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Con la salchicha a la tumba

Con la salchicha a la tumba

A Herta Heuwer se le ocurrió en 1949 aliñar sus longanizas con tomate y especias. Así nació la currywurst. Entre los cientos de puestos que la imitan, el ‘Curry 36’ es el rey. Pero nadie ha dado con la codiciada receta original

juan carlos barrena

Sábado, 1 de agosto 2015, 00:20

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La currywurst, una salchicha a la plancha o a la parrilla con salsa de tomate muy especiada, es la comida mas popular de Alemania. No solo como piscolabis rápido para matar el hambre entre horas en uno de los múltiples chiringuitos de cualquier ciudad, con frecuencia situados estratégicamente en las esquinas de las calles comerciales o junto a bocas de metro, sino también en las cantinas de organismos públicos, empresas y colegios. Un reciente estudio de la cadena alemana de cocina industrial para grandes comedores Apetito ha confirmado que la currywurst acompañada de patatas fritas encabeza desde hace 20 años la lista de menús del día preferidos de los alemanes por delante del escalope empanado y los espaguetis a la boloñesa.

Menos de 3 euros

  • curry '36'

  • Este local de comida rápida con ventanilla a la calle se encuentra en el número 36 de la avenida Mehringdamm de Berlín, en pleno barrio de Kreuzberg. Abierto hace 34 años, son habituales las largas colas de quienes quieren tomar una auténtica salchicha con tomate al curry. La ración cuesta menos de 3 euros y por poco más te ponen un plato de patatas fritas para acompañarla.

La sabrosa salchicha con salsa de tomate especiada, a la que se puede añadir un grado de picante al gusto del consumidor, tiene incluso su propio museo. En el corazón de Berlín, muy cerca del antiguo paso fronterizo de Checkpoint Charlie, se encuentra el Deutsche currywurst Museum Berlín, inaugurado en 2009, donde con mucho cariño por el detalle se presenta la historia del icono gastronómico que ha traspasado ya las fronteras alemanas y que puede degustarse en lugares tan remotos como San Francisco o Pekín.

La leyenda cuenta que la currywurst fue «inventada» en 1949, en el barrio berlinés de Charlottenburg, por Herta Heuwer, entonces propietaria de un imbiss, un pequeño local de comida rápida en la intersección de dos calles comerciales. Herta preparó entonces una salsa de tomate con curry y otras especias para aliñar sus salchichas, que en poco tiempo se convirtió en un éxito redondo. Tanto es así que hasta el gigante alemán de alimentación Kraft trató de comprarle la receta. La gastrónoma se llevó su secreto a la tumba en 1999, pero ya mucho antes no había chiringuito en Berlín que no hubiese experimentado todo tipo de fórmulas. Hoy es el día en que hasta la famosa casa norteamericana de kétchup Heinz vende embotellada una salsa de tomate al curry.

Vettel y Schröder

Pero el templo por excelencia de la más famosa de las salchichas alemanas se encuentra en el popular barrio berlinés de Kreuzberg. El éxito del local se aprecia a distancia. La cola ante el imbiss con mostrador a plena calle del Curry 36 rara vez tiene menos de 20 personas. Debe su nombre al número de la calle Mehringdamm donde se encuentra situado y es asediado permanentemente por incondicionales y turistas casi las 24 horas del día. Solo cierra entre las cinco y las siete de la mañana para una limpieza profunda y reponer existencias. Media docena de mesas altas para comer de pie en la calle son su único mobiliario. Sirven rápido, con simpatía y un profundo acento proletario berlinés. Günni tiene 60 años y lleva 12 en el equipo, que funciona en grupos de cuatro y tres turnos diarios. Acaba de empezar el relevo de la noche y desea que «esto se ponga hasta la bandera. De lo contrario no hay diversión». Destaca que por su mostrador pasan famosos como el piloto de Fórmula Uno Sebastian Vettel o el excanciller federal Gerhard Schröder, pero sobre todo gente normal y corriente, «y turistas, muchos turistas», ya que el Curry 36 figura en todas las guías.

«Muchos comen una salchicha al salir del trabajo y camino de casa, pero también viene gente vestida de gala de alguna fiesta de alto copete con un apretón de hambre en plena madrugada», explica Günni, mientras su compañera tras la barra precisa que aunque la oferta gastronómica es muy limitada fundamentalmente salchichas y patatas fritas la variedad de bebidas es algo mayor: «Lo normal es tomarse una cerveza, pero tenemos incluso champán francés». Lutz Michael Stenschke, propietario de esta mina de oro, no quiere dar cifras concretas, pero reconoce que su local vende «varios miles» de salchichas diarias y no menos de 100 kilos de patatas fritas. Hace un par de años abrió su primera sucursal junto a la estación del zoo y frente a uno de los mas lujosos hoteles de la capital alemana, el Waldorf Astoria. Y negocia la apertura de nuevos locales, aunque no revela su situación. «En Berlín funcionarían hasta cinco filiales», dice Stenschke, que entre tanto ha montado un servicio de catering y ofrece puestos de salchichas móviles.

Para los amantes de la Currywurst increíblemente picante es obligatorio visitar el Curry Hütte, en el barrio berlinés de Neukölln. Ofrece salsas para aderezar la salchicha al curry con nombres como Fuego de Dragón o Muerte Súbita. Algunas, según la escala de Scoville, 500 veces más fuertes que la popular salsa de tabasco.

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