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La veterinaria ferrolana Rebeca Atencia, rodeada de chimpancés.
Rebeca Atencia: «Soy madre adoptiva de los chimpancés»

Rebeca Atencia: «Soy madre adoptiva de los chimpancés»

La veterinaria española dirige un centro de rehabilitación de primates huérfanos en Congo

Borja Robert

Domingo, 13 de septiembre 2015, 07:26

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Cuando llegan a Tchimpounga, las crías de chimpancé no pueden dormir porque tienen pesadillas. Las primeras noches, se despiertan gritando y llorando a cada rato. Rebeca Atencia las mece y les susurra con acento gallego hasta que se calman. Día tras día, durante semanas, hasta que se acostumbran a ella. El resto del tiempo les cura las heridas, les da de comer y les deja jugar. Si no lo hiciese así, no podría aspirar a que en unos años vuelvan a la vida salvaje.

"Las heridas que traen también son psicológicas", explica Atencia, una veterinaria de Ferrol que hace más de una década que se hace cargo de los chimpancés huérfanos que llegan al Centro de Rehabilitación de Tchimpounga, una de las principales iniciativas del Instituto Jane Goodall (IJG) para la investigación de la vida salvaje. "La mayoría vienen traumatizados porque han matado a su madre, lo más importante de su vida", asegura. El culpable, además, suele ser un humano, por lo que el trauma para las crías es doble; se tienen que quedar con alguien muy parecido al que ha provocado su dolor. "Para tratar el daño psicológico tenemos que crear un vínculo emocional con ellos dándoles muestras de contacto físico", insiste. Además de padecer los terrores nocturnos, muchas de las crías la atacan. "Poco a poco deja de pasar, y acabo siendo como una madre de adoptiva de los chimpancés".

Ahora que dirige las operaciones del Centro, Atencia vive con su marido Fernando y sus hijos en una zona más urbana, aunque asegura que ha pasado muchos años en la selva. Y no todo ha sido ni bueno, ni tranquilo. Dos cicatrices bien visibles, una junto a la oreja y otra en la muñeca, cuentan sendos ataques de parte de los mismos primates que rehabilita. "En los dos casos fue mi culpa", dice la veterinaria. La primera vez provocó la furia de un chimpancé al intentar clavar un cartel en un árbol. El sonido del martillo se parece mucho, explica, a una de las formas que tienen los machos de proyectar dominación. Chinois, un simio salvaje de su zona, lo tomó como una afrenta y le mordió la cabeza. "Sonó crac, aunque no he ido al médico y tampoco he notado nada raro", cuenta risueña. La salvó Kutu, un macho enorme que la defendió porque, tiempo atrás, Atencia le había curado unas heridas.

Perfiles psicológicos

Si el primer ataque fue por un despiste, el segundo fue una apuesta de la que no salió demasiado mal parada. Atencia intentaba integrar a uno de sus chimpancés en proceso de rehabilitación con otros que ya viven en estado salvaje. "Pero el que yo llevaba es tímido y débil", explica. Apenas aparecieron donde pretendía soltarlo, otros machos empezaron a acosarlo. La ferrolana decidió protegerlo. "Hice su grito de caza para intentar que otras hembras de los alrededores vinieran a defendernos", detalla. No sabía si iba a funcionar, pero estas llegaron a tiempo para que el encontronazo se saldase solo con una herida junto a la mano. "Después hicimos las paces", cuenta. "Entre los chimpancés siempre hay que hacerlo después de una pelea, y estás obligado a perdonarte".

Como su mentora Jane Goodall, la primatóloga que revolucionó el estudio del comportamiento animal tras descubrir que los chimpancés también usan herramientas, Atencia los considera primos de los humanos -las pruebas genéticas los sitúan como la especie viva, junto a los bonobos, más cercana a los homo sapiens-. Ahora, parte de su trabajo consiste en hacer pequeños perfiles psicológicos de los primates que tiene a su cargo para determinar cuáles son los mejores pasos para su rehabilitación completa. Desde que ella llegó, por sus cuidados han pasado más de 170. "Cada uno es diferente y tiene una personalidad distinta. Tímidos, cariñosos, valientes, abiertos, cercanos, obedientes, fuertes, curiosos", explica. "Cada uno tiene varias de estas y otras cualidades".

También dirige los esfuerzos para evitar la caza furtiva de chimpancés en la zona. Para que no lleguen más huérfanos a su centro. "Para lograrlo implicamos a las comunidades locales", explica. Aunque esté prohibido, la gente caza simios para comer. Su plan es hacer que cuidarlos, en vez de cazarlos, les permita disfrutar de una vida más próspera.

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