo. «La atmósfera detalla el cosmonauta es mucho menos densa y algunos de los meteoritos que impactan con Marte no se desintegran antes de alcanzar su superficie, lo que representa un peligro para las naves y más aún para los exploradores. Sabemos además que el polvo marciano, que es muy fino, está cargado electrostáticamente y se adhiere a todo: al traje espacial, a los paneles solares, a la nave... Al riesgo de que se cuele en el habitáculo y termine siendo inhalado por la tripulación se añade otro: que cause cortocircuitos con el consiguiente peligro de incendio».

El factor psicológico

La odisea marciana, en fin, se presenta como un terreno minado para cualquier misión tripulada. Son muchas las pruebas que se han realizado para intentar reproducir con la mayor fidelidad posible las condiciones del planeta rojo: el propio Foro Austríaco del Espacio ha llevado a cabo ensayos similares a los del glaciar en el desierto del Sahara y en las minas de Río Tinto (Huelva). La estadounidense Mars Society, a su vez, ha realizado los más variados tests en los dos centros que tiene en el desierto de Utah y en el Ártico. Aun así, todos son conscientes de que no hay campo de experimentación capaz de anticipar los enormes desafíos a los que se enfrentarán los primeros humanos que viajen tan lejos: nos separan 225 millones de kilómetros.

«El factor psicológico va a tener un gran peso porque estamos hablando de una misión que podría irse fácilmente más allá de los dos años», reflexiona Muñoz Elorza. Solo en el viaje de ida se invertirían unos siete meses. A eso habría que añadir el tiempo de estancia en el planeta, muy condicionado por la duración de las denominadas ventanas, los periodos en los que se dan las condiciones idóneas para el desplazamiento, y los otros siete meses que duraría la vuelta. «No todo el mundo es capaz de aguantar tanto tiempo metido en un espacio tan reducido y sometido a una presión constante sin perder la sonrisa». Lo que parece claro es que el perfil del astronauta con billete a Marte será bastante distinto al de aquellos pilotos con vitola de machos alfa cowboys los llama Muñoz Elorza que protagonizaron los primeros viajes espaciales.

¿Cómo sería un día de un explorador en Marte?

El astronauta donostiarra coge aire y salta al vacío: «Dependerá de la duración de la misión, pero desde luego serán jornadas muy ocupadas. La tripulación se despertará al unísono y, después de un tiempo para el aseo y el desayuno, habrá una reunión para planificar las actividades. El comandante distribuirá las tareas: a unos les tocará salir para hacer experimentos de campo, otros se quedarán en la nave haciendo tareas de mantenimiento. También habrá un tiempo para hacer ejercicios destinados a compensar los efectos de la falta de gravedad, una especie de gimnasio. Y entre tarea y tarea, algo que se me antoja fundamental: unos minutos para mirar a tu alrededor y maravillarte ante lo que hay ante tus ojos».

Para el ingeniero donostiarra, el paisaje marciano dista de ser monótono: «Hay casquetes polares con hielo, valles enormes, superficies con arenas de diferentes colores y el monte más alto del sistema solar, el Olimpo, que tiene veinte kilómetros de altura y hace que el Everest parezca un risco...». La presencia de agua líquida en la superficie que la NASA confirmó hace un par de semanas emerge como un aliciente más a la hora de acercarse allí. «El agua es un medio favorable a la aparición de la vida y por eso el anuncio ha dado un pequeño empujón más al proyecto de la misión tripulada. Ahora se dice que habrá que esperar hasta 2030 y a mí igual me va a coger ya algo mayor, pero estoy seguro de que llegaré a ver con mis propios ojos al hombre poniendo el pie en Marte».

Mientras su sueño cobra visos de convertirse en realidad, Muñoz Elorza se entretiene con las páginas de El marciano, la novela de Andy Weir que ha dado pie a la película del mismo nombre que ha rodado Ridley Scott, autor de cintas del espacio tan emblemáticas como Blade Runner o Alien. El largometraje se estrenó el pasado fin de semana en Estados Unidos con muy buenas críticas y una recaudación en taquilla que presagia un éxito rotundo.

La película narra la peripecia de un astronauta, interpretado por Matt Damon, que se queda atrapado en Marte debido a una tormenta de arena, mientras sus compañeros regresan a la Tierra después de haberlo dado por muerto. Saludada con elogios por los aficionados a este género, se estrenará en España el próximo viernes. ¿Tendrá un final feliz?

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